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En estos últimos días se ha instalado con fuerza un tema
que ocupa numerosos espacios, involucra a variados
actores, trasciende los límites geográficos en los
cuales tiene consecuencias directas e, incluso, excede
los límites del sector salud para constituirse en un
tema de interés para la sociedad en su conjunto: la
presentación de Farmacity SA ante la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, procurando forzar su ingreso a la
provincia de Buenos Aires.
Con la intención de dejar sentada la posición de FEFARA
sobre el tema, me propongo abordar el asunto desde dos
aspectos centrales y bien diferenciados:
Sobre
la primera cuestión muy poco hay para analizar. En el
caso que nos ocupa, así como otros en los cuales estamos
hace años batallando (por ej.: Santa Fe), la cuestión
trasciende lo filosófico, lo sanitario, lo político y lo
social, porque estamos lisa y llanamente ante un intento
de desconocer tanto la legislación vigente, como los
fallos que han convertido en cosa juzgada esta
pretensión.
No se trata aquí de un choque de visiones e intereses
disímiles, sino de la increíble pretensión de una
corporación de satisfacer sus intereses comerciales
violando la ley vigente. Poco importa el nombre de quien
lo proponga o las vinculaciones políticas que tenga. La
respuesta es un NO rotundo. Carece de legalidad. Y
punto.
Sobre la segunda cuestión, vale reiterar una de las más
arraigadas convicciones que tenemos en FEFARA: la
farmacia comunitaria es un servicio público y, como tal,
cumple una función social. Por ello, y siendo la
farmacia una extensión del servicio profesional que
brinda el farmacéutico, resulta inaceptable que la
propiedad de la misma se encuentre en manos de una
sociedad anónima. Carece de legitimidad.
Nuestro límite en este tema son estas corporaciones,
porque:
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No
se conoce al dueño. Las acciones son más grandes que
la voluntad individual de un titular.
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Gustan mostrarse como la representación de la
modernización permanente, pero sus estrategias
centrales nada tiene que ver con la salud pública.
Quizás esto ni siquiera les importa.
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Operan con la mira puesta exclusivamente en el lucro
y resultan siempre muy eficaces para conseguir lo
que quieren.
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Son parte de la oferta y no de la demanda. Esto los
ubica en las antípodas de nuestra Federación.
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No
son pocos los rumores que han circulado sobre
presuntos acuerdos entre estos grupos económicos y
laboratorios de gran importancia… sin que podamos
tener certeza de su concreción, precisamente por las
características propias de estos tipos societarios.
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Quizás lo más relevante es que la presencia de estas
corporaciones no sólo no agrega ningún valor al
sector, sino que resulta dañino para la salud del
entramado asistencial establecido en la sociedad
argentina.
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No
son enemigos, pero tenemos intereses encontrados.
Por otra parte, estos actores suelen apelar a
encendidos discursos en favor del mercado y la libre
competencia. Sostienen que las regulaciones son
anacrónicas y distorsivas, porque restan
posibilidades de elección al público y atentan
contra la libertad de comercio. Suelen (de paso)
afirmar que los que estamos a favor de la regulación
del sector, lo hacemos como estrategia defensiva
ante la falta de capacidad para enfrentar los
desafíos.
DISCULPEN, PERO… ESTAMOS
PARA COMPETIR
Es justo señalar que, así como nos resulta inaceptable
que la actividad de una farmacia sea solo comercial,
debemos convenir que tampoco sirve pasarnos al extremo
opuesto. Los extremos, siguen siendo malos.
A los farmacéuticos nos ha costado mucho tiempo
reconocer que la actividad al frente de una farmacia,
demanda un sano equilibrio entre el ejercicio
profesional y la gestión empresarial de una unidad
económica. Aun considerando al medicamento como bien
social y herramienta sanitaria de primer nivel, no se
puede soslayar que en la farmacia oficinal se ejerce la
profesión farmacéutica en un ámbito en el cual hay
intereses comerciales.
Es por ello que en FEFARA hemos hecho (y hacemos)
importantes inversiones en equipamiento, desarrollo de
procesos administrativos y sistemas informáticos, con la
finalidad de asistir de manera eficiente la diaria
actividad de nuestra Federación; la de Colegios
integrantes y sus farmacias; y la de los numerosos
actores de la seguridad social que han confiado en
nosotros, para la mejor administración de sus recursos y
cobertura de sus afiliados.
Esto nos permite afirmar con fundamento que tenemos una
verdadera red de farmacias en el país. Debe entenderse
que esto trasciende largamente la simple confección de
un listado de nombres y direcciones de farmacias
asociadas, para pasar a ser una tarea en la cual se pone
a disposición de ellas un variado menú de oportunidades
de trabajo, apoyando su gestión con recursos y procesos
que cubren todas sus necesidades. Facilitando el acceso,
en pos de lograr la sustentabilidad de todos los
integrantes de la red.
Por todo lo dicho, debe quedar claro que en FEFARA
siempre estamos y estaremos dispuestos a competir con
cualquiera que quiera hacerlo leal y legalmente,
mientras tenga al medicamento como el centro de sus
intereses y preocupaciones.
Para esta competencia nos hemos preparado desde el mismo
inicio de nuestra vida institucional, diseñando y
poniendo en operación herramientas y procedimientos de
gestión comercial que ni siquiera las empresas
Gerenciadoras de la Industria han logrado tener. Y lo
hacemos para competir, lealmente y en igualdad de
condiciones.
La administración de contratos y el manejo autónomo de
la información que la actividad produce en todas sus
etapas, genera trabajo genuino y cohesiona nuestra red
nacional de farmacias, a la par que brinda independencia
económica y política a nuestra institución.
En FEFARA consideramos estar a la altura de las
circunstancias para enfrentar cada uno de los desafíos
que se presenten, en el marco de la ley vigente y con la
legitimidad que hemos sabido conseguir
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