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GESTIÓN Y FUNCIÓN SANITARIA
Para mejorar la atención de la salud de la población,
uno de los pilares estructurales lo constituye el
establecer un cambio de paradigma en la gestión
sanitaria, que revierta tendencias ya históricas y se
ponga a la altura de los desafíos actuales. El marco de
la nueva gestión, para alcanzar la equidad en salud,
debe ser la construcción de un Sistema Federal Integrado
de Salud (SFIS) público-privado de gestión pública (sin
distinción de titularidad jurídica) que garantice el
derecho a la salud como un derecho social.
Tal vez no esté de más remarcar las diferencias entre la
simple administración y la gestión. Mientras que la
primera aplica una responsabilidad acotada, la segunda
asume riesgos, no se limita a reconocer lo dado, sino
que innova. Busca la comprensión, y no solo acceder a la
información; mide resultados (modelo cualitativo) y no
solo volúmenes (modelo cuantitativo), así como también
emplea presupuestos por programa, lo que posibilita la
evaluación de costos, mientras que la aplicación de
presupuestos globales solo hace referencia a precios.
Por otro lado, el fracaso de la gestión en la economía
médica responde a desconocer lo que llamo la función
sanitaria en su complejidad topológica y en un contexto
claramente asistémico y anómico que oculta el conflicto
de intereses en que está inmersa el área sanitaria. A lo
que hay que agregar la desigualdad estructural en la
distribución de la riqueza, consideración de claras
características regresivas, cuantitativas y
cualitativas. Al decir de Joseph Stiglitz: “la
desigualdad sofoca, limita y retrasa el crecimiento,
frena la recuperación, y dilapida el recurso más
valioso: la juventud, debilitando así el tejido social”.
La función sanitaria, que presenté en una publicación de
Eudeba en 2003, contempla los componentes claves de todo
sistema sanitario, en la forma de función matemática,
tal como la introdujo François Viète cuando hacia 1591
reemplazó números por letras, dando lugar a la ecuación
con sus variables. La topología es un modo de abordar un
“conjunto de variables” que nos permiten un razonamiento
sobre modelos complejos, que por definición son abiertos
y dinámicos.
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Fs= |
Componentes Constitutivos
Financiador + Prestador +
Proveedor + Usuario |
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| Coordinador (Monitoreo+Logística)
+ (Informática+Comunicación) |
GESTIÓN, REFORMA Y
EVALUACIÓN
Los procesos de reforma deberán pretender abarcar los
sistemas de salud, combinando políticas sanitarias y de
gestión, que contendrán modificaciones estructurales y
organizativas, redireccionando los incentivos existentes
y marcando sendas a seguir para alcanzar las metas que
se propongan, sean en el plano de la atención médica
como en el de la organización de los recursos a emplear.
Un nuevo diseño en la arquitectura organizacional debe
tener como base tanto la Realidad Sanitaria como la
Viabilidad Financiera partiendo de lo que el pensador y
economista Marcelo Diamant denominaba la “estructura
productiva desequilibrada”, y así superar la disputa
esclerosante entre oferta y demanda, y encarar la
fórmula de producción de salud/consumo de atención
médica. Además de transparentar el presupuesto, así como
también los roles articulados de los componentes de lo
que denomino la cosmogonía dinámica (es decir, la
totalidad de los actores sanitarios actuando en forma
armónica). La meta de pasar del actual 93% del
presupuesto volcado a la curación a un 65% es posible,
si consideramos que en los países desarrollados es del
50%, lo que permitiría aumentar lo invertido en
rehabilitación (10%), investigación clínica (10%) y
prevención (15%).
El nuevo paradigma, basado en prevenir, implicaría
“producir salud”, lo que encierra fomentar conductas
saludables en la sociedad, algo muy diferente de
estimular el “consumo de asistencia médica”. De esta
manera, el primer modelo necesariamente reduciría de
contenido al segundo, que es el vigente. A mayor
cantidad de personas que evitan enfermarse, menor número
de aquellas atrapadas en el rol de “consumidores” de
servicios asistenciales y medicamentos.
Los aspectos centrales de todo proceso de planificación
no sólo pasan por reconocer las necesidades sino también
por identificar los problemas, evaluar los factores
predisponentes, condicionantes y determinantes abarcando
el conjunto de componentes que influyen en una
resultante tan polisémica como es de hecho la salud.
Para de esta manera, poner en marcha un tablero de
gobernabilidad que no solo permita la selección de los
cursos de acción o “caminos críticos” sino el monitoreo
continuo con los ajustes permanentes que estos
representan. Es decir, superar la frontera que existe
entre la planificación estratégica y la planificación
operativa y así poder desarrollar los criterios de
enunciación-acción-formación que posibiliten superar la
actual frontera cultural. La informática es la
herramienta básica de gestión a partir de reconocer que
esta es base para la toma de decisión, que se sustenta
en la acción, y muestra con claridad al discernir si
esta informatización hace referencia a estructuras
caducas, es decir, justamente, las que a partir de la
innovación deberían ser modificadas.
De ahí que la elaboración de políticas de salud y de
políticas de gestión no deba reducirse al análisis de
los llamados determinantes de la salud, sino que éstos
deben ser enhebrados en forma conjunta con los factores
predisponentes y condicionantes sociales. Una acción
estatal coordinada debe articular ambos niveles. Un
ejemplo que ilustra esta situación: es el de las
infecciones hospitalarias. En la Argentina, ese tipo de
infecciones históricamente han sido más elevadas de lo
que tendrían que ser.
Además, hay que combinar adecuadamente los niveles
macro, meso y micro, en cuanto a las políticas
sanitarias. Si solamente se anuncian planes puntuales,
el devenir de los procesos históricos los esteriliza. Y
si las formulaciones se mantienen en el plano de la
abstracción, tampoco sirven, porque el sufrimiento
sanitario existe minuto a minuto.
Ya hemos mencionado en otras oportunidades la falta de
una Agencia de Evaluación de Políticas Públicas, que, en
el área de la salud, debiera estar constituido por el
siguiente ensamble:
•
el Observatorio
Nacional de Salud (ONS).
•
el Ordenamiento
Territorial contemplando la actual reurbanización.
•
el Diseño en redes
coordinadas según grados de complejidad y economía de
escala.
•
a Función de
Agencia de Atención Médica (monitoreo y logística).
•
la Agencia Nacional
de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (AgNETS).
Sin pretender ahondar aquí en estos nodos, vale remarcar
la centralidad del Observatorio Nacional de Salud, que
en buena medida articularía el conjunto de funciones
sanitarias, en su rol de Agencia Sanitaria. Debería ser
un centro nacional de base virtual, que tenga el
propósito de realizar observaciones integrales e
informar en forma sistemática y continua sobre aspectos
relevantes de la salud de la población y de los
“sistemas de salud”. Sus principales funciones como
Observatorio incluyen vigilancia, monitoreo, análisis,
pronóstico, asesoría y desarrollo de reportes y
comunicación. En todo este ensamble, el componente
financiador está presente, pues, el ONS permite un uso
racional del flujo financiero, transparentando el costo
real en cada paso.
La magnitud del cambio necesario excede este artículo,
pero valga subrayar que se trata de modificaciones
articuladas, profundas y sostenidas en una dirección
unificada. Con un seguimiento y evaluación que permitan
ir perfeccionando sobre la marcha, corrigiendo e
innovando, con el aporte de las ciencias, el uso
racional de la tecnología, y la irremplazable
experiencia profesional. Pero siempre con la mira en la
finalidad médica –el bienestar del paciente–, y con la
responsabilidad estatal –los derechos de los ciudadanos–.
Director Académico de la Especialización en
“Gestión Estratégica de Organizaciones de Salud”
Universidad Nacional del Centro (UNICEN).
Autor de: “Claves Jurídicas y Asistenciales para
la Conformación de un Sistema Federal Integrado
de Salud” - Editorial Eudeba (2012) - “Salud y
políticas públicas” - Editorial UNICEN (2016) |
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