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Si partimos de la
base de que un buen sistema de salud es aquel que
obtiene los mejores resultados en términos de salud
(supervivencia, calidad de vida, satisfacción de su
población etc.) y utiliza cada peso de su presupuesto en
la forma más eficiente posible, podíamos afirmar que
para evaluar la calidad de servicios que proveen
nuestros financiadores (públicos o privados) deberíamos
analizar cuál es su población objetivo, de qué se
enferma esa población, qué prestaciones recibe para
atender esas patologías, cuánto cuesta esta atención y
qué resultados en materia de salud se obtuvieron.
En la actualidad, los financiadores del sistema de salud
tienen en general una información muy concreta sobre el
costo de las prestaciones médicas que reciben sus
afiliados, también tienen información sobre las
prestaciones que recibieron los mismos (aunque a veces
esta información resulta difícil de recopilar porque la
misma prestación puede denominarse de varias formas, por
ejemplo 06.02.99 en un contrato, Módulo Quirúrgico Nivel
1 en otro y Hernioplastia en otro), pero lo que sí se
puede afirmar sin riesgo a exagerar, es que en general
no tienen información de los resultados en términos de
salud que lograron dichas prestaciones, aunque en
algunos casos en base al nombre de la prestación resulte
posible inferir la patología que padecen los pacientes,
es tan mínimo lo que se sabe que no se puede considerar
a estos efectos.
Se podría decir que las organizaciones financiadoras de
salud ya sean públicas o privadas, ignoran en general de
qué se enferman sus afiliados, y también ignoran los
resultados en términos de salud de la atención médica
que recibieron.
Tampoco lo saben los directivos de los hospitales
públicos ni privados, clínicas, sanatorios etc.
Saben cuántos pacientes internados tienen, su promedio
de días de estada, cuántas consultas, cuántas atenciones
en la Guardia Externa o cuántas cirugías. Es frecuente
que esta información se encuentre desglosada por
especialidad, pero muy difícilmente se cuente con
información agregada sobre las patologías de los
pacientes y tampoco sobre los resultados en términos de
salud de lo que se hizo.
Todo esto empeora si nos referimos a los pacientes
ambulatorios, lo que agrava el panorama debido a que hoy
la medicina tiende a la atención ambulatoria,
domiciliaria y virtual.
Podremos saber si gastamos una cifra superior o inferior
al presupuesto prestacional, pero no tenemos idea si
gastamos bien o mal, sencillamente porque al no conocer
los resultados en materia de salud no podemos evaluar
correctamente la eficiencia en el uso de los recursos.
Asimismo, necesitamos conocer los resultados en materia
de salud para identificar a aquellos prestadores que
obtuvieron los peores resultados para excluirlos de la
red de prestadores o para exigirles que mejoren su
desempeño y a aquellos que obtuvieron los mejores
resultados para concentrar en ellos la atención de
aquellas patologías en las que obtuvieron los resultados
en cuestión.
Si miramos la realidad de nuestro país, esto parece de
ciencia ficción.
Sin embargo, en los últimos años, tanto en Europa como
en los EE. UU., e inclusive en algunos países de América
latina se está avanzado en modelos de pago basados en el
valor.
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Principios de Competencia Basada en Valor
(Según el Prof. Porter del Harvard Business
School)
1. El enfoque debe ser valor para el paciente,
NO SOLO REDUCIR COSTOS.
2. La Competencia debe ser BASADA EN RESULTADOS.
3. La Competencia debe ser centrada en EL CICLO
COMPLETO DE ATENCIÓN de condiciones médicas.
4. La atención de alta calidad debe COSTAR
MENOS.
5. El valor debe ser GUIADO POR EXPERIENCIA del
proveedor y prestador, escala y aprendizaje al
nivel de esa condición médica específica.
6. La Competencia debe ser regional, nacional e
internacional NO SOLO LOCAL.
7. La INFORMACIÓN de resultados para apoyo del
concepto de “Basado en Valor” debe ser DE
DISPONIBILIDAD AMPLIA.
8. Las INNOVACIONES que aumenten valor deben ser
deben ser ALTAMENTE PREMIADAS.
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Siete pasos para crear un ecosistema propicio
para la atención de salud basada en el valor
“Entrega de innovación con innovación en la
entrega”
•
Establecer una plataforma
para la recopilación y análisis de datos.
•
Armonizar la medición del
costo y los resultados.
•
Definir
monedas de transacción - Paquetes de cuidado -
Vías de atención integradas.
•
Alinear
riesgos y recompensas.
•
Rendimiento de referencia y publicar resultados.
•
Fortalecer
la capacidad del sistema de salud para la
entrega de innovación.
•
Permitir
el aprendizaje cruzado para la innovación
continua y la mejora.
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El concepto de
servicios de salud basados en el valor, o más bien, la
idea de combinar los resultados de la atención médica
con sus costos viene creciendo en las organizaciones
financiadoras de salud y entre las autoridades
sanitarias de todo el mundo a partir del año 2006, con
la publicación del libro Redefining Health Care, del
gurú del management Michael Porter y la médico y
académica líder del “movimiento del valor” en los
servicios médicos Elizabeth Teisberg.
PERO: ¿QUÉ ES VALOR EN SALUD?
En un principio parecería que hablar del valor salud
sería como iniciar un debate en el área de la
epistemología. Sin embargo, Michel Porter nos da una
visión muy concreta y práctica para medir los resultados
en salud:
En un artículo en JAMA en 2007, Porter afirmó que la
competitividad en valores es la base de la economía, y
que en el sistema sanitario sólo los médicos pueden
conseguir, si se lo proponen, que las actividades
clínicas tengan un sentido final, y no un sentido en sí
mismas, al tiempo que anima a los médicos a que tomen
conciencia de que tienen que repensar lo que hacen en
base a los tres pilares siguientes:
1. El objetivo principal de la actividad clínica es
mejorar la salud de las personas.
2. La práctica clínica se debe reorganizar en función de
los diagnósticos de los pacientes y de los ciclos
propios de las enfermedades.
3. Los resultados, ajustados por riesgo y por costes, se
deben medir.
Difícilmente alguien no esté de acuerdo con esto, pero
estos pilares parecen poco concretos.
Sin embargo, en cada afirmación está también la idea
guía para su materialización práctica.
Para los pacientes, significa un cuidado seguro,
apropiado y eficaz con resultados duraderos, a un costo
razonable.
Para los prestadores de salud, el nuevo modelo significa
emplear medicina basada en la evidencia y tratamientos y
técnicas probados que tengan en cuenta los deseos y
preferencias de los pacientes.
Sólo se gestiona y mejora aquello que se mide, por lo
que la medición del valor resulta un aspecto sumamente
crítico, pero para poder llevarla a cabo se requieren
profundas reformas en la manera de documentar los
tratamientos y los costos en salud.
Un estudio de The Economist Intelligence evaluó el
avance de 25 países hacia el modelo de “atención de
salud basada en el valor” (Value-based health care,
VBHC), a partir del análisis del nivel de alineamiento
de los países con el nuevo sistema de atención de salud
usando cuatro dominios:
-
Establecer la
política y las instituciones para una atención
médica de valor.
-
Sistema
estandarizado de medición de resultados y costos de
cada tratamiento.
-
Atención
médica integrada y centrada en el paciente.
-
Sistema de
pago basado en los resultados.
Los países de
América latina que participaron en este estudio fueron
México, Colombia, Chile y Brasil.
El estudio concluye que Suecia es el país más adelantado
en esta transición y Colombia el más avanzado en América
latina.
Colombia muestra un nivel alto de avance en la atención
médica integrada y centrada en el paciente.
En los otros dos dominios, el avance de Colombia es
bajo.
Chile tiene un nivel de avance moderado en tres
dominios, los de medición, atención médica y enfoque de
pago basado en los resultados. En materia de política y
fortaleza institucional, Chile está en un nivel bajo.
Pensando en el resto de la región, México muestra un
avance moderado en política y atención médica, pero su
nivel de avance es bajo en los dominios de medición y
enfoque de pago.
El nivel de progreso de Brasil es bajo en los cuatro
dominios.
La gravedad de la crisis que enfrenta en la actualidad
en nuestro país el sector salud, nos lleva a plantear
reformas radicales.
Si queremos que estas reformas sean sustentables,
deberíamos incluir la obligatoriedad de medir resultados
en salud.
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