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Han
pasado un poco más de treinta años, donde la relación
con el FMI; la necesidad de un ajuste estructural, las
privatizaciones y luchas estériles, y otros hechos que
pertenecen en la gran mayoría al siglo XX, nos llevaron
a oportunidades perdidas. (Vilosio 2015).
Algunos lectores interpretarán que al hablar de los
programas “oblicuos” del Siglo XXI, me refiriera en
relación con alguna paradoja del destino, cambio de
paradigma, diletancia intelectual o “licencia” poética.
No es así.
Si bien en el ámbito sanitario aún no figura el
concepto, existe en la estrategia. En el decenio de
1970, la OMS comenzó, por fin, a buscar un equilibrio
entre los programas verticales (centrados en una sola
enfermedad) y el enfoque horizontal (centrado en los
sistemas de salud). Hoy las Estrategias Oblicuas son
instrucciones, e ideas y posibilidades desarrolladas
desde 1980 por Brian Eno y Peter Schmidt.
En su origen, toman la forma de una baraja de cartas que
contiene una serie de sentencias ampliables y
modificables recopilada por sus autores a partir de
experiencias de trabajo en música o pintura (aunque lo
interesante es que son aplicables a cualquier
disciplina). Extraídas de forma aleatoria, estas
sentencias se emplean como herramientas para desactivar
situaciones de bloqueo, de presión o de especial
dificultad, sobre las que un acercamiento estrictamente
lógico y racional a menudo nos impide avanzar.
Rompiendo nuestro esquema lineal de pensamiento, las
estrategias oblicuas nos permiten activar nuevas
posibilidades, desarrollar actitudes alternativas sobre
un problema, o arrojar nuevas miradas sobre lo ya
existente. Son potentes herramientas para resolver
problemas de forma tangencial. Nos permiten abrir las
puertas a intereses y encuentros inesperados.
En la estrategia un frente de operaciones paralelo se
diferencia de un frente de operaciones oblicuo. El
paralelo presenta ventajas para las concentraciones
rápidas y para los ataques centrales, mientras que el
oblicuo sirve generalmente para preparar los movimientos
envolventes siempre que cubra bien las comunicaciones
del ejército a la vez que amenaza las del enemigo.
La matriz RMG es un elemento muy necesario para conocer
la competitividad de una empresa. Una herramienta de
análisis en marketing, netamente española, desarrollada
por la empresa que le da nombre. No fue casual sino tras
más de 20 años de investigación y experiencia en
marketing; se fue realizando el desarrollo de ésta. Y
lejos de ser pura teoría, se aplicó en casos concretos
de empresas y productos a través de auditorías de
marketing, siendo un elemento vital para evaluar la
situación de la empresa o el rechazo o aceptación de los
productos en el mercado y acerca a la empresa hacia la
“Excelencia” para ser eficaz y competitiva.
De este modo según la valoración que se le dé a cada una
de estas variables dentro de la empresa estudiada (eje
vertical), y en función también al grado de autonomía y
profesionalidad del departamento de marketing (eje
horizontal). Con las respuestas que se obtengan, se
construirá una pirámide que indicará la situación de
excelencia en la que se haya la empresa comparada en la
tabla del nivel de competitividad sumando las dos
coordenadas indicadas. La altura de dicha pirámide (suma
de las 10 variables estudiadas) se traducirá en la
aceptación o rechazo del mercado hacia la empresa o
producto.
El Marketing Relacional que está definiendo el estilo de
comunicación en el siglo XXI, utilizando Social Media
entre otros caminos, representa en sus objetivos
principales la creación de técnicas concretas para
fidelizar a la clientela. La evolución en el mercado ha
dado lugar a una etapa actual en la que lo importante
hoy en día es jugar a lo que se llama Marketing de
Percepciones en el que lo “importante no es serlo, sino
parecerlo”.
No creo que la Políticas en Salud deban ser un Mercado,
pero el hecho que aprendamos del Mercado no indica que
dejemos nuestros principios de Equidad y Solidaridad de
lado. Aunque no parezca académico la serie
estadounidense del Dr. House, puede verse como un grito
casi desesperado, para que la ética vuelva a presidir
las relaciones humanas en un mundo pervertido por la
falsedad de lo políticamente correcto. Lo esencial es la
ética inquebrantable: el rechazo a la hipocresía tan
posmoderna y poscristiana. Lo realmente inmoral es
quedarse en los medios, métodos, reglamentos y no hacer
el bien.
Por otra parte, podemos cumplir las normas y no ser
buenos. Ya aconsejaba Don Quijote a Sancho que no
hiciera “muchas pragmáticas, y si las hicieres, procura
que sean buenas y, sobre todo, que se guarden y se
cumplan, que las pragmáticas que no se guardan lo mismo
es que si no lo fuesen”. Cumplir la norma no garantiza
ni que se haga el bien, ni que éste marque las pautas de
una sociedad.
El posmoderno es egoísta. Un sentimiento, por
definición, es particular, nunca universal. No es un
principio ético, aunque la cultura posmoderna se empeñe
constantemente como referentes en los debates éticos en
los que nos jugamos el futuro... “Quiten de esos debates
el sentimentalismo y se acabaron las objeciones”. Nadie
dice que sea santo. Pero quiere hacer el bien. La ética
no es cosa de normas, ni de sentimientos etéreos, sino
la combinación de todo ello a la luz de la prudencia,
con ese objetivo: el bien. “Este médico no viola normas,
las ignora”. Porque para inventarse normas, códigos y
procesos están los intervencionistas del signo que sean,
que odian la ética porque temen la libertad.
Las diferentes analogías entre este médico ficticio y
Sherlock Holmes, y explica el método de diagnóstico
mediante el razonamiento abductivo que Charles Sanders
Peirce (1839-1914) llamó retroducción. Si bien, la
traducción tiene dificultades, en parte por el uso del
slang médico en el texto original y porque expresa los
términos filosóficos literalmente permite una adecuada e
interesante mirada para entender al personaje y su
universo.
(*)
Título Médico.
Magíster en Administración de Sistemas y Servicios de
Salud. UBA - FSG. Doctorando en Ciencias Éticas,
Humanísticas y Sociales Medicas. UBA |