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Los términos medicina de precisión, medicina
personalizada y medicina predictiva se han incorporado
con mucha fuerza al listado de las varias adjetivaciones
que recibe –y probablemente cada vez con mayor
frecuencia– la medicina, desde ámbitos académicos y
comerciales.
Por extensión, las dos primeras expresiones se refieren
a una medicina cuyas intervenciones son diseñadas para
cada paciente según sus particulares necesidades. Su
herramienta central sería la genómica, y junto a ella el
big data.
A primera vista la cuestión parece sencilla: si en el
nivel subcelular de cada uno de nosotros reside la
información genética que nos hace ser quienes somos,
conocer esa información en detalle nos permitiría
prevenir y tratar las enfermedades a través de las
cuales se expresa hoy la finitud de la vida, y, por
supuesto, disminuir el sufrimiento que producen, tanto a
través de medicamentos como intervenciones de ingeniería
sobre la estructura de los genes.
Nos dicen los expertos que los seres humanos nos
diferenciamos entre nosotros sólo por el 0,1% de la
estructura del ADN, y que es allí donde se define no
sólo que seamos personas físicamente diferentes, sino
también el distinto riesgo de aparición de enfermedades,
las que podamos heredar o transmitir a nuestros hijos, y
también cómo responderemos a determinada medicación.
Genómica, farmacogenómica y farmacogenética van a la
cabeza de las promesas de esta medicina a medida.
Big data implica, básicamente, la capacidad de
recopilación de una enorme cantidad de información que
generamos las personas (2), a partir de múltiples
fuentes, en conjunto. En el caso específico de los
servicios de salud éstas serían los registros clínicos,
el Internet de las cosas, el intercambio de información
y comunicación a través de Internet y redes sociales,
blogs, y call centers, p.ej.
Además de la capacidad de recolección y elaboración de
estadísticas a partir de ingentes volúmenes de datos, el
concepto incorpora las herramientas de inteligencia
artificial: básicamente cada vez mayor capacidad
analítica de grandes volúmenes de información, en forma
automática, desarrollada en base a la incorporación al
software de funciones cognitivas de los humanos, por lo
tanto con alto grado de flexibilidad, capacidad de
percibir condiciones del entorno y de maximizar las
posibilidades de éxito en su tarea; y aprender.
Así, las decisiones referentes al tratamiento o la
prevención de enfermedades se tomarían en base a la
integración de las características genómicas y
moleculares propias de cada persona en cuestión, su
información clínica, sus hábitos, deseos y expectativas.
La medicina predictiva sería la aplicación de esta
capacidad de anticipación a riesgos significativos para
cada persona, genética y conductualmente determinada.
Por extensión, la medicina perfectiva, o de mejora, se
enfoca no ya en evitar enfermedades sino en modificar el
genotipo de manera de lograr la expresión fenotípica de
características deseadas por las personas.
La promesa del mercado es, ciertamente, enorme.
Compleja. Costosísima en términos económicos, y
disruptiva en términos morales y éticos.
Por ahora son más las promesas que las realidades. La
genética (3) y la epigenética no han puesto todavía a
disposición de la industria las doradas herramientas que
promete la medicina adjetivada. Por su parte los voraces
algoritmos del big data tropiezan, al menos en países
como el nuestro con la mala calidad de las bases de
datos disponibles y los problemas de conectividad.
Los gobiernos debieran inquietarse. Tan previsible como
que algunas de las promesas serán realidad más temprano
que tarde, es el hecho de que no estarán disponibles
para todos, simplemente porque en gran parte del mundo
ni siquiera lo están los “viejos” medicamentos de
síntesis, ni son accesibles prestaciones muy básicas
como la consulta oportuna con personal sanitario
entrenado. Es decir, se profundizará groseramente la
inequidad sanitaria.
Para los que tienen responsabilidad sobre las políticas
sanitarias la disyuntiva es clara, el incuestionable
deseo –y necesidad– de una mejor y más efectiva medicina
para mejorar la calidad de vida requiere de atención a
las necesidades y peculiaridades de las personas, y no
ya de la suma de programas poblacionales orientados por
enfermedad o riesgos, ¿lo lograremos en base al genoma y
la capacidad de pago de las personas, o a través de la
integración de servicios sociales y sanitarios en forma
acorde a las diferentes etapas vitales?
Cuarenta años después de Alma Ata la atención primaria
es más retórica que realidad. Los logros obtenidos han
requerido mucho más tiempo que los espectaculares
avances tecnológicos de la ingeniería genética que hoy
animan sueños de inmortalidad (4), y también pesadillas
eugenésicas.
1
http://www.nogracias.eu/2018/04/25/mas-alla-la-puerta-tannhauser-abel-novoa/
2 Se ha calculado que diariamente se producen en el
mundo 2,5 trillones de bytes de datos.
3 Estudio de los factores que afectan la expresión del
ADN sin alterar su secuencia: el ambiente celular, que
también interviene en la regulación heredable de la
expresión génica.
4 Ya se puede vencer a la muerte, nota de tapa. Revista
Noticias. 15/07/2017.
(*)
Médico.
Máster en Economía y Ciencias Políticas.
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