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 Encuesta Poliarquía – Prosanity


Tabaquismo en la Argentina

El consumo de tabaco en la población general

Poliarquía Consultores y Prosanity Consulting se han asociado para desarrollar un Programa de Estudios de Salud (PROESA) centrado en el seguimiento de los factores de estrés y la atención sanitaria. El programa se ejecuta mediante un sondeo de opinión mensual en las 40 principales ciudades del país, implementándose desde enero de 2017.
De acuerdo con la encuesta nacional de Poliarquía y Prosanity efectuada a fines de abril de 2018, uno de cada cuatro argentinos -mayores de 18 años- fuma en la actualidad. Conforman este grupo un 14%, que son fumadores diarios, y otro 11% que se declara fumador ocasional. Mientras tanto, la mitad de la población responde que nunca ha fumado.
En términos generales se observa que, entre las mujeres y la población con mayor educación formal, el tabaquismo está menos extendido. En efecto, mientras que el 42% de los varones responde que nunca fumó, entre las mujeres ese valor asciende al 56%. Por su parte, el 53% de los que poseen estudios terciarios o universitarios declara no haber fumado nunca, contra el 42% de aquellos de condición educativa baja.
El lugar de residencia también resulta determinante del hábito de fumar. La investigación muestra que a medida que desciende el nivel de urbanización también decae la cantidad de fumadores. Así, declaran no haber fumado nunca el 52% de los habitantes del interior del país y el 47% en el GBA, mientras que ese valor desciende a 42% entre quienes se domicilian en la ciudad de Buenos Aires. En la capital se registra además la más alta proporción de ex fumadores.
Otro interesante hallazgo de la investigación de Poliarquía y Prosanity es que el hábito de fumar se inicia en edades muy tempranas. Los datos resultan contundentes: dos tercios de los fumadores actuales y el 55% de los ex fumadores, adquirieron esta conducta cuando tenían menos de 18 años.

Caracterización del consumo entre fumadores

Considerando la población que posee el hábito de consumir tabaco, el estudio muestra que el 55% fuma menos de 10 cigarrillos por día, mientras que casi una cuarta parte de la población consume entre uno y dos atados por día. Más de 20 cigarrillos es la cuota diaria del 17% de los argentinos.
La cantidad de cigarrillos consumidos varía según sexo y edad. Las mujeres tienden a fumar menos cantidad que los varones, aunque la diferencia no es significativa. En cambio, la edad de la población determina una tendencia marcada: se fuma mayor cantidad a medida que se envejece. En efecto, mientras que el 63% de los menores de 30 años declara fumar menos de 10 cigarrillos, entre los mayores de 50 ese valor se reduce al 45%. En este grupo etario el 35% fuma entre 10 y 20 cigarrillos diarios, en tanto que ese consumo lo realiza menos del 20% entre los jóvenes.

¿Qué hacen los argentinos para dejar de fumar?

La investigación de Poliarquía y Prosanity revela asimismo que el 58% de los fumadores ha intentado abandonar alguna vez el hábito, contra el 35% que nunca se lo propuso. Es interesante observar que los mayores de 50 años, quienes fuman más cantidad, parecen tener noción del perjuicio del hábito para la salud, por cuanto se han empeñado en abandonarlo en una proporción mayor que los más jóvenes –aunque esto podría responder a un efecto del paso del tiempo. En efecto, más de dos tercios de los mayores confiesan haber intentado dejar, mientras que esa voluntad desciende a la mitad entre los menores de 30 años.
Tal vez uno de los principales hallazgos de esta investigación es que el intento de dejar de fumar se desarrolla por afuera del sistema de atención de la salud, basándose en el esfuerzo personal del fumador, que se desarrolla, en la mayoría de los casos, aparte del diagnóstico y el consejo médico. Esta conclusión se obtiene al constatar que casi el 80% de los fumadores que se propusieron abandonar el hábito no acudieron al consejo y supervisión de un médico o del sistema sanitario para afrontar ese difícil proceso. Esta conducta no registra, además, diferencias significativas según el tipo de cobertura sanitaria de la población, mostrando que responde a un perfil conductual del fumador en nuestra cultura.
Que los argentinos decidan dejar de fumar sin recurrir a profesionales, no significa que éstos no les hayan dado el consejo de hacerlo. Según los datos recogidos, la mitad de los que emprendieron este camino recibieron la sugerencia de abandonar el tabaco. Esta indicación crece claramente de acuerdo a la edad de la población. Casi dos tercios de los mayores de 50 años han sido inducidos por médicos a dejar el cigarrillo, mientras que algo más de un tercio de los menores de 30 años recibieron esa recomendación -esto podría responder también a efecto del paso del tiempo o la minimización de los riesgos del hábito tabáquico en los jóvenes-.
Acaso una explicación de la baja utilización de servicios médicos para abandonar el consumo de tabaco se explique por la dificultad para encontrarlos.
La no concurrencia a los profesionales para dejar de fumar explica, asimismo, la bajísima utilización de recursos medicinales para este fin: apenas el 3% de los fumadores afirma haber utilizado medicaciones y el 6%, parches o chicles de nicotina. La conclusión, ya adelantada, es que los argentinos dejan de fumar sostenidos en su propio esfuerzo y convencimiento, pasando de etapas contemplativas a la acción de dejar el hábito tabáquico bajo el esfuerzo personal que sucede independientemente del sistema sanitario. Lo confirma una cifra contundente: 9 de cada 10 argentinos que lograron el objetivo no recurrieron a la medicina, ni a las ayudas farmacológicas que morigeran el síndrome de abstinencia que se produce al momento del abandono del consumo de tabaco.

CONCLUSIONES

Las mujeres continúan teniendo menor exposición al consumo de tabaco que los hombres, a pesar del importante crecimiento en su participación en el mercado desde la década de 1960, en la que el consumo de tabaco representó una forma de “autonomía” y “empoderamiento” de las mujeres en Occidente.
Un cuarto de la población argentina adulta es considerada consumidora activa del tabaco; coincidiendo este guarismo con los datos de la “Encuesta de Factores de Riesgo Cardiovasculares”, llevada a cabo, en su última versión, en el año 2013.
El lugar de residencia y el nivel de urbanización impresionan como determinantes para ser o no fumador. Siendo el interior del país un enclave cultural de menor exposición al riesgo del tabaco.
El estudio confirma que el hábito tabáquico comienza a edades muy tempranas (menores de 18 años y aún menores de 15 años). Este comienzo precoz también es marcador para poder transformarse en un exfumador, siendo que aquellos que comenzaron en edades más tardías, tienen mayores probabilidades de abandonar el hábito tabáquico que aquellos que se han iniciado en edades muy tempranas. Este punto impresionante determinante a la hora de la definición de políticas públicas.
La mayor parte de los fumadores desea quitarse el hábito tabáquico de sus rutinas.
La población fumadora está desatendida por el sistema sanitario, dado que la mayor parte de los exfumadores lo ha logrado por sus propios medios, no encontrando canales sanitarios para su atención.
El tabaquismo activo y pasivo es responsable del 19% de las muertes prevenibles; esto significa que el hábito tabáquico es responsable de casi 1 de cada 5 personas fallecidas en el mundo.
Enfrentar a este flagelo, requiere de múltiples intervenciones en todos los niveles de prevención (primaria, secundaria y terciaria).

 
 

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