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Debate


Cambios en el entorno de trabajo:
¿mejora importante o motivo de insatisfacción y estrés?

Por el Dr. Héctor Barrios(*)

 
Corría el año 1975. Traje, camisa, corbata y zapatos nuevos. Todo recién equipado. Media hora antes de la hora convenida, yo ya estaba en las oficinas del que sería mi primer trabajo. Después de los saludos de rigor, una secretaria me acompañó y abriendo una puerta me dijo: “este es tu despacho”. Le agradecí, cerré la puerta y me senté en el escritorio...no lo podía creer, a punto de graduarme en la Universidad, pero sin experiencia alguna, me encontraba en “mi” oficina. Nunca olvidé esas emociones que tuve el primer día.
Naturalmente, a lo largo de algo más de cuarenta años, me tocó cambiar de trabajo, pero siempre tuve la fortuna de contar con un despacho personal.
Por todo esto que acabo de contar, resulta claro que no poca fue mi sorpresa cuando el año pasado, al ir a visitar al CEO y a la directora de RR.HH. de un banco internacional, vi que todos los directores del banco compartían un lugar común, un ala completa de un piso, pero sin ningún despacho, sin, paredes, sin mamparas, ¡¡Sin nada!!!
Yo estaba acostumbrado a ver estas nuevas políticas en las empresas de tecnología, pero evidentemente la política de “open office” avanzaba sin distingos de actividades.
Este modelo por cierto ha conquistado -y sigue conquistando- el mundo corporativo, estimándose ya que un 70% de las oficinas en empresas de EE. UU. siguen este modelo, obviamente con las compañías de Silicon Valley liderando la corriente.
No más papeles sobre el escritorio, no más fotos familiares ni cosas personales...en resumen, no más escritorio propio. Cada uno cuenta con un “locker” en donde guarda sus elementos de trabajo -incluida su laptop que puede llevar a su casa- y que recoge todos los días para ubicarse en un puesto de trabajo no prefijado y que en general, debe variar obligatoriamente.
La razón por la que esta política se va extendiendo no es demasiado rebuscada: disminución de costos operativos de la mano de la optimización del espacio.
Las pruebas son elocuentes: El gerente de RR.HH. de una de las empresas más importantes de tecnología del país me confirmaba hace muy poco que ellos habían crecido un 40% en su estructura de personal sin agregar un solo metro de oficinas.
Sin dudas se trataba de una contribución evidente a la reducción de los costos operativos. El impulso al trabajo en equipo y la eliminación de las jerarquías, son otros dos factores citados recurrentemente por los especialistas e impulsores del modelo.
Naturalmente, estos cambios, como no podía ser de otra forma, presentan también consecuencias negativas y los detractores del modelo no dejan de poner un particular acento en algunas de ellas.
Sin dudas la pérdida de la privacidad -para los empleados que gozaban de ella- resulta un factor generador de disconfort y de estrés. Por ejemplo, digamos que una conversación telefónica puede ser mucho más práctica y útil si no se tiene la sensación de que otros la están escuchando o incluso que se está molestando al resto.
También el ruido genera una molestia señalada por la mayoría de las personas que se muestran disconformes con el modelo. De hecho, un trabajo referido al tema publicado en la prestigiosa Harvard Business Review, señala que la privacidad mejora la satisfacción de los empleados y, en consecuencia, sus resultados. Naturalmente, a la inversa.
También se señala la presencia de crecientes factores de estrés y de insatisfacción y la consecuente disminución de productividad como consecuencia de dicha pérdida.
Si bien este modelo como ya señalamos fue fuertemente impulsado por las empresas de tecnología, digamos que no todas las empresas son como Google -para citar alguna de ellas- ni tampoco todas las compañías tienen el mismo tipo de empleados.
Por supuesto que me resultó original y simpático ver en una empresa tecnológica a “los chicos” trabajando “tirados” en sillones o jugando al ping-pong, pero no me resultó tan simpático ver en otras empresas, como el banco que comenté, que no hay más espacios propios.
Pensar los espacios de trabajo tiene relación directa con pensar cuales son los objetivos del negocio y también pensar en las necesidades particulares de los que trabajan en ellas. Es decir que para algunas empresas el intercambio es fundamental y en otras la privacidad es algo de lo que no se podrá prescindir.

El tiempo lo dirá amigo lector...

(*) Director de Salud Corporativa de Willis - Towers Watson.

 
 

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