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Columna


La salud no espera
El desafío de la gestión sanitaria

“Me hierve la sangre al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la Patria”
Manuel Belgrano

Por el Doctor Ignacio Katz

 
La elección de un nuevo mandato de gobierno debería ser una oportunidad para debatir profundamente nuestra realidad sanitaria, y sobre todo propuestas superadoras. Lamentablemente, sin embargo, la salud no ha sido un tema prioritario de la campaña electoral. Ello no significa que no existan declaraciones de rigor, e incluso voces pertinentes, pero que no alcanzan la dimensión de un tema público de agenda, cuando debería serlo, pues en ello se juega nada menos que la vida y la salud de toda la población.
Existen numerosas crónicas del sinsentido del área sanitaria pero pocas alternativas coherentes para la misma. No puedo dejar de señalar el recurrente “gatopardismo” que busca cambiar todo para que nada cambie, o lo que se denominó falsa petición humanística, es decir, propugnar aquello que no se concretó cuando pudo haberse hecho.
Los nombres de Secretaría o Ministerio tienen peso simbólico, pero por sí no cambian nada de lo que hay que cambiar. Modificaciones en las compras de medicamentos son deseables para no malgastar el erario público, pero resulta además indispensable rever los criterios de medicación. Comprar más barato lo que no se debería comprar sigue siendo un error.
De fondo, vivimos hace décadas en una inercia sanitaria, con movimientos que modifican algo para no modificar nada. O como dijera Edgar Faure, ministro francés, “la inmovilidad se ha puesto en marcha, y no sé cómo detenerla”. Necesitamos que la salud llegue al debate democrático para que la democracia llegue a la salud. Ello implica una reforma integral que conlleva necesariamente un gran acuerdo sanitario, y no meras reformas aisladas.
Debemos afrontar la complejidad de una dimensión como la salud que atraviesa todo el cuerpo social. Desde la infraestructura, a la matriz productiva, los flujos migratorios, la biodiversidad y la heterogeneidad cultural, por no hablar de la profunda desigualdad económica, la dimensión territorial, y un largo etcétera.
No podemos limitarnos a los deseos, o al inconsistente lema que concatena necesidades con derechos, sin advertir que faltan recursos, obligaciones y controles. En otras palabras, debemos atender a la cascada conceptual que nos recuerda que no hay deseos sin estructura; estructura sin sistema; sistema sin función; función sin órgano; órgano sin finalidad.
Existen avances en algunos ejes de debate, que debemos rescatar para que no se pierdan en la maroma discursiva. Se ha planteado, por caso, la necesidad de integrar al sector público y privado, aunque sólo sea en la atención primaria, en vez de estrategias unilaterales del sector público. Pero deben ser acompañadas por la audacia política de tocar puntos sensibles e intereses fuertes. Se requiere de articular y negociar, teniendo en cuenta los distintos poderes, tanto los estatales, como el Ejecutivo, Judicial y Legislativo, así como los de la llamada sociedad civil, como el poder Sindical, la Prensa, la Burocracia, las corporaciones, entre otros.
El Estado Nacional debe liderar la opinión pública para que acompañe en la conquista de sus necesidades y no limitarse a consentirla en el reconocimiento de sus deseos superficiales, lo que implica confundir necesidades objetivas de las personas con la demanda de consumidores. Además, la oferta crea su propia demanda, lo cual constituye un peligro en salud. Sería más adecuado, entonces, suplantar el planteo de oferta y demanda en salud, por la dupla de producción de servicios sanitarios y consumo de atención médica oportuna, adecuada y equitativa.

LA SALUD NO ESPERA

La crisis actual golpea a los subsectores inmersos en una profunda anomia. Tenemos reclamos como:

1. Falta de financiamiento.
2. Deuda con las obras sociales: 10 mil millones en alta complejidad.
3. Necesidad de acuerdo con los laboratorios.

En este ámbito, debemos pasar de la discusión político-técnica a la reflexión y el pensamiento crítico. Abandonar el compromiso de palabra y las propuestas de ajuste y perfilamiento, y afrontar el efecto ocaso que requiere un cambio de paradigma y un nuevo diseño organizacional. Debemos plantear la necesidad de enfrentar el término fragmentación que oculta dilución de responsabilidad, complicidad, inconsciencia, etc. En definitiva, la injusticia. Y restablecer valores elementales como la fraternidad, además de la libertad y la igualdad.
La realidad no espera. Estamos en una crisis humanitaria. Reclamo no es propuesta, y participación no es paritaria. Participar es contribuir a superar el estado de caos que desgarra el tejido social, y apuntalar la prioridad: restaurar una vida digna.
La realidad nos muestra todo lo contrario. Intereses que se imponen sobre los valores morales, el negocio se impone sobre la medicina, y las finanzas sobre la salud. Es lícito y lógico que empresas vinculadas a la salud se preocupen por la devaluación del peso, lo que resulta cruento es la devaluación moral que implica que a ello se reduzca el debate sanitario. Si de dinero se trata, más que su falta debería preocupar su distribución. Además de concentrarse en un 95% en curación y apenas un 5% entre prevención e investigación, tenemos errores de la medicación, gastos superfluos en tecnología médica, y procedimientos indebidos.

OPORTUNIDAD Y DESAFÍO

Es tiempo de decisión política, responsabilidad profesional y participación ciudadana. El Pacto Social que se pregona debe incluir un acuerdo para una gestión adecuada en salud a fin de alcanzar un nivel de equidad social. Para ello se requiere de:

a. Diseño de una política
b. Planificación estratégica
c. Capacidad de gestión
d. Transparencia moral

Para lo cual se necesita de flexibilidad táctica, consistencia estratégica y agilidad logística.
Para terminar, me permito apuntar en forma de pregunta algunos de los desafíos que debe afrontar esta verdadera gesta democrática.

¿Cómo superar la fragmentación actual que alcanza un grado de anomia e injusticia?
¿Cómo aprovechar los recursos dispersos, sino con una integración de los subsectores?
¿Qué implica producir salud para las necesidades de la población, en vez de ofertar salud para las demandas de consumidores?
¿Cómo fortalecer el rol del Estado Nacional como rector y regulador, y cómo articularlo con el federalismo sin caer en la autonomización que deja a su suerte a cada jurisdicción?
¿Cómo alcanzar una planificación estratégica si no contamos con un Observatorio Nacional de Salud, un mapa sanitario y un ordenamiento territorial?
¿Cómo involucrar a la población para que participe de la reforma?
¿Cómo articular intereses y hasta valores diversos, manteniendo las responsabilidades asimétricas?
¿Cómo involucrar a las Universidades, en su insustituible rol de formadores profesionales? ¿Cómo a los colegios médicos?
En síntesis, cómo coordinar los componentes de financiador, prestador, proveedor y usuario.

En definitiva, cómo salir de la lógica del reclamo, de la crónica y del parche, para ingresar en el camino de la propuesta y de la transformación superadora.

Ignacio Katz, Doctor en Medicina - UBA. Director Académico de la Especialización en “Gestión Estratégica de Organizaciones de Salud” Universidad Nacional del Centro - UNICEN. Autor de: “La Fórmula Sanitaria” Eudeba (2003). “Claves Jurídicas y Asistenciales para la Conformación de un Sistema Federal Integrado de Salud” - Editorial Eudeba (2012). “Argentina hospital. El rostro oscuro de la salud” - Visión Jurídica Ediciones (2018)
 

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