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En el campo de la Medicina, desde siempre, el error ha
sido una de las causas de producción de daños
psicofísicos en los pacientes, que han llevado a los
médicos a Tribunales, o al menos a situaciones harto
conflictivas.
En algunos casos por el error del diagnóstico, error en
el tratamiento, error en la persona destinataria del
acto quirúrgico, error de lado en que debe realizarse el
acto, error en el miembro u órgano, error en la
medicación suministrada o en la vía para aplicarlo, y
otra barajada serie de acontecimientos.
Es decir, que como hemos venido comentando a lo largo de
todas las anteriores columnas en Revista Médicos, el
error está latente.
James Reason propone una clasificación de los errores en
tres categorías:
1. Los errores de rutina:
corresponden al
funcionamiento que se basa en el acostumbramiento (“yo
siempre lo hice así”).
Se trata de fallas en la vigilancia de la ejecución. La
acción se desarrolla sin un control consciente, dentro
del marco de problemas habituales. El sujeto no ha
tomado conciencia de la existencia del problema. Se
trata de los errores más frecuentes.
2. Los errores de activación de conocimiento:
el sujeto se encuentra frente a una dificultad que no
puede resolver de una manera rutinaria. Tiene conciencia
de tener un problema y busca una solución. El error va a
resultar de una mala solución, la que resulta a su vez
de la activación de una mala regla.
Este error no es contradictorio con la idea de que el
sujeto posee por otra parte el conocimiento de la
solución correcta, pero no ha sabido activarla,
recuperarla en la memoria, o no ha podido, por falta de
tiempo, utilizarla. Le ha dado otra solución -menos
válida pero inmediatamente disponible- que se ha
impuesto a su lógica de acción.
3. Los errores de posesión de conocimiento:
el sujeto ignora la
solución del problema que debe resolver. Moviliza toda
su cognición, lentamente, paso a paso, para producir una
nueva solución. El error puede entonces revestir
diferentes formas: solución correcta fuera del plazo
necesario; solución incorrecta; mala solución.
¿QUÉ HACER?
Teniendo en cuenta lo comentado, la prevención de las
fallas humanas se basa en la construcción de Sistemas
Interinstitucionales capaces de limitar y de tolerar los
errores.
Los requisitos previos son por supuesto la adecuación de
la competencia (capacidad intelectual) de los operadores
con las misiones que les son confiadas, y obviamente un
presupuesto.
Esto permite en especial tratar de reducir los errores
de posesión y de activación de conocimiento sin
suprimirlos totalmente.
Ese mecanismo da origen a los procesos de selección, de
formación y de calificación de los profesionales. No
obstante, como ya está visto en los últimos veinte años
en la Argentina, este enfoque no es suficiente. Si se
revisa este proceso en las Instituciones en nuestro país
y se profundiza analizando y evaluando cada Legajo del
médico “acreditado”, veremos que ha resultado
insuficiente, con algunas mínimas excepciones.
Reason insiste en una premisa: el error no es evitable,
pero es relativamente previsible en función de lo que
está en juego en el momento, las condiciones de trabajo,
las competencias, y fundamentalmente el grado de
conocimiento que poseen los actores de primera línea.
Lejos de ser una realidad inquietante para la seguridad,
esa visión realista pone el acento sobre la necesidad de
darle tratamiento a las circunstancias que favorecen la
producción de los errores o sus consecuencias, más que
procurar suprimir todo error. Suprimirlo es imposible.
Es una utopía. El que lo promete, miente o se miente a
sí mismo.
Lo que hay que considerar en realidad son todas las
acciones humanas que fueron vinculantes entre el
accidente y el error que produjo el daño o el resultado
inesperado.
Un sistema seguro no es aquél en el cual no se cometen
errores, sino un sistema que se protege mediante una
serie de defensas en profundidad contra el desarrollo de
“historias de accidentes” a partir de los errores
cometidos. Ninguna de esas defensas puede garantizar la
seguridad, pero su acumulación termina por conferir una
confiabilidad aceptable al Sistema Interinstitucional.
La detección y la recuperación retrospectiva acerca de
la producción de los errores ocupan, un lugar importante
dentro de esos sistemas. La literatura muestra de una
manera convergente (Allwood, 1984; Rasmussen, 1997;
Reason, 1993; Rizzo y otros, 1987, etc.) que los
operadores más brillantes no son los que cometen menos
errores, sino aquellos que detectan y recuperan mejor la
información sobre los errores cometidos, para tratar de
evitar que vuelvan a ocurrir.
Para desarrollar una cultura Institucional de Gestión de
los Riesgos y Seguridad del Paciente, conviene disociar
las nociones de falta por un lado y de error por el
otro. Es necesario conocer qué es lo que no se ha venido
ocurriendo en la historia siniestral dentro de los
establecimientos médicos, para tratar de evitar que
vuelva a pasar, haciendo lo que no se hizo. Y sobre todo
cuantificar en cuánto se ha visto afectado el patrimonio
de los actores involucrados, incluido obviamente el del
establecimiento médico.
Lo más probable es que el sistema de trabajo médico en
la Argentina, conspire para el desarrollo de un Sistema
Interinstitucional de esta cultura. Pero atentos, cuando
el momento del reclamo llega, los médicos estarán de un
lado y los establecimientos del otro, en materia de
defensa.
El error humano siempre se presentó como una falla
culpable (imprudencia, impericia, negligencia) ligada a
la inconstancia y a la soberbia del ser humano, capaz de
lo mejor y de lo peor. Es a la vez un obstáculo enorme
para la obtención de una performance regular y
repetitiva, y también la fuente de fallas más graves que
ponen en evidencia la permanencia de la frecuencia y la
severidad de la producción de errores en el sistema del
cuidado de la salud en la Argentina.
Para desarrollar una cultura de Gestión de los Riesgos y
de Seguridad del Paciente, debe desarrollarse antes una
acción interinstitucional de análisis de conductas,
procedimientos, conocimiento e interés de los
profesionales y técnicos, que debe ser examinada
independientemente de la responsabilidad del individuo.
Se trata de determinar las causas y el contexto del
error. Esto supone liberarse de la búsqueda del
responsable.
En efecto, todo sistema de producción lleva en sí mismo
condiciones que favorecen el error: defectos de
concepción, defectos de reglamentación, carencias de
management. Se trata de errores latentes. El operador de
primera línea revela esos errores latentes mediante
errores patentes con motivo de circunstancias
particulares.
El análisis de la producción de los eventos dañosos ya
no debería estar centrado únicamente en buscar los
errores de los operadores. También debería estar en la
búsqueda de las inexistencias o las insuficiencias en
las defensas del sistema de producción
interinstitucional que permitieron que el error del
operador, la falla en la defensa o una combinación de
todas, degeneraran en un accidente dañoso.
Para hacer progresar la Seguridad del Paciente, sería
conveniente considerar que el accidente no está ligado
únicamente al error del operador (¿“Y por casa cómo
andamos?”).
El accidente está más bien ligado a las situaciones en
las cuales un error humano ha podido ocurrir, y,
mediante una “cadena de circunstancias”, conducir al
accidente por falta de protección del Sistema de
Producción.
El accidente no es más que el revelador de una o varias
defensas inexistentes o defectuosas del sistema en su
conjunto. Un sistema seguro debería permitir resistir a
los errores humanos y a las fallas de la defensa y
protegerse contra sus consecuencias: se trata del
enfoque sistémico de la Gestión de los Riesgos y la
Seguridad del Paciente.
Sin embargo, en cientos de casos, el error humano será
considerado como una falta susceptible de comprometer
una responsabilidad, pero del otro, del actor de primera
línea, y no del “Sistema de Producción” al que ese
“otro” se incorpora casi siempre por un breve lapso.
Entra, se equivoca porque no hay defensa que se lo
impide y se va, dejando las esquirlas repartidas por el
campo.
La ley y la jurisprudencia se ocuparán de definir la
responsabilidad aplicable a esas situaciones. Y los
operadores de primera línea y los establecimientos
médicos se seguirán lamentando sin pensar en solucionar
las fallas de la defensa. ¿O no?
(*) Abogado -
Asesor Externo de TPC Compañía de Seguros S.A.
(*) CEO de RiskOut S.A. |