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La
digitalización de los datos y la información obtenida de
ellos están impactando fuertemente en los sistemas
sanitarios y en la manera de percibir y cuidar la salud
de cada ciudadano en todo el mundo.
La miniaturización de los dispositivos, la portabilidad
de la información, la telemática, la robótica, la
genómica, internet, las redes sociales y otras muchas
“pequeñas/grandes” revoluciones modernas van de la mano
y multiplican hacia el infinito esta gran revolución de
la era digital.
En salud las historias clínicas electrónicas, las apps
móviles, las páginas digitales de grupos de pacientes,
las plataformas de consultas médicas online, no sólo
están modificando las modalidades de atención, las
formas de hacer los diagnósticos, de administrar los
tratamientos (e incluso de modificarlos) de atender
urgencias, de incrementar los autocuidados, de mejorar
la satisfacción de los usuarios, de promocionar los
cuidados en salud, de gestionar la investigación y
desarrollo, sino que además son una fuente inmensa e
incalculable de datos clínicos, sociales, ambientales,
del comportamiento y de muchísimos determinantes de la
salud.
Cada vez resulta más fácil recopilar y almacenar datos.
Al utilizar un celular móvil o simplemente llevándolo
con nosotros, al utilizar dispositivos wearables o a
través de sensores incorporados a los objetos que nos
rodean y su conexión a Internet (lo que se conoce como
el Internet de las cosas) estamos alimentado bases de
datos. El uso creciente de estos dispositivos está
multiplicando de manera exponencial el volumen de datos
que generamos a diario de una forma automatizada.
Estos
avances tecnológicos están haciendo realidad la
posibilidad de monitorear en tiempo real y de manera
continuada el estado de salud de cada individuo
(personalización), de grupos poblacionales seleccionados
por patologías o cualquier otra variable (segmentación)
y por ende de la población en general (estudios
poblacionales).
La digitalización ha disminuido sensiblemente los costos
de la generación de información lo que ha posibilitado
contar con un volumen de información muy grande,
heterogénea y no estructurada, que va mucho más allá de
la clásica información transaccional o estructurada
utilizada por las empresas como lo son las bases de
datos relacionales, sino que empieza a haber información
desestructurada.
Esta cantidad de datos estructurados y no estructurados
generados por todas estas tan diferentes fuentes
digitalizadas, a tiempo real, heterogéneos, de
innumerables cantidades de variables no pueden ser
gestionados por los procesos de información
tradicionales. De allí surge el concepto de Datos
Masivos o Big Data, lo cual requiere de nuevas
metodologías y tecnologías para poder procesar esa
cantidad y variedad de datos y transformarlos en
información útil.
¿QUÉ ES EL BIG DATA?
El término Big Data o Datos Masivos hace referencia
entonces a una cantidad de datos tal que supera la
capacidad del tipo de software que habitualmente se
emplea para su captura, gestión y procesamiento en un
tiempo razonable. Hace referencia a sistemas
informáticos basados en la acumulación a gran escala de
datos y de los procedimientos usados para identificar
patrones recurrentes dentro de esos datos.
Las características que componen el Big Data se resumen
en las 4 “V”: volumen, variedad, velocidad y valor. El
elevado volumen de datos (ya se habla de Exabyte,
Yottabyte e incluso Brontobyte) precisa nuevas técnicas
de almacenamiento a gran escala y enfoques distintos
para recuperar la información; la variedad de las
fuentes de datos (texto, audio, vídeo, etc.) hace que
las redes relacionales sencillas sean difícilmente
aplicables, el incesante incremento con que se generan
los datos hace que la velocidad sea un parámetro clave
en su manejo y finalmente la cuarta V, que hace
referencia al valor aportado por estos grandes conjuntos
de datos.
Resumiendo, podemos decir que hace referencia a aquel
conjunto de datos que, por su gran tamaño, sobrepasa la
capacidad de ser gestionado por bases de datos de
integración tradicionales.
DATOS MASIVOS O BIG DATA
EN SALUD
El potencial de los Datos Masivos en el área de la salud
es inconmensurable. Tender a una medicina más predictiva,
más personalizada, desarrollar mucho más la prevención y
promoción de la salud, lograr una mayor eficiencia en
los sistemas y servicios de salud por reducción de sus
costos, abrir innumerables posibilidades en el campo de
la investigación y desarrollo de fármacos y de
dispositivos médicos, poder modificar formas de pagos
tendiendo más a pagos por resultados y mucho más.
La combinación de Big data con la robótica (machine
learning) puede ayudar a especialistas a estar
constantemente actualizados en los tratamientos de su
especialidad y puede ayudarlos a elegir adecuadamente
los tratamientos específicos para cada paciente como si
fueran protocolos personalizados y actualizados en
tiempo real.
La utilización de Big Data es la base de la Evidencia
del Mundo Real (Real World Evidence) cada vez más
utilizado por las farmacéuticas para evaluar eficiencia
de sus productos. También son utilizados para los
Contratos de Riesgo Compartidos que en algunos países
están imponiéndose.
Estos son sólo algunos ejemplos de las amplísimas
utilidades que tiene y tendrá el Big Data en salud.
LA SITUACIÓN EN NUESTRO
PAÍS
Los países que no se encolumnen y avancen en este
sentido quedarán muy rezagados respecto al resto. No
sólo habrá una brecha enorme entre estos países, sino
que será uno de los factores tal vez más determinantes
de inequidad entre las personas ya que si los gobiernos
no lideran en este aspecto, los sectores de mayores
recursos lo harán brindando muchísimas mejoras a sus
asociados.
La Argentina se encuentra muy atrasada respecto a otros
países. El primer paso para estos modelos es la
digitalización de los datos y su intercambiabilidad.
Tengamos en cuenta que aún no hemos podido lograr la
implementación masiva de la historia clínica electrónica
lo cual sería un inicio básico.
Avanzar en estos aspectos debe ser una prioridad en la
agenda del gobierno en el área salud. Quizá no lo
percibamos en lo inmediato, pero seguramente en los
próximos cinco años estaremos, de no hacer nada, en un
nivel de prácticamente analfabetismo digital.
(*)
Presidente de la ANLAP (Agencia Nacional de Laboratorios
Públicos).
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