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A partir de 1949 con el nacimiento de los derechos de
los trabajadores y de los derechos sociales, se abandona
el modelo de la beneficencia en la salud por un nuevo
sistema donde el eje era el sistema público de salud
considerando efectivamente como derecho humano,
consagrado en la Constitución Nacional.
A partir de la sanción de la creación de las Obras
Sociales Nacionales se reafirma un modelo de salud
solidario.
Venimos luchando para llevar adelante un cambio en el
paradigma donde la persona es parte de la construcción
de la salud y no un objeto para manipular o un cliente
para usufructuar.
En el campo de la neurolingüística, sin embargo,
coincidió con el advenimiento de la etapa superior del
capitalismo, que fue y es la transnacionalización de la
economía mal llamada globalización.(1)
Se transmutó la palabra paciente por la de “cliente”.
Los derechos de los pacientes se unirían en un
matrimonio de conveniencia con los llamados derechos del
consumidor, abarcando la demanda de bienes y servicios.
Esto constituye la primera falacia acerca de la salud
pública.
El querer curarse se transformó en el querer como deseo,
sin freno como consumidor.
El mercado y el marketing influyeron sobre los
pacientes-consumidores.
Todo es válido, sin reglas académicas ni método
científico que las avale.
Esto se cimenta en la Medicina como negocio, con la
patologización de la vida. Todo se presenta como un
logro en nombre de la salud asociando lo justo con lo
recomendable.
Se refleja en los altísimos presupuestos en marketing de
la industria de la tecnología médica y de la
farmacéutica. La inversión en comprar conciencias, en
forma material o subliminal, se agiganta, incluso en
nuestro país expresado en los cambios de paradigma de la
enseñanza de la medicina, o llegando hasta derrocar
gobiernos.(2)
MERCANTILIZACIÓN DE LA MEDICINA
Los estrategas del mercado van más allá aun, inventando
enfermedades, que sirven a los nichos de consumo del
mercado, de la tecnología y sobre todo a la industria
farmacéutica.
El sistema de salud debe lidiar con un ciber paciente
omnisciente, (3) que indaga en la Red su propio
diagnóstico y hasta las alternativas terapéuticas
generando una situación inédita desde la aparición del
método clínico. Abonando la tecnologización de la
semiología y llegando a lo que es más grave aún: “al
querer es poder”.
Esto constituye la segunda falacia acerca de la Salud
Pública.
Saber que existe un método diagnóstico o terapéutico, es
querer usarlo… marketing puro… aunque sea superfluo.
No importa si está bien indicado: LO QUIERO.
En una cultura donde todo tiene su precio ese querer
confiere el per-se de reclamar por un estudio o
terapéutica biomédica, o una droga que no siempre está
indicada o probada para la enfermedad en cuestión.
O sea que el capitalismo asociado al marketing cambió el
modelo protectivo por un modelo de paciente-consumidor
que exige impulsado por el deseo, sin saber si sirve o
no sirve.
No hay marketing de los hábitos saludables que son
muchas veces más efectivos y masivos, tales como el
derecho al movimiento de niños y adultos. Calzado
adecuado y accesible, para prevenir patologías de
columna o ropa adecuada que permita la ventilación de la
piel.(4)
Necesitamos más espacios verdes y menos desarrollos
inmobiliarios para pocos.
Notamos emprendimientos de construcción en la Ciudad de
Buenos Aires a contramano de las recomendaciones de
Urbanistas y de Sociedades de Arquitectos avanzando
sobre lo poco que resta de espacio verde para
recuperarlos para la gente colectivamente.
Requerimos más controles bromatológicos frecuentes y
desarrollados por el Estado.
El derecho al agua potable, a la vivienda digna, al
trabajo, al descanso o al esparcimiento… no tienen mucha
prensa.
Nos encontramos en un ciclo con el mercado a la
ofensiva, luchando contra un sistema judicial que todo
lo otorga, sin mediar razones valederas.
Confrontando contra el encarnizamiento terapéutico,
inhumano a veces, prolongando lo inevitable…
Este es el panorama de la segunda década del siglo XXI,
con un sistema de salud fragmentado, entre quienes usan
y sobreusan todas las técnicas sofisticadas y otros, más
numerosos, que se enferman y a veces, mueren por
enfermedades evitables.
Las teorías de mercado constituyen la negación del
Sistema Solidario de Salud donde el que más gana aporta
para el que menos gana, el sano para el enfermo y el
joven para el anciano. Alcanzando un grado de Bienestar
General que se traduce en políticas sanitarias con
equidad para todos.(5)
1. La Economía de las Desigualdades-Thomas Piketty-1997.
2. “El medicamento como bien social” / XXX Reunión del
Consejo Federal Legislativo de Salud Buenos Aires, 12 de
agosto de 2014 (OPS/OMS).
3. Para comprender las redes sociales - Le Monde
diplomatique /septiembre de 2014.
4. Conversaciones con la Dra. Liliana Chertkoff/Medica
Sanitarista/Epidemióloga/2019.
5. Capital e Ideología-Thomas Piketty/2019. |