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Esta es sin dudas la gran incógnita
para las compañías y uno de los
temas de consulta permanente que
recibimos por parte de las empresas
en los últimos meses.
Para las compañías no es un tema
sencillo. Por un lado, la brecha
entre los costos de los planes
médicos que contratan y los aportes
y contribuciones que generan la
nómina de empleados, ha ido
creciendo año tras año, por lo
tanto, la diferencia del dinero que
tienen que financiar ha crecido año
tras año. Por el otro, la
perspectiva no parece que fuera a
mejorar.
En el caso de las empresas
internacionales que operan en el
país, el director de RR.HH.
encuentra que esa brecha creciente
es muy difícil de explicar a su casa
matriz y, en muchos casos, inclusive
al CEO local. De tal forma, empiezan
a verse replanteos de la cobertura
médica que no eran comunes de ver en
el mercado algunos años atrás.
Es un tema complejo porque como
todos sabemos, luego del salario, la
cobertura médica es el beneficio más
valorado por el personal. Y en esa
dirección el área de RR.HH. se
enfrenta muchas veces a la
disyuntiva de reducir la brecha para
contribuir al presupuesto anual o
bien a tener que reducir el
beneficio.
Naturalmente, el tema también tiene
aristas legales, ya que la reducción
del beneficio -además de los
conflictos que se pueden generar-
tampoco está permitido en las normas
legales vigentes.
Por otra parte, a lo largo de los
años, también hemos visto gerentes
de RR.HH. salir de las compañías por
las malas decisiones tomadas en la
materia. También, desregulación
mediante, hemos observado como el
personal cuyos aportes y
contribuciones se lo permitía,
quedarse con el prestador que su
empresa estaba cambiando.
Dije que era un tema complejo… me
rectifico: es muy complejo.
Del otro lado de la ecuación, nos
encontramos con los prestadores de
la cobertura médica: empresas
prepagas y obras sociales que han
venido impulsando los aumentos, ya
que refieren que sus costos “no
cierran”.
Muchas de ellas han perdido cartera
en este proceso de incrementos de
cuotas. Fuentes del sector ubican
esa pérdida en el orden del 0,5% al
5% de sus afiliados, dependiendo
naturalmente de la composición de
dichas carteras.
Obviamente, quienes tienen mayor
cantidad de socios individuales que
corporativos han “sufrido” el
incremento del 60% en el precio
autorizado por el Gobierno. Si le
sumamos que muchas de esas personas
han tenido un menor poder
adquisitivo para afrontarlo…
“No nos gusta perder ningún socio,
pero si tenemos que elegir,
preferimos tener menos socios a un
precio más contributivo” me explicó
el gerente comercial de una de esas
entidades.
Claro que, en materia de
autorizaciones gubernamentales, el
panorama del año 2020 se presenta
mucho más “mezquino”. Difícilmente
el Gobierno autorice ni con la
periodicidad, ni con los
porcentuales de incrementos de
precios con que el mercado se manejó
en los últimos años. Por otra parte,
un tema no menor para las prepagas:
ya no tendrán una contribución
financiera al negocio fruto de las
altas tasas de interés que recibían.
Dicho esto, probablemente se
“reflote” el tema de los copagos en
el sistema. De hecho, muchas obras
sociales sindicales han impuesto los
copagos como parte natural del
servicio. Claro que comercialmente
no es fácil de instrumentar.
Por eso la máxima autoridad de una
de las obras sociales más
importantes del mercado me explicaba
que “esto tiene que salir por una
ley del Congreso, de otra forma, nos
van a inundar de amparos”. Coincido.
Lamentablemente la cultura imperante
es que todo debe ser cubierto por el
sistema.
Claudio Belocopitt, presidente de la
empresa prepaga más importante del
mercado señalaba semanas atrás que
era “un auténtico disparate la
solicitud de cobertura, en el marco
del Programa Médico Obligatorio, de
los protectores solares”. Coincido
también.
Vea amigo lector, hace 40 años atrás
era muy común que la gente fuera a
comer un asado, se tomara cinco
vasos de vino y luego volviera
manejando a su casa. De hecho, yo
todavía conservo la costumbre de
evitar regresar demasiado tarde para
las fiestas de fin de año por la
cantidad de accidentes -y de muertos
por esos accidentes- que había. Como
dije, era la cultura imperante. Si
usted mataba a alguien, simplemente
era considerado un “accidente”. Hoy
si usted maneja alcoholizado y
atropella y mata a alguien, lo
juzgan por asesinato y va preso 30
años. Así de simple.
¿Qué pasó en el medio? Información,
información y más información. Una
campaña tras otra para concientizar.
Lo mismo pasa con los amparos. El
problema no sólo es de la gente -que
los presenta convencido de sus
derechos-, sino también de los
jueces que en “trámite express” les
dan curso.
Un familiar mío, cuya madre ya había
cumplido 92 años, consiguió el
correspondiente Certificado de
Discapacidad y fue directamente a la
obra social a pedir que le cubrieran
el geriátrico. Salió indignado
cuando le explicaron que no le
cubrirían el geriátrico elegido.
Y no hubo razones para que
entendiera. Me decía: “Claro! ¡Vos
los defendés a ellos!”. Resultado:
Amparo y cobertura del 100%. Y
recalco, no lo hizo para
aprovecharse de la situación, no lo
hizo de “pícaro”, lo hizo indignado
porque no se respetaban sus
derechos. Digamos, obviamente, que
el buen señor que pide por la
protección solar piensa lo mismo.
Lo mismo que comenté sobre el
alcohol y los accidentes se podría
aplicar al hábito de fumar. Recuerdo
cuando el Dr. Carlos Álvarez
Herrera, una figura emblemática en
el tema, inició en el año 1978 la
primera campaña para lograr nuevas
generaciones de no fumadores. Nacía
el Programa LALCEC 83 …en fin,
historia de los cambios.
En nuestro caso nos falta informar a
usuarios y jueces y así modificar la
cultura de la misma forma que se
hizo con tantas cosas en la
Argentina.
Volviendo al eje del tema, digamos
que tenemos limitaciones de precios
en un lado de la ecuación y
cobertura creciente en la otra parte
de dicha ecuación.
Usted se preguntará ¿Cómo se está
resolviendo el tema? Simple, hasta
aquí los precios subían y con una
excelente contribución financiera
más la traslación a los médicos y
prestadores de incrementos exiguos
de aranceles, esto cerraba (Y cuando
digo exiguos, créame, amigo lector,
exiguos, estamos hablando en muchos
casos del traslado de sólo la mitad
de los incrementos recibidos). Pero
estas ecuaciones inequitativas no
duran para siempre.
En el momento en que estamos
escribiendo estas líneas, estamos
cerrando una encuesta de percepción
de calidad del sector corporativo.
Impresiona ver las opiniones
reclamando por la pérdida de
profesionales en las cartillas. De
hecho, un usuario llegó a proponer
como mejora, la elaboración de una
cartilla “propia” de la empresa,
pero “integrada por profesionales de
prestigio”.
Julio Diez, director comercial de
Swiss Medical y Patricio Pasman,
como consultor de primera línea, han
escrito desde estas mismas páginas
que el sistema, así como está, es
inviable a futuro.
Veremos si se transforma... o si
sigue cuesta abajo. Sin dudas un
gran desafío para Ginés González
García, nuestro nuevo Ministro de
Salud,
(*) Director de Salud Corporativa de
Willis - Towers Watson.
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