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El
inicio del período de gobierno que recientemente
finalizó había sido esperanzador respecto al sector
salud. En principio se daba un hecho inédito en el país,
en el cual las tres jurisdicciones que tenían
responsabilidades administrativas sobre el Área
Metropolitana – AMBA – (una de las regiones de mayores
desigualdades en salud) Nación, la provincia y la Ciudad
de Buenos Aires, pertenecían no sólo a un mismo espacio
político, sino que además sus gobernantes provenían del
mismo partido político y habían conformado un equipo
exitoso en la administración de la Ciudad de Buenos
Aires. Esto presuponía a priori una mayor coordinación
de las políticas en esta área y una coherencia en la
aplicación de políticas de salud.
Un segundo aspecto importante fue la sanción del decreto
908 de agosto de 2016 en donde se aprobaba la estrategia
para la Cobertura Universal de Salud y se destinaba un
fondo inicial para financiarla.
Finalmente, el tercer hecho auspicioso lo constituyeron
una serie de anuncios respecto a la política de
medicamentos que por ese entonces se intentaba esbozar y
que consistían entre otras en el envío al Congreso de un
proyecto de ley para la creación de una Agencia Nacional
de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y en la voluntad
de disminuir los costos en la compra de medicamentos por
parte del Estado a través de la estrategia de compras
conjuntas.
Podemos afirmar entonces que éstos han sido básicamente
los tres ejes estratégicos trazados al inicio de la
gestión pasada complementadas luego con algunas otras
iniciativas.
LAS POLÍTICAS
DE SALUD SOBRE EL ÁREA METROPOLITANA
En esta área es donde quizá mayores avances concretos se
observaron en el territorio a partir de dos iniciativas
principales: El AMBA salud y la extensión del SAME que
en la práctica significaron una apuesta a mejorar el
primer nivel de atención público y la emergencia en el
conurbano bonaerense.
El AMBA Salud es un programa de fortalecimiento del
primer nivel de atención compuesto básicamente por
cuatro grandes capítulos: mejora de la Infraestructura,
implementación de un sistema de información, gestión de
recursos humanos y reforma del modelo de atención.
En el tema de Infraestructura estaba prevista la puesta
a punto de 309 centros de atención primaria de la salud
(CAPS) y de los 45 centros de salud y atención
comunitaria (CESAC) porteños y la construcción de otros
54 en el conurbano. En este aspecto se ven realmente
grandes avances y se considera el programa de
infraestructura provincial para el primer nivel de
atención más importante desde hace muchas décadas.
El Plan, que se encuentra en un estado muy avanzado,
contempla también la conectividad de los CAPS, la compra
de computadoras, y programas informáticos como turnos on
line y la Historia Clínica digital, la presencia de
equipos profesionales con responsabilidad nominada de
unas 700 familias por equipo. La inversión calculada al
2020 fue estimada en un total de 1.500 millones.
La extensión del SAME implicó no sólo la gestión de la
emergencia en la vía pública a través de la
incorporación masiva de ambulancias y de la creación de
centros de emergencias municipales, sino también una
política de infraestructura hospitalaria centrada en la
remodelación de las guardias y otros servicios
relacionados.
En la columna del haber podemos además mencionar en la
provincia de Buenos Aires al aumento de la cobertura de
medicamentos oncológicos para personas con cobertura
exclusiva por parte del Estado, a las políticas
materno-infantiles con baja en la mortalidad materna y
la continuación descendente de la infantil, al programa
de residencias médicas y el estímulo a la radicación de
médicos en el interior de la provincia y a la
transparencia en la gestión.
Dentro de la columna del debe podemos mencionar entre
otras falencias las políticas para con los recursos
humanos, la ausencia de un modelo nuevo de gestión
hospitalaria, la ausencia de gobernanza sobre el sector
privado (fue mala la última etapa en la gestión del IOMA,
por ejemplo) y fundamentalmente no haber podido cambiar
los incentivos perversos que tiene la coparticipación
provincial en salud.
LA ESTRATEGIA
DE LA COBERTURA UNIVERSAL EN SALUD
Lo que surgió con mucha fuerza y expectativa se fue
diluyendo con el correr de la gestión y nunca alcanzó a
tener el estatus de política pública. Comenzó con un
anuncio que apareció en las primeras planas de los
matutinos de la época y la sanción del decreto 908/16 y
una asignación de 8.000 millones de pesos.
En la edición 94 de setiembre de 2016 de esta misma
revista decía que era auspicioso el anuncio pero que
debía precisarse el modelo a seguir de 3 posibles (o
variantes de estos) que de mayor a menor viabilidad
podríamos sintetizar en: un modelo de sistema de salud
similar al actual pero con un gran fortalecimiento del
sector público, un modelo asegurador con cobertura
explicita de la totalidad de la población a través de
seguros públicos o incorporando población con cobertura
exclusiva del Estado a los sistemas de seguros en
vigencia o, tercera opción, un modelo del tipo sistema
único de salud.
Con el transcurrir del tiempo este auspicioso anuncio
fue transformándose en un tímido intento de ir hacia un
modelo de fortalecimiento del sector público, pero en
realidad no concretó ningún cambio importante en el
sistema de salud que intentase superar la fragmentación
y segmentación y más importante aún, disminuir la
inequidad en el acceso. Esta estrategia fue diluyéndose
y desgastándose como tantas otras iniciativas a lo largo
de muchos años hasta transformarse lamentablemente en un
fracaso. Simplemente se puede rescatar algún avance en
algunas cuestiones de la agenda digital en algunas
provincias como el registro de identidad unívoca
(estimado en menos del 5% de la población), algunas
historias clínicas electrónicas y un avance hacia la
receta electrónica. Muy poco.
POLÍTICA DE
MEDICAMENTOS
El mercado de medicamentos presentaba al inicio de la
gestión anterior una serie de características que fueron
objeto de intervenciones con distintos resultados
finales. Estas características destacadas tenían que ver
básicamente con una gran fragmentación y segmentación
del sistema de salud en donde existen innumerables
compradores de medicamentos que negociaban separadamente
y debilitan la demanda, una oferta que desarrollaba
políticas y estrategias en bloque agrupándose los
laboratorios principalmente en tres cámaras que
negociaban en forma conjunta (Farmalink con el PAMI por
ej.) lo cual les permitía un mayor poder de negociación
y fijar el precio, una función de evaluación de
tecnología fragmentada y extremadamente débil, una gran
judicialización existente en este campo que impacta
fuertemente en el gasto de los financiadores y dificulta
también el establecimiento de una política de
medicamentos, y un gasto de bolsillo muy alto producto
del copago, los medicamentos de venta libre OTC, y la
gran medicalización existente (prescripción médica y
automedicación).
El gobierno planteó entonces diferentes estrategias que
básicamente consistieron en: superar la fragmentación de
la demanda a través de realizar compras centralizadas
para bajar los precios de medicamentos provistos por el
Estado y de entrega gratuita a pacientes, cambios en el
principal contrato del Estado con la industria (INSSJP),
creación de la AGNET (Agencia Nacional de Evaluación de
Tecnología Médica) y fortalecimiento de un Observatorio
de Precios de medicamentos de la Seguridad Social.
Los resultados de estas estrategias muestran varios
claroscuros. Respecto a las compras centralizadas
existieron dos experiencias exitosas lideradas siempre
por el PAMI. La primera experiencia tuvo que ver con la
compra conjunta de hemoderivados (Factor 8) por parte de
los principales compradores de este producto (Ministerio
de Salud de la Nación, PAMI, IOMA, Superintendencia de
Servicios de Salud) a través de una licitación pública
internacional en donde se presentaron 7 oferentes,
lográndose un ahorro de más de 70 millones de dólares
sólo en ese producto. Una segunda experiencia tuvo que
ver con drogas oncológicas previéndose un ahorro tres
veces superior. Esta estrategia positiva podría ser el
embrión para lograr mejores compras en un futuro y crear
en el mediano plazo un Seguro Nacional de Enfermedades
Catastróficas que centralice la compra de medicamentos
de alto precio y otros insumos.
Respecto al principal contrato entre el Estado y la
industria, el PAMI modificó un contrato con la industria
de más de 25 años de antigüedad por otro que estableció
una rebaja del 5% en mostrador, un descuento de 46%, 63%
y 70% según el caso en los medicamentos oncológicos y
tratamientos especiales que compra el PAMI. Estableció
también que el precio de venta al público de cada
producto vendido vía PAMI se actualizara
trimestralmente, con un aumento máximo de un 70% de la
variación del índice de precios al consumidor para el
trimestre anterior publicado por el INDEC. Se crearon
los “precios PAMI” para las compras del organismo, que
serían definidos a partir de una unidad de medida
independiente de las distintas presentaciones y cantidad
de unidades de un determinado medicamento.
Como contracara de estas estrategias de disminución de
costos en la compra de medicamentos por parte del Estado
debemos decir aquí que uno de los principales fracasos
en esta área fue la política de precios de los
medicamentos en farmacia en donde se verificaron
aumentos por encima de la inflación con el enorme
impacto negativo que esto presupone en los ingresos de
las familias.
Por otra parte, la Agencia Nacional de Tecnologías
Sanitarias no se concretó. El PEN envió un proyecto de
ley al congreso que naufragó sin ver la luz. En su lugar
se creó por resolución 623/2018, la Comisión Nacional de
Evaluación de Tecnologías de Salud en el ámbito del
Ministerio de Salud, la cual emitió algunos informes de
ciertos medicamentos, pero sin el impacto necesario.
Finalmente debemos señalar como hecho positivo el gran
impulso que le dio el gobierno a la producción pública
de medicamentos dotando de funcionalidad y presupuesto a
la ANLAP que transfirió en tres años $ 136.613.090
destinados a 37 proyectos presentados por 20
laboratorios públicos.
CONCLUSIONES
Estos cuatro años no cambiaron la morfología del sistema
de salud ni existieron reformas importantes para mejorar
la equidad, la eficiencia o la calidad en la atención.
Se intentaron algunas estrategias para mejorar ciertas
deficiencias del sector con diferentes grados de éxito,
pero no lograron constituir ni plantear una reforma
profunda.
Quedan algunas experiencias interesantes y positivas que
fueron iniciadas y requerirán ahora de un nivel de
consolidación importante como por ejemplo el programa
del AMBA salud, la estrategia de compras conjuntas o la
agenda digital en salud planteada.
Un párrafo final para la unificación de los Ministerios
de Salud y Desarrollo Humano. Una estrategia de este
tipo requiere una planificación mayor y un sentido
sanitario de la iniciativa. Un ministerio liderado por
una concepción claramente sanitaria, un gabinete del PEN
cohesionado detrás de una estrategia de “Salud en todas
las Políticas” y un equipo que lidere ese ministerio con
una visión amplia de salud basada en los determinantes
sociales puede ser una estrategia positiva. Claramente
esto no fue lo que sucedió.
En el municipio de Tres de Febrero al inicio de la
gestión reformamos el organigrama creando la Secretaria
de Salud y Desarrollo Humano con tres subsecretarías, la
de salud, la de desarrollo y la de determinantes de la
salud. Se logró una gran coordinación y una
retroalimentación positiva en todos los aspectos además
de ampliar las acciones a otras áreas del gabinete que
antes parecía imposible. Fue una medida muy acertada en
ese entonces y exitosa. Es cierto que es una escala
diferente y en el nivel local este tipo de estrategias
pueden ser muy positivas. Más allá de esto es claro que
la medida del gobierno nacional no fue en esa dirección
y resultó finalmente en un debilitamiento del área y un
mensaje negativo a la sociedad. La nueva separación de
los ministerios con la creación nuevamente del
Ministerio de Salud Nacional de este gobierno que inicia
es un hecho positivo y auspicioso en este contexto.
(*)
Médico. Especialista en Salud Pública..
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