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Opinión


Las empresas efectoras de salud

Por el Dr. Antonio Angel Camerano (*)


 

Una empresa de salud es uno de los centros de producción más complejos que existen por la cantidad de procesos que se entrelazan en su seno. La esencia de este tipo de empresas es el proceso clínico, esto es diagnosticar, tratar y rehabilitar. Este proceso requiere de decisiones tomadas por los profesionales utilizando los recursos materiales, humanos y económicos de forma que maximicen el beneficio médico para el paciente; este tipo de lógica genera una tensión con la parte administrativa, dado que esta última considera que debe existir un equilibrio entre los recursos disponibles para la institución con los recursos que se utilicen.
El hospital, como organización, posee características muy especiales que las diferencian del resto de las empresas comerciales. Entre otras, se puede mencionar las siguientes: las decisiones más graves y urgentes se toman sin intervención jerárquica, lo hace exclusivamente el médico y, en su caso, la enfermera junto al paciente con su sola autoridad. Ello representa una descentralización absoluta, infrecuente en otras empresas, que choca con la estructura jerárquica de toda organización. Las decisiones son clínicas y sin consideración económica. Su principal recurso es el personal, que además es de elevada calificación. Los pacientes no pagan sino terceros y, por tanto, no existe un control directo del consumidor. El producto es el paciente y no se selecciona. Está muy regulado legalmente.
En una organización de salud conviven tres tipos de empresas diferentes. Una es clínica y está basada en conocimientos médicos para atender a los pacientes. Otra es técnica, semejante a la que se aplica en sectores industriales, la cual está básicamente focalizada en el área de diagnóstico donde los productos son tipificados, utilizan inputs y producen outputs (laboratorio, rayos, etc.). Finalmente existe la empresa hotelera, encargada de atender y facilitar el funcionamiento del hospital. Los prestadores médicos privados son los verdaderos financiadores de la salud en la Argentina.
Los prestadores médicos son los profesionales, los laboratorios y farmacias de medicamentos, los centros de diagnósticos y tratamientos ambulatorios, las clínicas y sanatorios privados y los hospitales públicos. Un primer aspecto, que usualmente pasa inadvertido para la mayoría de la sociedad y prácticamente la totalidad de la dirigencia política, es que aun cuando en la Argentina el desarrollo de la red pública de prestadores de salud es muy importante, está lejos de ser la principal vía por la que los argentinos acceden a los servicios de salud.
En la Argentina, el 60% de las instituciones de salud son privadas. El fenómeno no es nuevo, ni producto de ninguna “privatización” de la salud, sino el resultado natural de una historia institucional signada por el desarrollo de infraestructura sanitaria de la mano de empresarios y emprendedores médicos privados. Un segundo aspecto, igualmente importante, es que dentro del sector privado las organizaciones con fines de lucro son la mayoría. El 95% son instituciones con fines de lucro que concentran el 87% del total de camas privadas que hay en el país. El tercer aspecto distintivo es que se trata, en su gran mayoría, de pequeñas y medianas empresas (PYME). El tamaño promedio de los establecimientos del país ronda las 50 camas por establecimiento.
Así, los financiadores institucionales del sistema de salud (obras sociales y empresas de medicina prepaga) compran mayoritariamente servicios médicos a los prestadores privados. Lo mismo ocurre con el gasto privado directo en salud que hacen las familias, que, en general, es destinado a prestadores privados. De esta forma, se puede decir que, prácticamente, el 75% de los recursos en salud son destinados a prestadores médicos privados para brindar atención médica al 70% de la población argentina.
Un sistema de salud es la suma de todas las organizaciones, instituciones y recursos cuyo objetivo principal consiste en mejorar la salud. Un sistema de salud necesita personal, financiación, información, suministros, transportes y comunicaciones, así como una orientación y una dirección general. Además, tiene que proporcionar buenos tratamientos y servicios que respondan a las necesidades de la población y sean justos desde el punto de vista financiero.
Lograr eficiencia en salud significa, alcanzar los mejores resultados con los recursos disponibles, pues el aumento de costos directos reales es un factor preponderante para cualquier Sistema de Salud. En este ámbito, la contratación es un sistema mixto cuya característica es que el riesgo económico se encuentra compartido entre Financiador y Efector, puesto que si las utilizaciones de las prestaciones incluidas fuesen excesivas el costo puede superar el monto de la contratación. En sentido inverso, si las prestaciones fuera de lo convenido fueran excesivas, el monto erogable se encontraría excedido de la previsión presupuestaria. Si un Efector tiene al mismo tiempo un número bajo de costo día paciente y un número alto de valor día promedio, éste traslada al Financiador costos elevados por su ineficiencia.
Desde el punto de vista del Financiador, conocer la eficiencia de los Efectores, qué patologías atienden y qué están prescribiendo puede permitir incrementar la calidad del sistema, que es difícil de evaluar sin una metodología definida y la dificultad aumenta en la medida que se abre el abanico de los mismos. Más aún, al dispararse los costos de la atención médica, es indispensable disponer de elementos precisos que orienten tanto al decisor -el que toma la decisión de compra o selección- del Financiador como a los dirigentes, sobre los servicios a contratar, así como es esencial que permitan establecer pautas de acreditación.

(*) Magister en Administración de Servicios y Sistemas de Salud UBA - FSG

 

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