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¿Cómo hacemos para desbloquear el sistema de salud y
permitir que se den las reformas necesarias? Vivir en
emergencia es vivir fuera de las instituciones. Es
siempre tratar de patear hacia adelante la pelota sin
que los actores se sienten para consensuar y desatar los
nudos que impiden pensar el futuro.
¿Quién le pone el cascabel al gato? Los tres poderes del
estado, los sindicatos, el privado y los pacientes
tienen que sentarse a dialogar y plantear consensos
sobre la base de pensar en la sustentabilidad sanitaria,
financiera y política del sistema.
A estos fines pensar en los costos de oportunidad, en la
evidencia y la efectividad clínica de las prestaciones,
beneficios de los pacientes y equidad en la distribución
de los recursos podrían ser criterios útiles para
dialogar y alcanzar acuerdos pensando en el sistema y no
en lo que le corresponde a cada uno.
Si el sistema no se gobierna termina sucediendo lo que
pasa desde hace ya muchos años, todo el mundo buscar
salvarse de alguna manera: yendo a la justicia como los
pacientes, cobrando tickets o plus y sobreprestando como
los prestadores privados, cerrando la puerta a los
riesgos mayores o pidiendo constantes actualizaciones de
los planes como las prepagas, acotando los presupuestos
como los poderes ejecutivos (nacional y provinciales),
fallar según lo que pide el paciente y sin considerar la
sustentabilidad del sistema como los jueces, generando
leyes que no guardan relación con la racionalidad
económica como los legisladores y podríamos seguir de
esta manera.
El populismo de izquierda o de derecha después de
pretender por años edificar una democracia directa (que
ni siquiera Rousseau consideraba posible para un pueblo
de ángeles) sobre la ruina de las instituciones
representativas y de los cuerpos intermedios, se
comienza a dar cuenta que algunas cosas no funcionan.
La nueva teoría de las instituciones intenta replantear
la interpretación estática y conservadora de las
instituciones, corriendo la atención del sustantivo a la
forma verbal, del instituto al instituyente. Instituir
llevado a su concepto original significa instaurar algo,
abrir un espacio inédito, dar vida algo nuevo.(1)
Tenemos que volver a recrear instituciones sanitarias
para poder abrir un camino de reformas. Desde 1988 que
no discutimos en sede legislativa sobre los fines, la
misión, los valores y los objetivos de un sistema
sanitario para todos los argentinos. Han pasado muchos
años existen indicadores sobre las disparidades y
desigualdades en el acceso, calidad y resultados
sanitarios entre grupos sociales, regiones y población.
Cuando llegamos a este punto es importante plantear una
cuestión que resulta un motivo central en esta
propuesta: se trata de saber en qué condiciones puede
existir cooperación voluntaria sin la solución
hobbesiana de la imposición de un estado coercitivo para
crear aportes cooperativos.
Como bien plantea el Prof. North “históricamente el
crecimiento de las economías ha ocurrido en el seno del
marco institucional de políticas coercitivas bien
desarrolladas”. “No se observa anarquía política en
países de altos ingresos” pero también es cierto
mencionar que la facultad coercitiva del estado ha sido
utilizada en gran parte de la historia en formas que ha
resultado enemigas o contrarias al crecimiento
económico.
¿Qué hacemos entonces para enfrentar el dilema de la
cooperación? Norman Schofield (1985) se hace la
siguiente pregunta, para poder enunciar el problema:
¿cuál es la cantidad mínima que un agente debe conocer
en un medio determinado sobre las creencias y
necesidades de otros agentes para poder formarse ideas
coherentes sobre su conducta y para que este
conocimiento sea comunicable a los demás? (2)
Esto me lleva también a una segunda cuestión. Que
explica la supervivencia de un sistema a pesar del mal
desempeño recurrente (profunda inequidad en acceso,
calidad y resultados, calidad de servicios irregular y
segmentada, etc.). A partir de Darwin y luego de los
desarrollos de Alchian (1950) podemos decir que a lo
largo del tiempo las instituciones ineficientes son
descartadas en tanto las eficientes sobreviven, por lo
cual hay una evolución gradual de formas más eficientes
de organización económica, política y social.
El sistema sanitario argentino nació con doble comando:
una seguridad social negociada entre militares,
sindicatos e iglesia por un lado y un estado que
mantiene un rol subsidiario alejado del pensamiento de
Carrillo que había imaginado un esquema universal y con
mayor protagonismo estatal. Ese doble comando implica
dos formas de organizar los servicios que rara vez se
articulan o se relacionan para trabajar en conjunto. Se
desconfían, se celan y construyen proyectos paralelos
más allá de las declaraciones.
El estado nacional más allá de su tamaño en servicios de
salud y de su vocación política por conducir el sistema
no ha tenido las herramientas políticas, económicas y
financieras para delinear las reglas de juego de un
sistema. La transferencia de servicios ha hecho que los
estados provinciales compartan parte de la
responsabilidad pero aquí tenemos también una
oportunidad perdida dado que no se replanteó el rol del
Ministerio considerando la transferencia y entonces
vivimos una puja entre la nación y las provincias acerca
de quién cumple determinadas funciones cuando en
realidad deberíamos tener bien definida las funciones
del Ministerio de Salud Nacional que debe ser el
responsable único del plan sanitario nacional, un
financiador relevante, el responsable de la calidad de
los servicios, de los medicamentos y tecnologías que
circulan y de todas aquellas funciones que tienen que
ver con el gobierno y la conducción del sistema.
Todo el poder al Ministerio de Salud para conducir el
COFESA, pero también para direccionar la
Superintendencia de Servicios de Salud y el PAMI de tal
manera que exista un solo plan sanitario y no tantos
como organizaciones existen en el país. Los ciudadanos
que tienen una cobertura de una obra social o del PAMI
son ciudadanos tanto como los que se atienden en el
sector público y en consecuencia el estado se debe una
definición tajante sobre el tema que evite dobles
estándares en calidad y cobertura.
Sabemos que la macroeconomía domina el panorama de un
país como el nuestro que no puede olvidar algunas
anomalías como la inflación y se encuentra retrasado con
reformas absolutamente necesarias para alcanzar un
mecanismo de equilibrio fiscal. Pero mientras tanto se
alcanzan estos equilibrios es necesario salir del modo
emergencia y ponerse a pensar en un modo institucional
que permita este salto hacia una mayor normalidad y
realidad en el funcionamiento del sistema sanitario
argentino. Tenemos un criterio guía que es universalizar
la salud y disminuir la inequidad en el acceso, calidad
y resultados sanitarios ahora es necesario ponerse a
caminar.
Este artículo tiene una segunda parte donde se
plantearán algunos caminos de esta reforma institucional
inspirados en los intentos de Clinton y Obama en Estados
Unidos. Si bien desde un punto de vista cultural la
Argentina y Estados Unidos son muy diferentes
compartimos algunas problemáticas comunes en materia de
salud que resulta interesante profundizar sin dejarse
llevar por un componente ideológico y poder contribuir a
construir una agenda de cambios y regulaciones para el
sector.
1 Cosí ritorna il bisogno di istituzioni. Roberto
Espósito. La Repubblica. Cultura. 15 febrero 2020.
2 Instituciones, cambio institucional y desempeño
económico. Douglass North. FCE. México (1993).
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