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El
alto precio de los nuevos medicamentos, fundamentalmente
los biológicos, impacta fuertemente en los sistemas
sanitarios de todo el mundo sin excepción, los cuales
reaccionan a esta problemática con diferentes
estrategias para contenerlos.
Los gobiernos, a través de sus agencias reguladoras de
medicamentos y de evaluación de tecnologías sanitarias,
están exigiendo cada vez más a la industria farmacéutica
que proporcione información relacionada no sólo con la
seguridad, el uso apropiado, y la eficacia, sino también
sobre el valor clínico y económico de sus medicamentos.
La tendencia global es compartir el riesgo con los
fabricantes de medicamentos de alto precio en cuanto al
impacto que producen sus innovaciones. Se intenta ya no
pagar sólo por un medicamento que demostró ser seguro y
eficaz en los estudios ramdomizados, sino que ahora se
tiende a pagar por resultados en la población real una
vez puestos en el mercado.
Se les solicita cada vez más información y evidencia a
los laboratorios sobre las mejoras sustanciales que sus
fármacos producen sobre la salud de la población.
Estas exigencias de las agencias reguladoras y
evaluadoras de tecnologías están poniendo una presión
sin precedentes en la industria farmacéutica, la cual,
en base a la inteligencia artificial y a los datos
masivos en salud (Big Data), han desarrollado el
concepto de Real World Data y Real World Evidence (Datos
de la Vida Real y Evidencia de la Vida Real).
¿QUÉ ES ENTONCES REAL WORLD DATA - REAL WORLD
EVIDENCE?
La ISPOR (International Society For Pharmacoeconomics
and Outcomes Research) define Real World Data como:
“Datos usados para tomar decisiones sobre medicamentos o
procedimientos médicos que se recogen fuera de los
ensayos clínicos aleatorizados”.
En otras palabras, es la recopilación de datos sobre
medicamentos, pacientes y enfermedades en un contexto no
experimental.
En la jerga se usa casi indistintamente Real World Data
(RWD) o Real World Evidence (RWE). No son, sin embargo,
sinónimos: los datos (Real World Data) son los que
debidamente analizados nos conducen a las evidencias
(Real World Evidence). Entre la primera y la segunda
existen procesos analíticos que permiten convertir datos
en evidencias.
Hasta ahora, la generación de la evidencia en el ámbito
de la salud se ha basado en la Medicina Basada en la
Evidencia (MBE) en función de la información obtenida de
ensayos clínicos controlados aleatorizados, revisiones
sistemáticas y metaanálisis. Mucho se ha hablado y
escrito sobre las brechas entre la investigación y la
toma de decisiones.
Actualmente, la digitalización e integración de la
información (historias clínicas, registros de pacientes,
datos de seguros médicos, encuestas de salud, datos
administrativos, biobancos, salud móvil, otros wearables,
etc.) apoyada en la inteligencia artificial, ha
facilitado la obtención de datos en un contexto real
(Real-World Data), que analizados de forma adecuada
pueden generar evidencia científica (Real-World Evidence)
que favorezca la efectividad comparativa real de todos
los tratamientos o intervenciones sanitarias disponibles
para el abordaje de una patología.
Estos datos y la evidencia que de ellos surge, se
utilizan complementariamente a la vía clásica, basada en
la MBE, para obtener información que es aprovechada por
los diversos agentes que desean compartir las decisiones
que afectan a los pacientes y a la sociedad en su
conjunto. Esta “democratización” de la toma de
decisiones afianza el concepto de empoderamiento de los
pacientes (integrado en la “Medicina Centrada en el
Paciente”).
DIFERENCIAS ENTRE ENSAYOS CLÍNICOS ALEATORIZADOS Y
REAL WORLD DATA
Los ensayos clínicos proporcionan información de la
eficacia y seguridad de una intervención médica
(principalmente medicamentos), y los RWD y la RWE
persiguen suplementar esta evidencia que se obtiene de
los ensayos clínicos y de su agregación en metaanálisis,
no sustituirla. El objetivo último es poder evaluar las
intervenciones médicas, sean o no fármacos, fuera de las
condiciones controladas que se aplican en los Ensayos
Clínicos Aleatorizados.
Si bien los Ensayos Clínicos Aleatorizados (Randomized
Controlled Trial - RCTs en inglés) siguen siendo el
método de referencia (“Gold standard”) factores tales
como la heterogeneidad en la respuesta al fármaco en la
vida real, la falta de adherencia a los tratamientos, o
el uso de estos tratamientos en pacientes diferentes de
los que participaron en el proceso de investigación
previo a la autorización, limitan la generalización de
resultados a partir Ensayos Clínicos Aleatorizados.
Algunas ventajas del RWD sobre los Estudios Clínicos
Aleatorizados: muchos de estos últimos no son
generalizables a una población más grande.
Sin embargo, un estudio observacional riguroso puede ser
útil en determinadas situaciones, siempre que sea
posible gestionar adecuadamente los sesgos.
Los ensayos clínicos de medicamentos se centran en la
eficacia, la seguridad y la calidad como criterios de
valoración. Los estudios con datos de la vida real
consideran un criterio de valoración más contextualizado:
la eficiencia. Los criterios de exclusión de pacientes
en el diseño de ensayos clínicos pueden producir
resultados con validez externa limitada.
Los grandes ensayos clínicos pueden costar muchos
millones. El análisis de datos de la vida real es a
menudo menos costoso.
Con diferentes diseños metodológicos, RWD persigue
responder a preguntas sobre los nuevos medicamentos que
no pueden ser respondidas con el análisis estadístico de
los datos de los Ensayos Clínicos Aleatorizados como,
por ejemplo: describir cómo es el proceso diagnóstico
del paciente con una determinada patología, cuál es su
incidencia y prevalencia, qué tratamientos se pautan
según las características del paciente y su enfermedad,
efectividad de un determinado medicamento, adherencia,
etc.
UTILIDAD DEL
RWD
Una primera utilidad tiene que ver con el objetivo de
cumplir las normativas en farmacovigilancia y
postcomercialización. Es por lo que se obtienen multitud
de datos en el mundo real de distintos fármacos, desde
la perspectiva de la seguridad del medicamento. En los
últimos años las exigencias de las agencias regulatorias
han aumentado y la necesidad en RWD ha ido creciendo en
términos de farmacovigilancia.
Otras de las utilidades del RWD – RWE son: ubicar
poblaciones de pacientes en las que el producto funciona
mejor, detectar si el uso del fármaco es óptimo, por
ejemplo, si se está utilizando a la dosis que la
compañía farmacéutica recomienda, captar resultados
directamente del paciente en el mundo real, confirmar la
eficacia y seguridad del medicamento en el mundo real,
adherencia al tratamiento, otros.
Los financiadores de servicios de salud demandan cada
vez más datos del mundo real, más allá de los ensayos
clínicos, ya que necesitan confirmar que el producto que
inicialmente se aprobó para comercialización sigue dando
buenos resultados en el mundo real a lo largo de su
ciclo de vida. Estos datos están referidos, sobre todo,
a estos tres aspectos: 1) Resultados clínicos (eficacia
y seguridad), 2) Uso de recursos sanitarios (costos) y
3) Reportes de los pacientes - PROs (Patient Reported
Outcomes): experiencias del paciente, preferencias de
tratamiento y cumplimiento.
PRINCIPALES
FUENTES PARA LA OBTENCIÓN DEL RWD
Se podrían resumir en las siguientes: estudios
observacionales, estudios retrospectivos: este tipo de
información está ya disponible y es fácil de usar,
Patient Reported Outcomes (PROs), que pueden ser
recogidos a través de paneles de pacientes, encuestas de
salud dirigidas a población general, datos de pacientes
recogidos por los profesionales médicos (de forma
prospectiva o retrospectiva).
PERSPECTIVAS
EN LA ARGENTINA
Nuestro país está en pañales en estos aspectos.
Recientemente se ha dado un primer paso para la
construcción de una plataforma que comience a promover,
organizar y acceder a los datos digitales.
Efectivamente, a través de una serie de resoluciones de
los años 2018 y 2019 de la entonces Secretaría de
Gobierno de Salud del Ministerio de Salud y Desarrollo
Humano se establecieron los parámetros necesarios para
establecer una agenda digital en salud.
En principio por resolución N° 189 de fecha 25 de
octubre de 2018 se aprobó la Estrategia Nacional de
Salud Digital, la cual establece que la arquitectura de
interoperabilidad requiere un rol central de la
Secretaría de Gobierno de Salud, actuando como nexo y
facilitando la comunicación entre las jurisdicciones y
entre los subsistemas de salud. Establece allí que para
esto se requiere de la implementación de un Bus de
Interoperabilidad que permita la articulación de los
contenidos y la comunicación de los registros médicos en
el país.
Posteriormente por resolución N° 680 de la propia
Secretaría de Gobierno de Salud de fecha 5 de diciembre
de 2018 se aprobó la recomendación de estándares que
permite la integración de la información de salud
existente en cada efector de salud que se registre en la
red de interoperabilidad. Luego por Decisión
Administrativa N° 307 de fecha 13 de marzo de 2018 se
creó la DIRECCIÓN NACIONAL DE SISTEMAS DE INFORMACIÓN EN
SALUD cuya responsabilidad primaria es la de gestionar
las condiciones para el desarrollo y coordinación de los
sistemas de información en salud a nivel nacional y
jurisdiccional. Dentro de las acciones de la mencionada
DIRECCIÓN NACIONAL se encuentra la de gestionar el
diseño e implementación de estándares de
interoperabilidad y contribuir a la conectividad en
establecimientos de salud en el ámbito federal.
Finalmente la resolución 115/2019, elaborada también por
la Secretaría de Gobierno de Salud del Ministerio de
Salud y Desarrollo Social de ese entonces, publicada en
el Boletín Oficial de la República Argentina (BORA), el
24/01/2019, se definen los lineamientos para la creación
de: la RED NACIONAL DE INTEROPERABILIDAD EN SALUD, y el
REGISTRO de DOMINIOS DE INTEROPERABILIDAD EN SALUD, el
cual tendrá como objetivo identificar a los pacientes de
la red, citada en el punto anterior, asegurando el
cumplimiento de los estándares definidos para su
implementación. A la fecha se estima que ya hay dos
millones de personas con registro de identidad unívoca
de 16 provincias, lo que representa el paso previo para
que se empiece a compartir sus historias clínicas
electrónicas.
Este es un inicio auspicioso. Como todo dependerá de la
continuidad que le dé el actual gobierno.
(*)
Médico. Especialista en Salud Pública..
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