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La pandemia avanza a pasos agitados
y los números van creciendo de
manera vertiginosa, lo sabíamos
desde el día uno y por eso le
pedimos a las autoridades que nos
brinden los elementos suficientes
para poder trabajar de manera segura
porque la lucha iba a ser difícil
porque delante tenemos un enemigo
invisible, impredecible y letal.
Hoy con más de cien días de
cuarentena y aún sin poder ingresar
en un modo de nueva normalidad
podemos decir que la cabeza del
profesional de la salud no está, por
ahora, quemada, pero sí chamuscada.
Mucho pasó desde el mes de marzo,
tuvimos que pedir por condiciones
laborales acordes para todo el
personal de salud, para los que
están dentro de los hospitales y
para aquellos que se meten en las
fauces de los barrios más
postergados a hisopear y buscar
contagios. En esa pelea hay una
familia detrás y muchos han perdido
contacto con ellos debido a la
necesidad de aislarse.
En el medio también vimos como una
pequeña parte de la sociedad tomó a
los médicos como seres peligrosos y
en muchas ocasiones llevaron
adelante escraches en los propios
domicilios de los profesionales de
la salud; curioso por donde se lo
mire ya que son los mismos que
ganaron los balcones cuando los
aplausos coronaban las primeras
noches de aislamiento.
En este sentido, la sociedad también
fue aprendiendo nuevas
terminologías, hoy hablamos de
cuarentena, hisopados, PCR,
aislamiento y distancia social,
Código QR, plasma, Covid-19,
barbijos, tapabocas y un sinnúmero
de palabras que seguirá formando
parte de nuestro día a día porque
sabemos que la vida será diferente
cuando esto acabe.
Hoy la cuarentena se vuelve más
rígida y podemos afirmar que las
sensaciones dentro del hospital son
múltiples, pero casi todas tienen el
mismo denominador común: cuánto
falta y donde está la orilla. El
trabajo en la trinchera y fuera de
ella es arduo y no sólo estamos
expuestos a ser contagiados por el
virus, sino que por la velocidad que
tomó el mismo, somos presa de
cualquier circunstancia que implique
un contagio.
Mientras miramos el almanaque y
esperamos “la nueva normalidad”
notamos como la espiral de casos
aumenta de manera impiadosa y en los
hospitales se vive la realidad de
una manera particular.
Desde el primer día nos ocupamos de
hacer conocer cuáles eran las
necesidades del equipo de salud. Hoy
podemos decir que nos han escuchado,
aumentó la provisión de equipos de
seguridad para todo el personal de
salud, también se están realizado
los testeos que tanto hemos
reclamado porque estamos ante un
virus que ya demostró su alto grado
de peligrosidad.
En este momento es cuando nos damos
cuenta de que lo que hemos reclamado
por años no era en vano. Hoy estamos
ante un aumento en los casos, en las
internaciones se requiere de una
mayor cantidad de personal humano.
Nosotros hemos pedido que se aumente
el número de terapistas porque va a
llegar un momento de que sí o sí
tendremos que armar equipos de
trabajo para liberar a los que están
día a día y no se va a poder porque
falta personal de terapia. No es un
trabajo para cualquiera, no se hace
un terapista de la noche a la
mañana, no queremos encontramos ante
la situación de tener respiradores,
pero falta de personal para
manejarlos.
Los profesionales están trabajando
de manera colosal en todo el país.
Es un enemigo desconocido, el nivel
de letalidad es importante,
conocemos los estragos que hizo en
Europa y por eso debemos tomar todos
los recaudos necesarios para que
podamos desarrollar nuestro trabajo
de la mejor manera. Los médicos
estamos acostumbrados a convivir con
los virus y las situaciones de
riesgo, pero esta situación supera
el nivel de stress.
Por eso decimos que la cabeza aún no
está quemada, sino que ya está
chamuscada porque no vemos el
horizonte y detrás hay colegas,
compañeros, familias que dejamos de
lado por el aislamiento al que
estamos sometidos. Por ejemplo, la
sociedad sabe que tiene que aislarse
que dentro de semanas de irán
abriendo nuevas fases para encontrar
la nueva normalidad, pero nosotros
no sabemos qué va a pasar porque no
tenemos las herramientas
farmacológicas para atacar el virus.
No las tiene el mundo todavía y
vemos como en Europa se abren fases,
hay rebrotes en otros lados donde
parecía que la normalidad era
segura. Ante este panorama nuestra
cabeza funciona de esta manera. El
agotamiento mental es severo, pero
se sigue trabajando en la línea de
trinchera. Por eso pedimos que se
armen equipos espejos de trabajo,
que se incorporen más terapistas
para que nos permita desahogar a
aquellos que están en el frente de
esta batalla.
El avance del coronavirus trajo
aparejado un fenómeno que no sólo se
advierte en los hospitales públicos
sino también en el sistema privado y
tiene que ver con la caída de
consultas de atención de
enfermedades de riesgos.
Nosotros le pedimos a la gente que
no abandone sus estudios ni sus
tratamientos. Hay muchos casos
pacientes cardíacos o enfermedades
de alto riesgo que por temor han
dejado de atenderse y es un grave
error porque sin querer ponen en
riesgo su salud. Los hospitales
están preparados para su atención y
les decimos concurran y no abandonen
sus tratamientos.
Estamos en una época donde empiezan
a tallar las enfermedades
respiratorias por lo que las
probabilidades de enfermarse están a
la orden del día. El coronavirus es
el enemigo, pero no hay que
desatender las otras enfermedades.
Estamos en una situación difícil,
una pandemia requiere poner en
marcha todos los recursos humanos y
sanitarios para poder hacerle
frente. También requiere de un
cuidado de parte de la sociedad para
que el peligro del menor. Nosotros
hemos advertido desde el día uno
cuáles eran las necesidades: más
equipos de seguridad, en cantidad y
calidad. Más recurso humano para
llevar adelante un trabajo que
requiere de una entrega total pero
que también requiere de personal que
permita reemplazar a los que van
necesitando aislamiento. Es hora más
que nunca de cuidar al que cuida y
al que asiste.
La cuarentena es la única variable
que maneja el Gobierno para tratar
de achicar la curva de contagios y
permitir la no saturación del
sistema de salud. Mientras tanto en
la línea de batalla están los
médicos ante este nuevo enemigo
letal, tanto como para poner al
mundo en alerta.
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