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La pandemia actual obliga a un accionar urgente, que
también debe ser interpretado como una oportunidad para
reflexionar y así afinar las respuestas futuras, y desde
ya también las presentes. El exdirector de Sistemas de
Salud de la OMS, Rafael Bengoa, ha propuesto un análisis
sistémico que evite el echar culpas con el propósito de
detectar las fallas, pensando sobre todo en una futura
situación similar que, desgraciadamente, es muy
factible. Además de la importantísima alerta temprana,
que globalmente falló (ni el gobierno chino ni la OMS
advirtieron en un principio que debían suspenderse todos
los vuelos), el sanitarista señala algunos aspectos que
podemos retomar, ya que resultan más que relevantes para
nuestro país.
Nos referimos a:
• La descoordinación entre
gobierno central y los gobiernos locales.
• El exceso de burocracia
que ralentizaría la respuesta en tiempos de crisis.
• Un sistema de producción
de material sanitario propio, rápido y suficiente, para
evitar la dependencia externa en un momento de
sobredemanda.
• El imprescindible co-liderazgo
entre política y ciencia.
Efectivamente, la situación sanitaria actual nos obliga
a repensar el Estado y pone de relieve la necesidad de
crear una institución u órgano nacional al servicio de
la Salud Pública. Un organismo que por su fortaleza y
control priorice las políticas públicas mediante su
capacidad de gobernanza, superando así estructuras
ministeriales en las que prevalecen conductas
administrativas sin capacidad de gestión (exceso de
burocratización). Éste debe erigirse sobre pilares
científicos y tecnológicos y obrar con pericia en la
coordinación interjurisdiccional que posibilite
articular un real federalismo que contenga la
complejidad multifocal existente, con suficiencia
resolutiva.
Respecto al tercer punto, si bien merecería un
desarrollo más extensivo, vale la pena remarcar al menos
la oportunidad para usufructuar el monopsonio estatal
para las compras de medicamentos, instrumental e
indumentaria y demás insumos médicos. Las políticas
públicas demandan pensamientos críticos que contengan
inteligencia y aptitud de discernir con responsabilidad,
a fin de llevar adelante la tarea de planificación,
gestión, y evaluación de estructuras complejas como las
que tendría a su cargo el órgano propuesto. Deben
asegurar su capacidad resolutiva mediante la selección
de cuadros científicos, técnicos y gerenciales
profesionalizados, de manera tal de protegerlos de la
cooptación por parte de intereses particulares. De esta
manera, se evitarían conductas que semejen un coto
personal, y así lograr bloquear imposturas intelectuales
de pensamiento hegemónico que habitualmente ocultan
falacias de autoridad.
El planteo “cuarentena sí, cuarentena no” resulta por lo
menos reduccionista. Hoy las prioridades que se imponen
en primera instancia son: reducir la tasa de letalidad
mediante un idóneo equipo médico integrado por clínicos,
terapistas, residentes y enfermeras especializadas
formados ad hoc. Simultáneamente, controlar los
contagios mediante el testeo, rastreo, elementos estos
básicos de logística para pautar en forma sincronizada
los seguimientos conductuales, de manera tal de realizar
una seria prosecución de la evolución futura de
contagios y la existencia de muertes subsiguientes, y
así orientar las decisiones de políticas sanitarias
mediante predicciones cuantitativas y comportamientos
sociales en la evolución dinámica y sus consecuencias.
De ahí la importancia de la calidad de los datos y su
fiabilidad en medio de la incertidumbre de todo proceso
biológico.
La formulación de políticas sensatas en el marco de la
metodología epidemiológica lleva a entender que la clave
en este proceso complejo pasa por testear y rastrear los
casos positivos y sus contactos a fin de aislarlos
únicamente a ellos, haciendo uso de modelos
cuantitativos como guía, que permitan reconocer
“trasmisores potenciales”.
En forma concomitante a lo descripto, reducir los daños
colaterales garantizando la atención médica de
enfermedades crónicas y agudas, que no se interrumpen
con el Covid-19. Merece tenerse en cuenta que ante la
posible inclemencia invernal se debe estar atento al
riesgo de la interacción viral por influenza y sus
efectos resultantes.
Tal como hemos afirmado en un artículo reciente,
anterior al estallido de la pandemia, la dimensión
territorial, que en nuestro país presenta una
heterogeneidad, extensión y -desigualdad pronunciada,
resulta una de las claves de la gestión sanitaria, y la
llave estrella pasa por un bien entendido federalismo.
La pandemia actúa como una tríada entre agente patógeno,
huésped susceptible y medio ambiente. Y este último
elemento resulta clave para accionar políticas
diferenciales en los distintos territorios y las
distintas poblaciones. Debemos tomar conciencia y asumir
la responsabilidad y el compromiso de revertir la
situación de una población oculta que vive en
condiciones infrahumanas y que la pandemia puso de
relieve. Resulta trágico que, a esta altura del proceso
en curso, descubramos las características particulares
de las villas, los geriátricos y el descontrol en la
infraestructura sanitaria en lo que respecta al
cumplimiento de normas de bioseguridad, como lo resalta
la crónica diaria como muestra de la vulnerabilidad
institucional.
La triste realidad está dada por no poder subsanar en
semanas ni meses lo que no se ha hecho en años y
décadas. Lo mismo ocurre con los “protocolos
procedimentales” de cuidado médico. No alcanza con
sancionar una norma prescriptiva, hace falta capacitar
en comportamientos y en destrezas. Para alcanzar el
nivel necesario debemos enhebrar capacidades esenciales
en la formación médica con el ejercicio profesional
apropiado que asegure su integración operativa.
Es indispensable que “el organismo” con función de
agencia coordine las acciones en todo el país, donde
además resulta importante la conexión internacional, con
lo cual bien cabe la apreciación de un enfoque “glocal”,
que articule desde lo global hasta lo local. Las
jurisdicciones deben tener reflejos rápidos y músculos
fuertes para actuar, pero en última instancia el cerebro
coordinador tiene que sobrevolar cada lugar. Nos
referimos a un “tablero de comando” con un núcleo
epidemiológico y bioestadístico que se sustancie en la
teoría epidémica, ampliado a múltiples enfoques y
disciplinas como la informática, comunicación,
demografía, urbanismo, sociología y psicología, entre
otros.
La regionalización es igualmente importante, e implica
la creación de un instrumento único de información
georreferencial, que permita la gestión eficiente de
recursos para la satisfacción de las necesidades propias
de cada espacio socio territorial, mediante la
organización en red de los componentes (bajo claros
criterios de economía de escala) y la fusión de fines a
cumplimentar para concretar el derecho a la atención de
salud.
No sirve discutir políticas con espíritu crítico sin
disponer de órganos operativos idóneos capaces de
accionar en correspondencia a las finalidades
requeridas. No estamos hablando de crear instituciones
nuevas. La puerta está abierta con el Consejo Federal de
Salud (COFESA) y el Consejo Regional de Salud (CORESA)
con sus Unidades Provinciales Ejecutivas (UPE). Si bien
falta una Ley Nacional de Salud, la devaluación del
Ministerio de Salud en Secretaría fue el paroxismo
simbólico de una debilidad que excede con creces una
simple nominación, que puso de manifiesto que el sistema
de atención pública de salud es la materia pendiente por
tratar en la post pandemia.
En definitiva, ni mera referencia nacional, ni mando
único central. Necesitamos un Gabinete Nacional de
Gestión Estratégica Integrada, que trabaje junto con
cada jurisdicción, en una co-ejecución. Lo que hasta
ayer era necesario, hoy se torna imprescindible.
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Ignacio Katz, Doctor en Medicina - UBA. Director
Académico de la Especialización en “Gestión
Estratégica de Organizaciones de Salud”
Universidad Nacional del Centro - UNICEN. Autor
de: “La salud que no tenemos” – Katz Editores
(2019). “Claves para la gestión en salud” –
Editorial UNICEN (2019). “Argentina hospital. El
rostro oscuro de la salud” – Visión Jurídica
Ediciones (2018). “La Fórmula Sanitaria” –
Eudeba (2003) |
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