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Decíamos en el número de marzo de esta Revista, que la
decisión institucional de establecer una política de
gestión de los riesgos en el seno de una institución
médica ha de ser orientada fundamentalmente a tratar de
evitar la producción de daños en los pacientes, por las
erróneas conductas humanas y el uso equivocado del
conocimiento de las personas que en ellas se desempeñan.
La declaración de la pandemia por el Covid-19, impulsó
una serie de medidas en los establecimientos públicos y
privados de nuestro país que obligó a adoptar protocolos
preventivos y de actuación, así como la redacción de
triajes para el manejo interinstitucional tanto de
pacientes como del recurso humano y su equipamiento,
registros clínicos, consentimiento informado, prevención
de contagios e infecciones, uso racional del
equipamiento, entre otras conductas, políticas y
procedimientos.
Sería bueno aprovechar este envión, la “estropada” en
términos náuticos, para que las naves del cuidado de la
salud de las personas lleguen a buen puerto. Tal vez
este podría ser el momento de tomar la decisión de
empezar a gestionar los riesgos a los que se halla
expuesta la actividad del servicio del cuidado de la
salud de las personas, para tratar de evitar los daños
que son evitables, sin más pretextos.
Ese envión podría conducir a efectuar cambios muy
importantes en la organización, que deberían tener
influencia sobre el resto de las políticas
institucionales, las decisiones estratégicas, los modos
de gerenciamiento, y necesariamente definir las
responsabilidades de los actores involucrados en dichas
tareas.
Antes de adelantarme debo aclarar que la referencia al
“uso equivocado del conocimiento” significa para mí
“tenerlo, pero usarlo mal, no tenerlo y hacer igual,
errónea o negligentemente o no saber usarlo y hacerlo en
forma imprudente”.
Lo primero que debería hacer la dirección o la gerencia
general o los accionistas, en forma conjunta con la
dirección médica y las jefaturas de cada servicio, sería
transmitir al resto de los cuadros de RR.HH., en
relación de dependencia o no, cuál es la importancia que
la seguridad del paciente tiene en la política de la
institución, con la finalidad de tratar de evitar la
producción de daños en las personas que acuden en
búsqueda de asistencia, daños originados en conductas
equivocadas, el mal uso de las habilidades y del
conocimiento, por los seres humanos que en ella se
desempeñan.
Desarrollar una política de Gestión de los Riesgos de
los actos médicos consiste, en una primera etapa, en
otorgarle un lugar importante a la seguridad del
paciente mientras se encuentre dentro de la institución.
Esta declaración debe ser legitimada con una
“actualización” de lo que significa en el campo de la
medicina, la responsabilidad profesional, la ética y los
derechos de los pacientes, en relación directa con los
actos médicos y la seguridad del paciente.
Desde la perspectiva de la atención de la salud, la
seguridad del paciente supone un conjunto de normas,
procedimientos, instrumentos y métodos basados en
evidencias científicas, destinadas a tratar de minimizar
el riesgo de daño evitable, que es sobreagregado por el
individuo en cada acto médico, y de los eventos adversos
que se producen, por la conducta errónea del individuo
en la atención de la salud de otro ser humano, al que se
denomina paciente, mientras se encuentre dentro de una
institución médica, ya sea internado o ambulatorio.
Caso contrario, la no comunicación, la no información,
por parte de la dirección general y/o la dirección
médica dará la sensación al RR.HH. que, entre el riesgo
de la actividad y el comportamiento humano de los
actores de primera y segunda línea, no existe ninguna
relación. (“Los pacientes se caen de las camas y se
rompen la cabeza, el hombro o la cadera por culpa de
ellos mismos”; “hemos operado en forma errónea el
miembro de un paciente programado, porque el paciente no
nos avisó”).
Un programa de seguridad del paciente, con la finalidad
de tratar de evitar los daños evitables incluye medidas
que garantizan prácticas diagnósticas, terapéuticas y de
cuidados de enfermería seguras, así como de protección
del medio ambiente, organización y funcionamiento
institucional, incluyendo la dotación, competencias,
incumbencias, sostenimiento y capacitación de todo el
RR.HH. que pasa por la institución.
El rol de los responsables es impulsar la política,
mostrando la importancia que se da a la seguridad del
acto médico, sensibilizar y convencer a todos los
actores y con tal fin, explicar el sentido de la gestión
y lo que se pone en juego, patrimonio, prestigio,
libertad, salud, realizando prácticas de forma no
segura.
Dentro de dicha perspectiva, el ejemplo de compromiso
que debe dar el management en el tratamiento de los
problemas de seguridad del acto médico es un elemento
determinante. El compromiso en materia de seguridad del
acto médico y por carácter transitivo del paciente, debe
ser inequívoco y manifestarse a través de sus decisiones
relativas a los diferentes sectores de la vida de la
institución: reclutamiento, formación, proceso de
certificación interna de profesionales, técnicos y todo
el equipo de salud, acreditación institucional e
inversión, entre otros temas centrales.
La política institucional de gestión de los riesgos de
los actos médicos para lograr la seguridad de los
pacientes, a los que se hallan expuestos por la
producción de daños por conductas erróneas del recurso
humano dependiente o no dependiente, puede inclusive
llevar a renunciar a la institución a continuar con una
actividad, si la secuencia, la frecuencia y la severidad
del perjuicio al paciente y al patrimonio institucional
así lo ameriten.
Las decisiones que se toman al respecto son decisiones
políticas que también implican responsabilidades
sociales, civiles, penales, administrativas. Las mismas
deben ser claras, motivadas, basadas en ejemplos
internos, a fin de no generar ansiedad o rechazo de
responsabilidad en los actores internos de la
institución. Esa transparencia permite asimismo
justificar el hecho de que una inversión esperada no se
haya realizado porque el recurso se destine al
tratamiento de un riesgo al que están expuestos los
pacientes y el patrimonio y el prestigio institucional.
La importancia acordada a la seguridad de los actos
médicos se manifiesta igualmente en la implementación de
la operación general de Gestión cuyos diferentes
elementos se desarrollan a continuación:
a) Comprometerse en una política de gestión de los
riesgos de los actos médicos para alcanzar la máxima
seguridad del paciente, es en primer lugar mostrar la
importancia que se da a la seguridad del accionar
médico.
b) Establecer las responsabilidades de cada uno de los
involucrados en el programa. El procedimiento de gestión
de los riesgos de los actos médicos se basa en una
definición clara de las responsabilidades.
c) Definir reglas institucionales que alienten a
compartir la información sobre los riesgos.
La seguridad del acto médico para evitar daños evitables
en los pacientes es en la mayor parte de los casos una
responsabilidad directa de la línea jerárquica
operacional: dirección general, dirección médica,
responsables de sectores, jefes de servicio, técnicos,
coordinación y enfermería. Los actores a cargo de la
actividad transversal de gestión de los riesgos también
tienen una responsabilidad sobre la conducción y los
resultados de dicha actividad. Se trata sin embargo de
una responsabilidad indirecta, sistémica y no
operacional en el momento de la ocurrencia de un
incidente o de un accidente.
Las responsabilidades propias de la dirección general,
de la dirección médica y de los profesionales que
deberían ejecutar las políticas decididas y comunicadas
en cada sector de la actividad institucional, o de cada
especialidad o servicio, también deberían tener una
responsabilidad con respecto a las actividades
implementadas. La aplicación de la reglamentación y de
los procedimientos definidos para la institución
deberían formar parte de dicha responsabilidad.
Es necesario encontrar una estrategia de relacionamiento
que, de acuerdo con el sistema de trabajo de los
profesionales en los establecimientos médicos públicos y
privados de la Argentina, provoque una actitud de
pertenencia que los motive, y aliente a la dirección
general y a la dirección médica a dictar políticas y
procedimientos que favorezcan la seguridad del acto
médico.
La asignación de las responsabilidades consiste en
definir el rol de cada uno, lo que se debe hacer
respetando las incumbencias y las capacidades. Ciertas
actividades requieren competencias adaptadas (You can’t
ask the elm for pears). Algunas actividades pueden ser
delegadas, pero en ese caso deben ser afectadas bajo la
supervisión de un responsable que se asegure acerca de
las condiciones de realización del acto (Seguimiento/
Follow up).
Finalmente, ciertas actividades específicas realizadas
por una categoría profesional suponen una formación y
una experiencia en esa actividad (ej.: acto técnico).
Los requisitos previos y posteriores a la realización de
dicha actividad sin supervisión deben ser definidos.
Existen procedimientos de organización, organigramas,
fichas de función y de puestos que permiten definir las
misiones de cada uno, lo que contribuye a precisar las
responsabilidades.
(*) Abogado
(*) Asesor Externo de TPC Compañía de Seguros S.A.; CEO
de RiskOut S.A. Consultora Especializada en
Responsabilidad Profesional Médica, Gestión de Riesgos y
Seguridad del Paciente.
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