|
¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! “Déjense de
cuestiones previas personales, de suspicacias, de
narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que
dará este país el día que sus hombres se resuelvan de
una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a
ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más,
en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y
paralizadas sus potencias espirituales, que son
egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad
mental secuestradas por los complejos de lo personal”
(Ortega y Gasset).
¿Cuándo la Argentina se convirtió en un país anormal? O
para recordar la frase de Zavalita en Conversaciones en
la Catedral (1) pero en este caso aplicado a nuestro
país, la pregunta podría ser ¿Cuándo se jodío la
Argentina?
Hace 37 años que vivimos en democracia y no hemos podido
organizar un Estado preparado para poder hacer frente a
los desafíos económicos, políticos y sociales de todos
los días, podemos imaginarnos lo que sucedió cuando
apareció un cisne negro como la pandemia que fue una
sorpresa universal. Hacemos agua por todos lados.
Pero como todas las cosas que suceden en la vida y
también en el mundo, un día llega algo que rompe los
cánones establecidos y obliga a repensar el juego. En
estas circunstancias poseer y comprender una teoría,
doctrina o escuela de pensamiento común es el único
medio que dispone cualquier grupo humano dispuesto a
gobernar un país para coordinarse entre sí, obrar de
manera coherente y adoptar decisiones lógicas y
consistentes en distintos campos de la acción de
gobierno.
Digámoslo de una vez y para siempre el Estado y el
mercado se complementan, se necesitan para
desarrollarse. Como bien planteó Martín Tetaz “No hay
posibilidad de tener un capitalismo exitoso si no existe
un Estado fuerte que desarrolle ese entramado
institucional que llamamos mercado, que no es otra cosa
que el conjunto de normas (formales e informales) que
regulan la interacción entre oferentes y demandantes”.
(2) Pero también es cierto que no hay posibilidades que
una economía pueda resistir un Estado ineficiente y
burocrático que se aprovecha siempre de la situación y
que cobra más de lo que entrega en materia de servicios
públicos. Tanto es así que la sociedad tiene que comprar
en el mercado privado esos bienes de calidad que no se
pueden asegurar (educación y salud).
La Argentina arrastra serios problemas históricos para
organizar y coordinar el accionar del Estado y ahora la
pandemia vuelve todo más difícil ante la incertidumbre
que plantea. Una organización social para ser gobernada
necesita un plan. Siempre y en todos los casos
prácticos, la teoría se debe plasmar en un Plan de
reconducción y/o de normalización de la vida ciudadana.
Según el Prof. Carlos Matus “La planificación no es otra
cosa que el intento del hombre por gobernar su futuro,
por imponer la razón humana sobre las circunstancias.
Ningún mecanismo automático y determinístico resuelve el
destino del hombre”. Sino planificamos se corre el
riesgo que el desarrollo económico como proceso
diacrónico que genera relaciones internacionales donde
la mano invisible termina operando en el sentido
contrario: da muchas ventajas a los que ya tienen
ventajas.
Si seguimos haciendo las mismas preguntas vamos a seguir
escuchando las mismas respuestas. Es hora de cambiar el
paradigma. Quizás ahora el cambio, la reforma deje de
ser visto como un costo político inabordable y los
políticos comiencen a considerar que el único camino es
producir las transformaciones que el tiempo requiere.
Las opciones conservadoras serían las que generan ahora
costo político ante los despojos que deja la pandemia
luego de su paso.
Necesitamos un plan que sea una apuesta estratégica y no
una apuesta de azar. (3) El que planifica va a terminar
influyendo sobre los resultados, aunque no controle los
resultados últimos de su acción. Para ello se requieren
herramientas potentes para poder lidiar con la
incertidumbre, prever posibilidades, descubrirlas y
anticipar respuestas. Se trata de encontrar los caminos
para transitar por el futuro no de predecir el futuro.
El plan que necesitamos debería hacerse las preguntas
correctas acerca del futuro de las relaciones económicas
y sociales, nuevos esquemas de organización del trabajo,
de prestación de servicios, de financiamiento de las
funciones sociales y terminar diseñando una agenda. La
pandemia ayudará a desmontar pequeños y grandes
intereses que frenan y traban cualquier proceso virtuoso
de reforma. La Argentina nunca tuvo una guerra (primera
o segunda guerra mundial) y tampoco sufrió las
consecuencias de la pandemia de gripe española de 1918
en consecuencia el estado de bienestar que supo armar es
a imagen y semejanza de las inequidades estructurales en
la distribución del ingreso que acompañaron al país
durante todos estos años.
En el caso de la salud el diseño del sistema fue
resultado de la doctrina de la subsidiariedad (ley
18.610) el Estado sólo debe hacer aquello que no puede
hacer ni el mercado ni la sociedad organizada y este
enfoque promovido por militares, sindicalistas e iglesia
construyó un modelo donde la variable de ajuste fue un
Estado débil, sin músculo y sin capacidades de dirigir,
controlar y regular. Los intentos de revertir este poder
constituido fracasaron en 1974 (SNIS) y en 1985 (Seguro
Nacional de Salud).
El Estado debe recuperar poder que no tiene que ver con
el tamaño sino con las capacidades de orientar y
promover determinados procesos. Este proceso se llama
GOBERNANZA, a la que podemos definir como aquellas
interacciones y acuerdos entre gobernantes y ciudadanos,
con el fin de crear oportunidades a la iniciativa
individual, solucionar problemas reales de la gente y
construir instituciones sólidas con normas claras,
sencillas y eficaces para generar esos cambios.
Con el mismo espíritu que lo han hecho los gobiernos de
Italia, España y Francia se podría crear un espacio
integrado por un Comité de Expertos en materia económica
y social para colaborar en la enorme tarea de
reconstrucción que el país necesitará después del Covid-19.
La puesta en marcha gradual de los diversos sectores de
la actividad social, económica y productiva mediante la
individualización de nuevos modelos organizativos y
relacionales que tengan en cuenta las exigencias de
contención y prevención de la emergencia.
Necesitamos un Estado diferente y un replanteo de temas
cruciales para el futuro. Aspectos como los que siguen
deberían tener un especial tratamiento y análisis por
parte del Estado, universidades, empresas y sociedad
civil en general:
a) Promover la innovación tecnológica para
aplicar internamente en la mejora del funcionamiento del
Estado, pero también como clúster para exportar (las
experiencias de los test rápidos), las terapias con
plasma para combatir el coronavirus, así como el
desarrollo de nuevas aplicaciones son una pequeña
muestra de la potencialidad de este sector.
b) Replantear la organización del trabajo, las
modalidades de contratación. Los sindicatos del sector
privado son los únicos que están en línea con la
necesidad de generar fuentes de trabajo y que las mismas
puedan ser formales. La situación de los monotributistas.
c) Revisión de la carga impositiva de los
impuestos distorsivos, promover la inversión productiva
y replantear el mecanismo de coparticipación federal
involucrando a las provincias en programas de eficiencia
y eficacia de las funciones de salud y educación.
d) Redefinir la relación entre la Nación y las
provincias en materia de salud y educación.
e) Cómo avanzar en la cobertura universal de
salud colaborando con las provincias para alcanzar
esquemas de seguros provinciales con 80% de la población
(una especie de FONASA de Chile, pero a nivel
provincial).
f) Situación de la tercera edad: PAMI y
residencias geriátricas (regulación).
g) Organizar un programa para hacer frente a las
situaciones de salud mental y enfermedades crónicas post
pandemia.
h) Situación económico-financiera y fiscal de las
entidades privadas de salud que saldrán de la pandemia
muy castigadas.
i) Definir la trayectoria de la educación a
distancia y plantear un programa de formación de
recursos humanos en salud que se pueda adaptar a las
necesidades.
j) Abordar el tema de la judicialización y
discutir prioridades. PMO para todos los habitantes del
país con independencia de quién sea el responsable de
brindar el aseguramiento y/o la prestación
correspondiente.
k) Sistemas de información nacional, provincial y
regional. Búsqueda de economías de escala en materia de
oferta de tecnología a nivel de provincias tal como se
hizo con maternidad poder avanzar en un mapeo y
organización por complejidad de otras patologías graves
como cáncer, cardiología y enfermedades respiratorias.
El escudo de la ciudad de Módena tiene una frase en
latín “AVIA PERVIA” que quiere decir “Hacer fácil lo
difícil”. Ese es el camino para enfrentar con
creatividad la incertidumbre que plantea la pandemia y
con un amplio consenso político sobre los grandes temas.
Después seguramente existirán los espacios para mayor
debate y discusión, pero ahora es tiempo de encontrar
algunos comunes denominadores y no estamos ante
cualquier desafío estamos ante la posibilidad de caer en
el abismo. Y como decía Friedrich Nietzsche, “Cuando
miras largo tiempo al abismo, el abismo también mira
dentro de ti”.
1) Conversaciones en la Catedral. Vargas Llosa.
2) Martín Tetaz – El Economista 13 abril 2020.
3) Carlos Matus, Plan Estratégico Situacional. ONU –
CEPAL.
|