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El humanismo, en el sentido amplio, significa valorar al
ser humano y la condición humana. En este sentido, está
relacionado con la generosidad, la compasión y la
preocupación por la valoración de los atributos y las
relaciones humanas.(1)
Comienzo este nuevo artículo con esta definición que
debería ser el faro de las sociedades, en esta nueva era
a partir de la pandemia.
La frase del “Gran Ramón Carrillo” reemplazando
“microbios por virus”, daría lugar a un tratado de
política social, de ética y sobre todo de equidad.
Todo está yendo muy rápido. Ninguna pandemia fue nunca
tan fulminante y de tal magnitud. Surgido en una lejana
ciudad desconocida, un virus ha recorrido ya todo el
planeta, y ha obligado a encerrarse en sus hogares a
miles de millones de personas. Algo sólo imaginable en
las ficciones postapocalípticas.
A estas alturas, ya nadie ignora que la pandemia no es
sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias
sociales califican de “hecho social total”, en el
sentido de que convulsiona el conjunto de las relaciones
sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de
las instituciones y de los valores.
La humanidad está viviendo –con miedo, sufrimiento y
perplejidad– una experiencia inaugural. Verificando
concretamente que aquella teoría del “fin de la
historia” de Fukuyama es una falacia.
Descubriendo que la historia, en realidad, es
impredecible. Nos hallamos ante una situación
enigmática. Sin precedentes.
Nadie sabe interpretar y clarificar este extraño momento
de tanta opacidad, cuando nuestras sociedades siguen
temblando sobre sus bases como sacudidas por un
cataclismo cósmico. Y no existen señales que nos ayuden
a orientarnos. Un mundo se derrumba.
Cuando todo termine, la vida ya no será igual.
Hay aspectos fundamentales de las causas de las
epidemias y pandemias recientes, que permanecen en la
sombra. Quiero nombrar algunos de éstos, distintos pero
complementarios. Una primera consideración es que el
capitalismo funciona con un mecanismo perverso de
ocultar las verdaderas causas de los problemas, para no
hacer nada sobre ellas porque afectan sus intereses,
pero sí hacer negocios con la aparente cura de los
síntomas.
Mientras tanto los estados gastan enormes recursos
públicos en medidas de prevención, contención y
tratamiento, que tampoco actúan sobre las causas, por lo
que esta forma de “enfrentar” los problemas se
transforma en negocio cautivo para algunas empresas
trasnacionales, por ejemplo, con vacunas, medicamentos,
insumos médicos.(2)
En la emergencia surgen jugosos negocios para algunas
empresas o bancos. Las farmacéuticas, las productoras de
insumos para la protección sanitaria, las empresas de
ventas en línea y de producción de entretenimiento, se
enriquecen ridículamente con la declaración de pandemia.
Desde antes de la pandemia, las famosas empresas
informáticas GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple,
Microsoft), ya eran las empresas más valorizadas a nivel
de valor de mercado de sus acciones. Ahora, están
haciendo ganancias enormes porque ha habido una
sustitución de la comunicación directa, aún más, por la
comunicación virtual.
Vivimos tiempos de pandemia, paranoia y cuarentena, en
un mundo capitalista que, como Ícaro, vuela raudo hacia
el sol de su autodestrucción. Es como si la realidad
fuese una mala escritora –mala por su falta de
originalidad o mala por su sadismo– empeñada en imitar
“La peste”, aquella memorable novela de Camus sobre los
efectos psíquicos y sociales de una misteriosa plaga que
se abate sobre la ciudad argelina de Orán; plaga que es
también, en otro plano más profundo de lectura, una
parábola de la absurdidad humana.
La sensación compartida de estar metidos dentro de una
distopía.(3)
¿Y en nuestro país que sucede? La cuarentena –único
método eficaz demostrado sanitariamente– se enfrenta a
unos anticuarentena dignos del realismo mágico. Pero
analicemos este fenómeno en forma distinta… ¿Quién
maneja la salud en la Argentina?
Un sistema totalmente fragmentado.
Hay subsectores de salud que no tienen que ver con la
salud además de empresarios que lucran y manejan enormes
organizaciones.
Recuperamos el Ministerio de Salud, falta recuperar
la salud de los argentinos.
Falta muchísimo… profesionales mal pagos, que deben
realizar multitrabajo para subsistir… desde hace tiempo.
Distribución geográfica de facilidades sanitarias
caóticas, sin controles reales de sus prestadores. La
desconcentración de la salud en la época de la dictadura
genocida, conllevó a inequidades a amplios sectores de
las poblaciones de nuestra Argentina. No es lo mismo la
atención en las grandes ciudades. En la medida que nos
alejamos de ellas va decreciendo en oferta y calidad.
No hay control real en la aprobación por parte del
Estado de la farmacopea que ingresa al país. Esto va
acompañado del aumento constante y escandaloso durante
los 4 años del gobierno de los ceos de los medicamentos,
sin control de costos por parte de ningún ente.
No se realizó históricamente, controles de calidad
suficientes de las entidades prestadoras de salud nadie
sabe cuál trabaja bien y cuál no. Las estadísticas
nacionales son misteriosas. Podríamos seguir hasta el
infinito con los problemas. Ahora: ¿qué hacemos?
Un sistema de salud es un modelo de organización
social para dar respuesta a los problemas de salud de la
población.
El sistema de salud es el resultado de la articulación
de tres componentes: el político, el económico y el
técnico.
La articulación de estos tres componentes da lugar a
tres modelos:
1. Modelo de Gestión (político).
2. Modelo de Financiación (económico).
3. Modelo de Atención (técnico).
El Modelo de Gestión define las prioridades del sistema
en función de los valores que lo guían y establece las
actividades que le corresponden al Estado. En cuanto a
los valores, un sistema de salud debe privilegiar todos
los aspectos: la universalidad de la cobertura, la
efectividad de las acciones y su impacto sobre la
calidad de vida de los ciudadanos.
El Modelo de Financiación define: ¿cuánto debe gastar en
salud el país? ¿De dónde provienen los recursos? ¿Cómo
se asignan los recursos? Los cambios en la economía –en
especial en las bases tributarias de los países– llevan
a la redefinición permanente de las fuentes de recursos
para financiar las acciones de salud. Una serie de
variables deben ser consideradas para dar respuestas a
estos interrogantes: los niveles de salud de la
población; los modelos de sistemas de salud; el tamaño
de la economía.
El Modelo de Atención define qué tipo de acciones
y servicios se debe prestar a la población. (4) ¿Qué
criterios de inclusión se deben considerar dentro del
sistema? ¿Cómo prestar? ¿Dónde prestar?... ¿En qué
lugares y de qué manera distribuir la oferta?
Hace falta un esquema de sistema de salud unificado,
integrado y complementario… sin excluir a nadie.
De una vez por todas, pero en etapas, ir a un sistema
único de salud: única respuesta posible al
gigantesco descalabro de los subsistemas sanitarios de
nuestro país.
Instalar el debate sobre la salud de los argentinos.
(1) El nuevo humanismo / Daisaku Ikeda / FCE / México
/2009.
(2) La fábrica de pandemias / Silvia Ribeiro / Especial
para ASPO 5 de abril de 2020.
(3) Pandemia: Paranoia e hipocresía global en tiempos de
capitalismo tardío - Ariel Petruccelli y Federico
Mare/ASPO.
(4) Políticas de Salud / Ginés González García; con
colaboración de Mariela Rossen; edición literaria a
cargo de Mariela Rossen. - 1a Ed. 2a Reimp. - Buenos
Aires, Ministerio de Salud de la Nación, 2010. ISBN
978-950-38-0020-1. |