|
La
pandemia ha puesto en crisis a todos
los Estados, dado que ha dejado en
evidencia los efectos de políticas
que no llegaron a cubrir
equitativamente las necesidades
básicas de la sociedad, la promoción
de oportunidades y la distribución
de la riqueza.
Por lo visto hasta el momento, lo
único que es efectivo para una
pandemia, sin vacuna existente, es
tener rápidos reflejos para iniciar
una cuarentena.
En este marco, la pandemia nos hace
reflexionar sobre nuestro sistema de
salud y para ello, cada disciplina
participante, está expectante de
cómo se va desenvolviendo y al mismo
tiempo se replantea su accionar en
el futuro.
En lo que respecta a la arquitectura
orientada a la salud, vemos que la
pandemia, ha demostrado, la
necesidad de camas de internación,
la falta de equipamiento médico, la
escasez del mantenimiento en las
infraestructuras hospitalarias y la
ausencia de protagonismo del
profesional especializado en el
recurso físico en salud.
Destacamos la rápida decisión del
Gobierno en cubrir dichas falencias,
aunque confirma nuestra última
evidencia que es “La ausencia del
profesional especializado”, puesto
que la necesidad de ampliar camas
sólo fue en términos cuantitativos y
no se tomó la dimensión cualitativa.
Tal es el caso de los denominados
hospitales modulares que, por sumar
camas al sistema, se resignó
superficie para los servicios de
apoyo asistenciales y de confort al
personal. Mientras que, en uno, se
compromete al proceso de atención
médica, en el otro implica la
seguridad del personal, ya que los
mayores riesgos de contagio están
dados por el cansancio. Creemos que,
con la colaboración del arquitecto
hospitalario, en el proceso de
diseño, se hubiera podido subsanar
dichas observaciones.
Tenemos que capitalizar lo aprendido
en la pandemia, de esta manera
actuar sobre las poblaciones más
vulnerables, tener en cuenta los
determinantes sociales, intervenir
sobre los que tengan mayores
factores de riesgos, (adultos
mayores y las enfermedades
crónicas), sin dejar de priorizar la
seguridad del personal de salud.
Dicho en palabras del doctor Ramón
Carrillo: “Si el arquitecto no está
compenetrado del espíritu y la
doctrina de salud pública, no podrá
comprender nunca una arquitectura
social como es la arquitectura
hospitalaria y la arquitectura
vinculada con las diversas
especialidades de la medicina”.
No caben dudas que Carrillo,
revolucionó el sistema de salud y
entre otras innovaciones, incorpora
la figura del arquitecto como un
actor para interpretar y
materializar los procesos de la
atención médica, teniendo en cuenta,
además, la transformación del
espacio-paciente para su mejor
estancia mientras dure su cura y
recuperación.
En tal sentido vemos tres planos en
donde podemos esbozar algunas
estrategias, para hacer frente a una
futura crisis:
PLANO
MACRO
•
Trabajar en la planificación de las
redes de atención, tendiendo a la
actualización y la puesta en valor,
de la capacidad instalada de todo el
sistema, para la toma de decisiones
en tiempos de crisis.
•
Integrar los equipos de evaluación
de la calidad de la atención médica,
tanto en los ministerios de salud
como en las instituciones.
•
Participación activa en el
Plan
Estratégico de los Hospitales,
mediante el análisis, diagnóstico,
planificación, proyecto, ejecución y
evaluación del Plan Director, en
conjunto con áreas asistenciales,
técnicas y de gestión.
•
Reformular los programas médicos
arquitectónicos, en base a un
Sistema de Salud orientado desde la
atención primaria hasta la mayor
complejidad, teniendo presente los
nuevos modelos de gestión, la
telemedicina, el hospital seguro y
sin papeles, etc.
PLANO MICRO
•
Dentro del establecimiento y
partiendo del diseño basado en la
flexibilidad físico-funcional,
múltiples posibilidades de uso y
modos de expansión previstos para
cada sector, orientado hacia el
hospital multiestratégico, como lo
denomina Vera O.-Quaglia, 1984.

•
Incorporar una normativa que exija,
un plan de contingencia, ya sea en
los edificios existentes y en los
proyectos futuros, para tener
analizada una respuesta para los
tiempos de crisis.
•
Desarrollar estrategias dentro del
hospital, con criterios y pautas de
diseños, asumiendo lo evidenciado en
la pandemia: atención al público, triaje, higiene y seguridad del
paciente y del personal, entre
otras, revalorizando la humanización
de la atención y el respeto por el
personal.
PLANO LABORAL Y DE FORMACIÓN
•
Incorporar al organigrama la cúpula
estratégica de las instituciones,
un
gestor del recurso físico, que no
sólo cubra las fases de
planificación, proyecto y dirección
de obras, sino también las de
mantenimiento edilicio,
infraestructura y equipamiento
médico.
•
Procurar la formación de una
residencia en arquitectura
hospitalaria, con jurisdicción
nacional o provincial.
Como profesionales de la
arquitectura en salud debemos
planificar, reconocer la capacidad
instalada y su resiliencia.
Estudiando e implementando
estrategias de acción que ayuden a
una mejor respuesta ante las futuras
crisis.
El desafío que plantea la post
pandemia en la arquitectura
hospitalaria, es corregir los
errores del pasado, mejorar las
propuestas para el presente y
proyectar al futuro, bajo
lineamientos de políticas de estado
basadas en satisfacer las
necesidades de la sociedad y
acompañar la gestión de
instituciones comprometidas con la
salud.
(*) Especialistas en el Planeamiento
del Recurso físico para la Salud.
CIRFS – UBA. Profesores
Universitarios en Ciencias de la
Salud. ISALUD.
|