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Es la primera vez que el mundo
enfrenta una pandemia de estas
características en todos los países
al mismo tiempo. Las anteriores,
peste bubónica, viruela,
poliomielitis, cólera, fiebre
amarilla, sarampión se trasladaban
más lenta y estacionalmente, pero
con la globalización del transporte
ésta nos tomó a todos al mismo
tiempo y con poca posibilidad de
reacción.
Ningún país estableció un plan
estratégico que contemplara todas
las variables posibles y los eventos
externos esperados. Todos los países
actuaron según ocurrían los hechos,
incluso muchos menospreciaron los
alcances humanitarios y económicos
de la pandemia.
Ningún país tuvo en cuenta el daño a
la salud mental de su población, ya
sea por la pandemia, por las medidas
tomadas (principalmente la
cuarentena) ni lo que ocurriría
después (síndrome postraumático +
desocupación + soledad + muertes y
pobreza).
La cuarentena suele ser una
experiencia desagradable para
quienes la padecen, incluye la
separación, la pérdida de libertad,
la incertidumbre y el aburrimiento,
hay reportes incluso sobre intentos
de suicidio y suicidios consumados
en forma secundaria, es por lo que
antes de considerar estas medidas
deben contemplarse estas
complicaciones y sopesarlas con
relación al beneficio.
Algunos estudios han comparado, los
efectos psicológicos de las personas
en cuarentena, los síntomas más
comunes son los relacionados al
estrés y al trauma, particularmente
el trastorno por estrés agudo. El
recurso humano además presenta mayor
propensión a reportar agotamiento,
desapego, ansiedad, deterioro del
desempeño y resistencia a trabajar,
puede llegar a presentarse a lo
largo trastorno de estrés
postraumático y depresión. Otros
estudios mostraron alta prevalencia
de síntomas de ansiedad y trastornos
emocionales, ira y agotamiento.
Pero la cuarentena no es igual en
todas las edades ni en todas las
clases sociales y por ende afecta a
todos distinto. En los niños,
ansiedad, miedo e inseguridad, por
no comprender lo que ocurre, ni
soportar el encierro y la suspensión
de la interacción con sus amigos.
Los más afectados que vieron morir a
sus familiares. Los jóvenes
reaccionan con estrés,
claustrofobia, ira y en muchos
casos, consumo de tóxicos,
convencidos de que a ellos no los
afecta. Los de mediana edad, estrés
crónico, aumento de peso, ansiedad,
depresión, ideas de ruina y aumento
del consumo de alcohol.
Las personas mayores que viven en
sus hogares mono o múltiple
parentales, tristeza por no ver a
sus personas queridas, ansiedad por
dependencia de otros en su encierro
e ideas de muerte inminente. Los que
están en geriátricos, aislamiento
por soledad extrema, dejan de
alimentarse, ideas de muerte pronta,
porque la información que reciben es
tóxica y creen inexorable enfermar,
sufrir mudarse y no volver. Los que
están en psiquiátricos o geronto
psiquiátricos, lo mismo que las
personas mayores en geriátricos,
pero además abandono absoluto y
agravamiento de sus patologías de
base y de sus comorbilidades,
fundamentalmente, diabetes,
enfermedades renales, hepáticas y
cardiovasculares.
Pero todo es peor en las barriadas
populares y hacinadas (viven + de 8
personas en 30 metros con un baño
rudimentario, con poca agua o sin
ella), donde los jóvenes ignoran la
enfermedad, los de mediana edad
también por necesidad de generar
dinero diariamente, los niños no
saben que pasa y las personas
mayores mueren. Las personas que
padecían enfermedades psiquiátricas,
agudas o crónicas ven empeorar sus
síntomas con mucha angustia e
inquietud, desean aumentar la carga
química y sus consultas
presenciales, pero en muchos casos
se les dificulta la consulta
profesional y en otros no se
acostumbran a la consulta virtual y
las evitan.
Lo peor lo padecen aquellos que
experimentaban síntomas por primera
vez y no pueden conseguir consulta y
cuando requieren atención de
urgencia rara vez la consiguen, por
lo que agravan rápidamente su
padecimiento, con gran deterioro
familiar y social.
En esta pandemia disminuyeron los
accidentes viales y aumentaron los
suicidios en equipos de salud.
Los profesionales de la salud,
particularmente los especializados
que atienden Covid-19 en sospecha o
confirmada son vulnerables, tanto al
alto riesgo de infección como a los
problemas de salud mental, también
pueden experimentar miedo al
contagio y la propagación del virus
a sus familiares, amigos y colegas.
Contraen neurosis con fobias
diversas, entre ellas odio al
trabajo, a los colegas y a los
pacientes, reportando enfermedades y
ausentismo.
Llega un momento para los
profesionales de la salud, para el
equipo de salud en general, tanto el
que se ocupa de la atención de los
pacientes con Covid-19 como aquellos
que están en sus alrededores donde
se sienten desnudos y desprotegidos,
sienten que no hay nadie que esté
por encima de ellos que los pueda
proteger y ayudar, porque ni bien
empiezan a faltar suministros
empieza a surgir el pánico dentro de
las salas de terapia intensiva, pero
esto no sucede solamente por la
atención de los pacientes a los que
ven desmejorar y fallecer sin poder
hacer nada, sino que además sienten
que ellos pueden ser el próximo
paciente y eso le genera ira, rabia
y hasta querer desentenderse de lo
que están haciendo y no volver.
La atención oportuna a la salud
mental debe desarrollarse con
urgencia. Primero los equipos
multidisciplinarios de salud mental
establecidos por las autoridades de
salud a nivel regional y nacional,
incluidos psiquiatras, enfermeras
psiquiátricas, psicólogos clínicos y
otros trabajadores de la salud
mental, deben brindar apoyo a
pacientes y trabajadores de la
salud, pero no fueron incluidos en
los grupos de atención.
Otras angustias que llevan a los
profesionales y a sus familias son
las preguntas frecuentes ¿Qué
significa esto para usted y su
familia? ¿Cómo se van a mantener
juntos? ¿Cómo se van a mantener al
tanto mutuamente? ¿Quién va a cuidar
si usted es madre soltera y se
enferma? ¿Quién se va a asegurar que
la abuela reciba su medicación? ¿Qué
clase de planes tiene para su
alimentación? ¿Se supone que su
tienda cercana estará abierta
normalmente? ¿Debería almacenar
productos? Damos por sentado que
muchas de esas cuestiones no las
pensamos necesariamente.
El personal de salud pública y otro
personal sanitario tienen la
posibilidad de explicar. No hay
respuestas para estas preguntas. No
hay estudios suficientes para poder
identificar diferencias por otros
factores, demográficos,
socioeconómicos, etc. Aunque se
incluye si hubo un estudio con
resultados negativos en personas con
trastorno mental previo y varios que
señalan un importante impacto
negativo en la salud mental de los
profesionales de la salud.
Pero hay un escenario subyacente que
también es muy importante, el de
todas aquellas personas que tienen
que atender a pacientes Covid-19 y
no tienen la preparación adecuada,
de hecho estamos admitiendo que ni
siquiera el propio equipo de salud
se siente preparado para la atención
de estos pacientes, entonces que
puede pasar con los servicios de
seguridad, la policía, las personas
que atienden los servicios de
atención básica como los
supermercados, las tiendas de
proximidad, los bomberos, el
servicio de calle, aquellos que
hacen la limpieza de las calles, los
recolectores de basura, todos
servicios básicos como el
transporte, que se sienten
totalmente desprotegidos y que no
solamente se preocupan por ellos y
les genera ansiedad, sino que además
se preocupan por sus familiares, por
el miedo al contagio de sus
familias.
Esto evidencia un escenario que
todavía se transforma en más trágico
porque no tienen los elementos de
protección suficientes y no tienen
entrenamiento, ni siquiera si los
tuvieran, no tienen experiencia para
su utilización, es muy importante el
mantenimiento de la información
permanente desde las áreas de
gobierno para que todas estas
personas puedan saber qué hacer, y
es más, deberían tener un
entrenamiento permanente sobre todo
teniendo en cuenta que esta
cuarentena va a durar muchísimo
tiempo más, hasta que, o haya
inmunidad de rebaño o haya inmunidad
por vacuna.
Hay una cosa que le pasa a toda la
sociedad que es el no saber cómo
proceder ante esto, ni siquiera con
sus vecinos y con sus allegados y la
prolongación de la cuarentena hace
que las personas tiendan a no
cumplirla, sobre todo en aquellos
lugares donde han sido exitosas y no
se han visto gran cantidad de
muertos, entonces las personas dejan
de lado el miedo y entran en
episodios de excitación o descuido
poniendo en riesgo a todos los que
están cerca de ellos.
Asimismo, cuando hablamos de la
información, esta es otra de las
causas del miedo, de la angustia, de
la depresión e incluso a posteriori
del estrés postraumático, hay un
exceso de información. Se habla de
múltiples tratamientos que no tienen
el respaldo científico suficiente e
igual se informa a través de los
medios de comunicación y entonces
empiezan a aparecer cosas que son
realmente peligrosas, desde un
presidente que dice “no se preocupen
es nada más que un resfriado” hasta
personas que dicen “que hay que
tomar desinfectantes para curarse
del coronavirus o para protegerse
del coronavirus” y no se tiene en
cuenta cuando los medios hablan
sobre personas mayores o personas
vulnerables que estas personas
sufren un trastorno psicológico
mayor porque se sienten acosadas por
la enfermedad y por el riego de
muerte inminente.
(*)
Profesor Titular - Departamento de
Salud Pública Facultad de Medicina –
Universidad de Buenos Aires.
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