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La relación oferta y demanda de la
fuerza laboral que desarrolla sus
actividades en las áreas de
epidemiología y salud pública en el
subsector público, se encuentra en
tensión debido a la pandemia por
Covid-19. A la excesiva demanda se
agregan grandes brechas en lo que
hace a la capacitación,
entrenamiento, formación de personal
y necesidad de nuevas
especializaciones. Entre las
capacidades básicas que se
necesitan, están el manejo de
sistemas de información que incluye
la georeferenciación, el análisis de
datos que abarca la
interoperabilidad de diferentes
sistemas, la comunicación que excede
la realización de informes y que
debe promover cambios de conducta,
esto es la comunicación para el
desarrollo.(1)
Una primera reflexión, es que el
gobierno en los distintos niveles
jurisdiccionales debería tomar nota
de las limitaciones que debió
superar o que aún hoy está tratando
de manejar para poder gestionar la
pandemia, de tal forma que logremos
la salida de este laberinto
conectado por cuarentenas. Es clave
que se pueda planificar y concretar
las inversiones necesarias para
fortalecer las áreas de
epidemiología, en particular; y de
otras especialidades que permitan
hacer frente a una creciente amenaza
y una doble carga de morbilidad:
enfermedades emergentes y
reemergentes que se conjugan con las
enfermedades no transmisibles; donde
los avances de las ciencias imponen
nuevos desafíos de aprendizaje y
donde la escasez de personal es
quizás menos urgente si se lo
compara con los cuidados críticos,
pero igual de real.
Existe una amplia gama de
disciplinas que son necesarias para
gestionar en la salud pública, desde
la epidemiología y bioestadística,
hasta la infectología, cardiología,
economía de la salud, salud
ambiental, nutrición y seguridad
alimentaria, trabajadores de salud
indígena, enfermería, bioquímica,
farmacia, ciencias del
comportamiento y muchas más. Es
difícil establecer una estructura
disciplinar, una currícula y una
dotación mínima de personal
requerida por estas áreas sin
considerar las demandas existentes
en cada lugar. Por eso la propuesta
es pensar en las capacidades que se
necesitan y planificar un
fortalecimiento de la fuerza laboral
dedicado a la gestión sanitaria en
el subsector público, contando con
un sistema de formación continua que
se apoye en las capacidades de
ámbitos académicos sin perder la
riqueza de la formación en servicio.
La última inversión fuerte que se
hizo para fortalecer las capacidades
en vigilancia, control de
enfermedades y promoción de la salud
fue hace más de diez años. Entre
octubre de 1999 y mayo de 2006, se
implementó en la Argentina un
proyecto de vigilancia de la salud
pública y control de enfermedades (VigiA)
con un presupuesto de 75 millones de
dólares. (2) Se priorizaron el
dengue, la tuberculosis y las
infecciones hospitalarias como
resultado de un análisis económico
detallado y simulaciones de
costo-beneficio que fueron
realizadas por el Ministerio de
Salud de la Nación con el apoyo del
Banco Mundial. El objetivo final del
proyecto era reducir la carga de
morbilidad, especialmente entre los
pobres, que padecen una alta
incidencia de estas enfermedades
prevenibles. El objetivo no cambió
durante la implementación del
proyecto; sin embargo, se hicieron
tres enmiendas al contrato de
préstamo (en agosto de 2000, julio
de 2002 y julio de 2004) que
cambiaron algunas actividades y
estructura del proyecto. Estas
enmiendas proporcionaron un mayor
apoyo a las actividades de control
de enfermedades, incluida la
adquisición de suministros
esenciales, medicamentos y vacunas.
Un Panel de Evaluación de la Calidad
evaluó la implementación del
proyecto VigiA como satisfactoria.
Según esta evaluación, el proyecto
fortaleció el sistema de vigilancia
de enfermedades en la Argentina, lo
que permitió al Ministerio de Salud
de la Nación llevar a cabo un
monitoreo de enfermedades más
sólido, realizar análisis técnicos
adecuados y llevar a cabo respuestas
de control efectivas de manera
oportuna. Se logró pasar de tomar
decisiones epidemiológicas basadas
en información incompleta de
vigilancia con 6 semanas de retraso,
a tomar tales decisiones sobre la
base de una información completa y
actualizada (con no más de una
semana de retraso).(3)
Hoy, la pandemia mostró la necesidad
extraordinaria de toma de muestras,
carga de datos, investigaciones de
brotes, rastreo de contactos,
análisis de datos, comunicaciones
públicas que suponen elaboración de
informes y muchas otras actividades,
que no olvidemos, se suman al
registro de tumores, elaboración de
guías de práctica clínica,
evaluación de tecnologías entre
otras actividades que también deben
sostenerse.
Después de esta pandemia necesitamos
hacer una revisión exhaustiva para
una mejor comprensión del estado de
la fuerza laboral actual de salud
pública. ¿Quiénes y cómo se
constituye el equipo, cuántos son,
qué hacen, cuáles son sus
habilidades y qué les falta? A modo
de ejemplo, en Australia pasaron de
tener 37 a más de 1.000 personas que
realizan el seguimiento de contactos
a diario, y este equipo está
trabajando las 24 horas del día, los
siete días de la semana, en este
tipo de trabajo. En la Argentina
tenemos cada vez menos registradores
para tumores.
Invertir o ampliar la capacitación
de funcionarios de salud pública es
crucial de cara al futuro en el que
se prevé situaciones de doble carga
de enfermedad, avances en las
ciencias y las tecnologías
sanitarias que no se pueden
desconocer y por supuesto siempre
con recursos finitos. Pensar en
alianzas puede acelerar y concretar
la inversión que tanto se necesita.
Referencias
1) Ministerio de asuntos externos
Agencia Suiza para el Desarrollo y
la Cooperación. Comunicación para
el desarrollo: Una guía práctica. Disponible en
https://bit.ly/2JwkKNM
2) World Bank (1999). Project
Appraisal Document on a proposed
loan to the Argentine Republic for a
public health surveillance and disease control project September 24, 1999.
Available in
http://documents.worldbank.org/curated/en/264301468769301250/pdf/multi-page.pdf
3) World Bank (2007). ICR Review
Independent Evaluation Group. Report
Number: ICRR12579. Available in
http://documents.worldbank.org/curated/en/468761475098895126/pdf/000146597-20140617121335.pdf
(*) Sub Directora Ejecutiva -
Instituto de Investigaciones
Epidemiológicas. Academia Nacional
de Medicina, Buenos Aires.
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