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Columna


Para aprender de las lecciones de la pandemia

“La ignorancia puede ocasionar
tantos desastres como la maldad”
Alberto Camus
La Peste 1947

Por el Doctor Ignacio Katz


el descalabro que ha suscitado la pandemia del Covid-19 sin dudas alcanza las más disímiles aristas de la vida. Pero semejante amplitud no hace sino confundir y generar desviaciones sobre lo que debiera ser el foco sanitario central: generar una co-gobernanza de gestión política-científica que minimice el impacto en la salud de la población, bajo la coordinación profesional de un gabinete nacional que actúe sobre la totalidad del territorio.
El nodo central en la Argentina pasa por la decadencia y degradación del sistema (en verdad, asistema) sanitario y el anacronismo (cristalización) gubernamental resultante de la incapacidad más negligencia, ignorancia, miopía, ceguera y amnesia social potenciada por la dislocación económica y la desigualdad social. En definitiva, la pandemia constituye un fenómeno político, social y cultural total a partir del cual debemos afinar la estrategia sanitaria.
La necesidad imperiosa es la de una Gobernanza Sanitaria (autoridad científica) sana, entendiendo por “sana” a la ausencia de mercadeo, corrupción y manipulación política que restablezca:

  • instituciones sólidas,

  • un mapa sanitario actualizado que posibilite la detección temprana que mitigue el impacto y el entrenamiento en protocolos procedimentales de los profesionales actuantes,

  • y una comunicación inteligente que evite la confusión ante la complejidad y el aturdimiento dado por cifras sesgadas e investigaciones no validadas.

De esta manera, se evitaría el ir y venir del pánico al descuido o desatención, de la preocupación al agotamiento. La llave maestra (como ya hemos mencionado hace meses) para atenuar el impacto pasa por el índice de la capacidad de manejo de la tríada de Testeo-Rastreo-Aislamiento con trazabilidad y por consiguiente un estable conocimiento logístico. La performance argentina resulta claramente insuficiente.
Más allá de matices y especificidades de cada número, tengamos en cuenta que en Chile se realizan 170.000 testeos por millón de habitantes, mientras que en Argentina son 40.000. Uruguay, por su parte, cuenta con 300 testeos por cada infectado, mientras en nuestro país apenas son dos. Datos éstos más que significativos.
La actual situación sanitaria debe servirnos como oportunidad para diagramar una propuesta que marque el rumbo a seguir, en lugar de continuar con una inercia resignada en manos de la ineficiencia, negligencia y transferencia de la responsabilidad. Se trata de tomar decisiones que imponen la responsabilidad de discernir y asumir la toma de conciencia y compromiso, para actuar con el riesgo que conlleva. Es una cuestión política y ética, además de profesional.
El punto de partida combina instituciones cristalizadas; fallas por no diferenciar estrategia, táctica y logística; desmanejo de los efectos colaterales adversos (orgánicos, mentales y sociales); y una generalizada indefensión sanitaria. Todo lo cual confluye en un trauma social o “síndrome” de retroceso nacional, con total ausencia del concepto de sistema de salud. Alcanza a este respecto con referir a la carencia de un Observatorio Nacional de Salud y la falta de un Ordenamiento Territorial y de la consiguiente Articulación en Red de todos sus componentes.
Es necesario saber que gobernar es crear instituciones capaces de componer tanto normas como procedimientos a fin de obtener un funcionamiento que gestione problemas concretos y que prevea y limite devenires no deseados. No sirve discutir políticas sin disponer de órganos operativos idóneos capaces de accionar en correspondencia a las finalidades requeridas. De ahí la necesidad mencionada de constituir una apta gobernabilidad sanitaria mediante un Gabinete Estratégico de Gestión permanente (ya que no se enfrentan a una situación transitoria) que se aboque con el esfuerzo creativo que exige un “tablero de comando” multidisciplinario. Además, dadas las circunstancias críticas y la tiniebla económica que nos atraviesa, exige una transparencia financiera a la que puede aportar una Nueva Gerencia Pública, con agenda por etapas, y con gestión y presupuesto por resultados, empleando criterios de producción pública.
Considerar a la pandemia como “situación límite” nos impone testificar no sólo cómo se muere, sino también cómo se vive y cómo se debe actuar a partir de la experiencia. De esta manera, debemos dejar de ocultar y distorsionar la realidad y, en su lugar, recoger las enseñanzas de esta difícil y dolorosa situación.
En definitiva, se trata de construir una gobernanza sanitaria que ponga en el centro la teoría epidémica elaborada por Reed y Frost ya en 1928, con la tecnología y ciencia actual. Para ello, se requieren “dispositivos” (herramientas) pero también “cerebro” que posibilite el enlace de los distintos componentes, dados por conocimiento, destreza y reflexión.
La detección de fallas, por ejemplo, es inescindible del progreso médico. Ante la falta central del “Registro Nacional de Situaciones Adversas”, se podría instrumentar un equipo ad hoc para hacer el relevamiento de este capítulo fundamental. También se debe diagramar el camino crítico para distintos escenarios, por ejemplo, la esperada vacuna, que lejos de ser una cura milagrosa, implica planificar la logística para un riguroso Programa de Vacunación, desde la recepción, guardado, trazabilidad, distribución, aplicación y seguimiento.
Por otro lado, debemos sistematizar los aprendizajes que se están produciendo sobre la marcha, como por ejemplo los que se han obtenido en el manejo terapéutico de antibióticos, analgésicos, corticoides, entre otros. Adicionalmente, detectar los equipos que han funcionado con óptima suficiencia (como el SAME) para discernir los componentes a reforzar y formas para replicarlo en otros equipos.
Asimismo, si algo debería dejar en claro la pandemia es la necesidad de formar a los médicos que sí tenemos en las especialidades que faltan (o que urgen) y en su distribución geográfica adecuada. Por no hablar del reducido número de personal de enfermería que contamos en nuestro país. Para ello, resulta indispensable la articulación entre los Ministerios de Educación, de Salud y las Universidades. Se requiere de formación profesional que conjugue saber (formación académica) con saber hacer, es decir, la práctica clínica (las residencias). El médico requiere precisión y destreza en los procedimientos y no un listado de protocolos normativos, como los que se brinda al conjunto de la población (lavado de manos, mantener la distancia interpersonal, uso de barbijos).
Esperamos que este texto signifique un aporte al conocimiento mediante el pensamiento crítico que posibilite la aplicación de un método científico que diferencie la probabilidad matemática de la probabilidad sanitaria, ya que la primera utiliza métodos numéricos y la segunda métodos topológicos con componentes dinámicos abiertos. Ello permite diferenciar los criterios de “investigación-acción” que implica el valor de reconocer errores que posibilitan rectificar conductas durante el devenir de la crisis sanitara y evitar el caer en la desesperación (registrada o ignorada) de gobiernos donde prevalece la esclerosis burocrática, la ceguera cognitiva y la banalidad del Mal.
A la hora de la verdad, frente a esta situación extrema y recurriendo a lo descripto por Joseph Conrad en Tifón: “el viento ataca como un enemigo personal, y el vendaval aísla al hombre de la humanidad. A esa tempestad se la enfrenta, no se huye”. Lo que claramente se diferencia de la expresión “la culpa la tiene el virus”.
Debemos entonces enfrentar un doble desafío: el temporal pandémico y las olas de miedo que éste genera, a sabiendas que volver a la pasada normalidad es auspiciar una adaptación a una sociedad inequitativa e injusta.

(*) Doctor en Medicina por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Director Académico de la Especialización en Gestión Estratégica de Organizaciones de Salud Universidad Nacional del Centro (UNICEN). Autor de: “La Pandemia y Salud Pública - Abordaje epidemiológico y Gobernanza Sanitaria”; “La salud que no tenemos” (2019); “Claves jurídicas y asistenciales para la conformación de un Sistema Federal Integrado de Salud” (EUDEBA, 2012); “En búsqueda de la salud perdida” Universidad Nacional de la Plata (UNLP, 2008); “La fórmula sanitaria” (EUDEBA, 2003)
 

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