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Opinión  


Algunas respuestas que va dejando
la pandemia en la Argentina

Por el Dr. Adolfo Sánchez de León (*)
Médico. Especialista en Salud Pública.


En la edición de julio de la Revista Médicos y bajo el título “Los interrogantes al sistema sanitario que plantea la pandemia en la Argentina” enumeré 15 preguntas sobre el impacto de la pandemia, pero también, y fundamentalmente, sobre el camino que había elegido la Argentina para enfrentarla.
Ese documento fue un aggiornamiento de la charla que brindé en el ciclo “Una vuelta a a pandemia en 12 semanas” del Grupo PAIS el 22 de mayo cuando aún se hablaba del exitoso modelo argentino. A esta altura de los acontecimientos ya se vislumbran algunas de esas respuestas planteadas.

EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES

Las decisiones tomadas tuvieron un carácter netamente político, no sanitario. No me refiero a política sanitaria, ni política estratégica. Política en su acepción más transaccional, electoralista. Se tomaron las decisiones mirando análisis de encuestas y Big Data sobre el humor de la población y la variación en la imagen positiva del Gobierno y sus funcionarios.
El 13 de marzo en conferencia de prensa y luego de una reunión donde participaron el Presidente de la Nación, el Ministro de Salud, los gobernadores, y por recomendación del comité de expertos, se anunciaba que las escuelas seguirían abiertas. Posteriormente ese mismo día se reunirían los ministros de educación de las provincias para dar conformidad a esa medida.
El 15 de marzo, el propio Presidente con los ministros y gobernadores a su lado anunciaba el cierre de las escuelas con explicaciones diametralmente opuestas a las del anuncio anterior, también con recomendaciones de los mismos expertos que habían manifestado menos de 36 hs. antes lo contrario. Diría Groucho Marx “tengo estos principios, si no te gustan… tengo estos otros”.
El 20 de marzo se decretó el confinamiento social obligatorio. A esa fecha habían ocurrido 3 muertes. Un mes después, el 20 de abril publicamos junto a Fernando Alesso un documento denominado “¿Reservamos la bala de plata? Algunas reflexiones sobre el confinamiento social obligatorio, a un mes de su implementación” con un análisis de la ASPO y allí decíamos: “Estas son preguntas válidas teniendo en cuenta la necesidad de ir saliendo de este estado y reactivar la economía y que el confinamiento social obligatorio total parece ser nuestra única alternativa ante la ausencia de otras estrategias. Desgastar esta estrategia ahora es condenarnos a una situación mucho peor en el futuro. El planteo es salir ahora en forma ordenada (con un costo en vidas y económico menor) para volver dentro de un tiempo en donde el costo en vidas sea muchísimo mayor”.
La decisión de flexibilizar la ASPO (el 18 de julio) y pasar de fase 1 a fase 3 en el AMBA, en una etapa clara de aumento de la pendiente de la curva (o sea, en el peor momento que se podría haber elegido para adoptar esta medida de relajación), estuvo influenciada por la caída de la imagen del Gobierno y el aumento del descontento social con estas medidas.
Finalmente, el 8 de octubre el presidente en conferencia de prensa y con anuncios de cierta flexibilidad admitió que la decisión de estas aperturas era política, no epidemiológica. La imagen negativa del Gobierno y sus dirigentes superaban ampliamente a la positiva.

EL MODELO DE ATENCIÓN Y FINANCIACIÓN

Este confinamiento tan prolongado debería haber servido para fortalecer el sistema. Esta crisis se planteaba además como una oportunidad para introducir reformas al sector. Pero el fortalecimiento sólo estuvo enfocado en aumentar camas de cuidados intensivos y respiradores. Esta estrategia tenía un límite muy concreto, la cantidad y calidad de los recursos humanos.
Se sabe que el factor decisivo para la sobrevida de muchos de los pacientes que requieren cuidados intensivos es la atención por profesionales intensivistas, enfermeros y kinesiólogos. Y aquí se planteó un cuello de botella insalvable. Lamentablemente aún hoy no existe una política para incrementar este recurso humano crítico y superar una deficiencia crónica.
Por otro lado, no se le asignó ninguna actividad específica al primer nivel de atención en esta pandemia. Por el contrario, disminuyó ostensiblemente el trabajo en este nivel cuando era dable suponer un incremento de su actividad durante la crisis. La Atención Primaria de la Salud tanto estrategia cuanto primer nivel de atención fue la gran ausente. No se percibe además ninguna iniciativa para modificar este status quo.
Tampoco se aprovechó esta crisis para plantear reformas en cuanto a la gestión de hospitales públicos. Los mismos siguen y seguirán con los mismos problemas crónicos de gestión, infraestructura y recursos humanos.
No se aprovechó esta crisis para plantear una agenda de reformas al modelo de financiamiento ni de atención del sistema, toda vez que la salud (o mejor dicho la enfermedad) escaló al primer lugar de preocupación de la población. Pasada esta crisis, en un futuro no muy lejano (esperemos), el sistema se encontrará, no sólo más débil y peor que cuando esto comenzó, sino que no existirá ninguna perspectiva de mejora.

LA CARGA DE MORBILIDAD

Aún no es tiempo de analizar el impacto sobre la carga de morbilidad. Una segunda oleada puede avecinarse luego de esta pandemia y es la oleada de las crónicas. La tremenda disminución en las consultas médicas observadas e incluso de internaciones pospuestas impactará en el perfil de morbimortalidad de la población.
Ya vendrán tiempos de verificar si lo que el Gobierno suponía que “salvaba” con la estrategia de la ASPO eterna no generará una catarata de enfermedades y muertes por causas fácilmente prevenibles y por el desastre económico que han producido. En este sentido, no se incorporó un análisis desde los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD o QUALYs) para analizar diferentes medidas adoptadas y el impacto que ellas tendrían en la salud de la población.
Los modelos matemáticos fueron utilizados por el Gobierno para ver y analizar la progresión del virus y su morbilidad y letalidad, pero ninguno se aplicó a predecir el impacto de otras enfermedades y de la situación económica según las medidas adoptadas. Solo se analizó desde el punto de vista de la infectología (sumamente necesario, por cierto) pero la gran ausente fue la salud pública.

LA RECTORÍA DEL MINISTERIO DE SALUD
Desde hace muchísimas décadas se marca la ausencia de rectoría por parte del Ministerio de Salud nacional. Esta crisis pudo ser también una oportunidad para incrementarla. No sólo no fue así, sino que ni siquiera se aprovechó para mejorar áreas fundamentales que cualquier ministerio debe fortalecer, en especial aquellas que rigen sobre sistemas altamente fragmentados y segmentados. En el artículo aquél, había señalado dos áreas a modo de ejemplo: el sistema de información en general y de vigilancia epidemiológica en particular y de salud de fronteras.
Recientemente Our World in Data, una página en tiempo real sobre los números de la pandemia, con base en la Universidad de Oxford, informó que la Argentina dejó de formar parte de su mapa de datos porque las cifras oficiales agregadas por el Gobierno no reúnen la calidad suficiente para reflejar el alcance de las pruebas. La información, no sólo de cantidad de casos sino también de muertos, nunca se cargó en tiempo real, por el contrario, se hizo con enormes desfasajes de tiempo generando errores garrafales. Ningún sistema serio puede manejar una crisis como ésta sin información confiable.
El área de salud de fronteras es tal vez una de las más débiles. Ni siquiera durante esta crisis en donde debería haber jugado un rol muchísimo más importante al inicio y ahora en la reapertura de las fronteras se fortaleció. Faltan recursos humanos idóneos, material de seguridad, capacitación, logística. Nunca fueron claras las normativas impartidas. Ningún funcionario las recorrió, quedaron huérfanas de rectoría y acompañamiento.

PRODUCCIÓN LOCAL VS PRODUCCIÓN EXTRANJERA

No hubo desarrollo ni incentivos a la producción local. El marco económico fue un factor desequilibrante para la falta de inversión. Incluso cuando existió producción local, se priorizó la compra a las grandes multinacionales. El ejemplo más concreto es lo ocurrido con el NEOKIT, un test de producción nacional, el cual no fue adquirido por el Gobierno, a cambio se compraron enormes cantidades del test de antígeno de Abbott.

PLANIFICANDO EL FUTURO

Finalmente me preguntaba en aquel artículo si había alguien pensando todo esto y planificando el futuro. Evidentemente la respuesta es negativa. Saldremos penosamente de esta cuarentena en algún momento sin haber pensado siquiera en cosas elementales. El Gobierno convocó a infectólogos a discutir el comportamiento del virus. Nada más. La salida de esta crisis será tan improvisada como lo es su manejo.
 

(*) Médico. Especialista en Salud Pública.

 

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