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Seguramente este artículo estará desactualizado
cuando se publique. Pero es interesante observar la
“foto” del proceso decisorio al 11 de diciembre (en que
fue enviado a la Editorial), para comprender la
tendencia a abordar problemas de naturaleza científica,
usando la lógica corriente de la política doméstica.
Por alguna razón difícil de
interpretar, las autoridades argentinas tienen un
comportamiento inadecuado ante decisiones de carácter
científico, que pueden afectar en el futuro a toda la
población. El objetivo de llevar a cabo una inmunización
masiva contra cierta enfermedad es necesariamente de
naturaleza político-sanitaria, sustentada en criterios
epidemiológicos. La selección del producto a adquirir,
la evaluación sobre su eficacia y seguridad, así como la
planificación del proceso de adquisición, distribución e
inoculación de la población prioritaria, son decisiones
de carácter administrativo, basadas en requisitos
científico-técnicos. En cada etapa deben actuar
funcionarios diferentes, o los mismos decisores
utilizarán distintos procedimientos, adecuados a la
función que deben cumplir.
El presidente Alberto Fernández, que tiene la
responsabilidad de dar ejemplos de disciplina, para que
los ciudadanos cumplan los cuidados recomendados, se
exhibe reiteradamente en abrazos sin barbijo, no respeta
el distanciamiento social, acompañó a Evo Morales a La
Quiaca el pasado 8 de noviembre, le ofreció una cena con
parte de su gabinete, y luego tuvo que estar aislado por
el contagio de uno de los participantes. Como gesto de
audacia, al principio afirmó que iba a desistir de sus
privilegios y sería el último en vacunarse; el 10 de
diciembre en cambio, prometió que sería el primero para
mostrar su confianza en la inminente vacuna rusa. Por el
contrario, la salud del presidente es un problema de
Estado, no de impulsos heroicos. En ese acto, acompañado
por el ministro Ginés González García, anunció que había
firmado un acuerdo con Rusia, para recibir 600.000 dosis
de esa vacuna antes del 31 de diciembre, y 20 millones
más hasta fines de febrero. El ministro comentó allí
que, la única vacuna aprobada de emergencia por el Reino
Unido era la de Oxford-AstraZeneca. Unos días antes
había admitido que el país debería adquirir la que
estuviera disponible. El mismo día 10, la Food and Drug
Administration (FDA) informó la aprobación del producto
de Pfizer-BioNTech por el más calificado grupo de
expertos. También ese día la provincia de Corrientes
informó que había adquirido 100.000 dosis de la vacuna
rusa.
Un mes antes, el gobernador Axel Kicillof y el ministro
Daniel Gollán de la Provincia de Buenos Aires, habían
anunciado que se anticiparían a comprar un millón de
dosis de la vacuna rusa, cuando la propia agencia de ese
país (Centro Gamaleya) todavía no había dado por
concluida la fase de prueba y tenía que responder a
pedidos de al menos otros 25 países. La viceministra
nacional Carla Vizzotti, acompañada por la esposa de
Gollán, viajaron a Moscú, sin que se informaran en ese
momento los objetivos. Presuntamente el sistema funciona
mediante aportes de riesgo al Fondo de Inversión Directa
de Rusia (RDIF, en inglés), dado que las autoridades
rusas manifestaron que, para el mercado global, la
vacuna sería producida por los socios internacionales
del RDIF, en India, Brasil, China, Corea del Sur y
otros. Todos los expertos consultados, expresaron sus
reparos respecto a la vacuna rusa, por la falta de
publicaciones y de evaluaciones internacionales por
pares. ¿Alguno creerá que la inmunidad provista por la
órbita socialista es más progresista que la proveniente
de países capitalistas?
La Dra. Vizzotti primero dijo que la vacuna sería
obligatoria y luego que sería voluntaria. El Dr. Gollán,
que suele expresar posiciones extremas, dijo que sería
“absolutamente” voluntaria, incluso firmando
“consentimiento informado”. Los “consentimientos” se
firman en situaciones experimentales, no para campañas
de vacunación. Desde el Protomedicato del Virreinato,
las vacunas son virtualmente obligatorias y forman parte
de un calendario oficial. Naturalmente, no llevan a
nadie a vacunarse por la fuerza, pero —definido el grupo
de riesgo— es de alta prioridad para sus integrantes,
sin firmar consentimiento, sólo emitiendo un
certificado. Antes que se concrete la compra, deberá
preverse la logística para la distribución: cadena de
frío, centros de vacunación, población de riesgo y
plazos de revacunación. El almacenamiento es
fundamental: una heladera común tiene +4°C, un freezer
hogareño -18°C; otras temperaturas van en contenedores
de nieve carbónica o de nitrógeno líquido (inferiores a
-70).
También habrá que definir la participación de los
servicios públicos y privados. Quién se hará cargo del
financiamiento: si lo hará solo el Estado, si tendrán
participación las obras sociales y la medicina prepaga,
o requerirá gastos de bolsillo; si se vacunará sólo en
servicios públicos, o también privados; qué supervisión
tendrán los organismos internacionales (OPS, OMS). Cómo
se registrará la proporción de inmunizados y qué
segmentos de la población deberán vacunarse
sucesivamente. Como se sabe, la participación del sector
privado en el sistema de salud es mayor que la del
público, de modo que difícilmente pueda prescindirse de
esos efectores en una campaña masiva. Deberían
programarse estudios de seroprevalencia para evaluar la
protección alcanzada (hasta el momento sólo efectuó uno
el Gobierno de CABA), y un programa estadístico de
población a vacunar y grado de cumplimiento. Tampoco se
sabe si se podrán utilizar distintas vacunas, ya que
tienen procesos de producción diferentes. ¿Inducirán
respuestas orgánicas complementarias? ¿Qué plazo de
protección brindarán?
Los países europeos, que están sufriendo una grave
oleada de contagios, han declarado aislamientos, toques
de queda y signos de verdadera alarma sanitaria. Sin
embargo, han mantenido las actividades educativas en
todos los niveles, incluyendo el inicial. En la
Argentina, en cambio, el dirigente Roberto Baradel
asumiendo una responsabilidad que no tiene, afirmó que
“no habrá clases hasta que esté la vacuna”, sin que
ningún juez haya iniciado un procesamiento de oficio.
¿Suponen que podremos prescindir del próximo ciclo
lectivo?
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(*)
Médico Sanitarista. Miembro del Grupo PAÍS. Autor de
“Un Sistema de Salud de más calidad”, Prometeo, 2020
(de inminente aparición). |
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