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Diciembre es el momento del año que
repasamos y pensamos que hicimos y
que queremos hacer en el año
entrante. Más allá del nivel
individual, debemos hacer este
ejercicio a nivel sociedad,
especialmente este año que dejó
muchas lecciones que debemos
aprender y aprehender.
En las 30º Jornadas de Economía de
la Salud, organizadas por la
Asociación de Economía de la Salud,
han participado destacados
representantes sanitarios nacionales
e internacionales que nos invitaron
a reflexionar al respecto. Me
permito tomar algunas reflexiones
que pueden interesar.
Un tema recurrente, que atravesó a
los expositores, fue el cambio. El
aumento en la velocidad del cambio,
pasando de la linealidad a la
exponencialidad, nos debe alertar
que las pandemias serán cada más
frecuentes. Hace unos pocos años
fuimos alertados sobre esta pandemia
en particular y casi nadie tomó en
cuenta esas palabras.
El Dr. Vicente Ortún Rubio, ex
decano de Economía y Empresa de la
Universidad Pompeu Fabra, expuso
sobre los peligros de próximas
pandemias de origen zoonóticas, y
resaltó que el mayor problema que el
mundo enfrentará será el cambio
climático, ya que la destrucción de
la biodiversidad es uno de los
causantes de la mayor cantidad de
zoonosis.
Sin embargo, el cambio climático no
sólo impulsará nuevas pandemias sino
también será una pandemia por sí
sola en el mediano plazo. Según
presentó en los próximos 50 años,
entre 1.000 y 3.000 millones de
personas perderán su hábitat por el
calentamiento climático.
Otro punto destacado, fueron las
diferencias en los resultados entre
países y regiones. Se puede resumir
en una de las conclusiones del Dr.
Ortún Rubio “No importa tanto saber
qué pandemia tiene una sociedad,
sino saber qué sociedad tiene una
pandemia”. Todos los países saben
que políticas sanitarias son las
adecuadas, pero no todos pueden
aplicarlas.
Un gran resumen hizo el Mg. Jairo
Restrepo, presidente de la AES para
Latinoamérica y el Caribe,
explicando las diferencias
económicas en el punto de partida en
cuanto a tasa de crecimiento del PBI,
desocupación, índice de inflación,
gasto público e índice de GINI; como
así también las diferencias en los
objetivos de salud alcanzados, la
calidad sanitaria y protección
financiera. Las diferencias
culturales, económicas y sanitarias
entre los países han sido en gran
parte responsable de los resultados
alcanzados.
Directamente relacionado, y
mencionado tanto por los expositores
nacionales como internacionales, es
el rol de la gobernanza y la
importancia de la Salud Pública. El
Dr. Martín Sabignoso, subsecretario
de Equidad en Salud, expresó que
“sin acceso universal nadie está
protegido” y destacó la importancia
de la capacidad de articular
acciones y recursos.
Por su parte, la Mg. Sonia
Tarragona, subsecretaria de
medicamentos e información
estratégica del Ministerio de Salud
de la Nación, expuso en el mismo
sentido sobre la importancia del
trabajo interministerial que se
realizó. Será imprescindible
trabajar en el fortalecimiento de la
gobernanza y el poder rector del
Ministerio de Salud de la Nación.
En un país con un sistema de salud
federalizado y fragmentado en
subsectores e incluso dentro de cada
uno, es menester repensar las
funciones y responsabilidad de sus
actores como así también la
necesidad de un Plan Federal para
los próximos años ampliamente
consensuado.
Desde el punto de vista de la
economía, se destacó la caída del
PBI a nivel mundial y la consecuente
caída del empleo. Es la mayor crisis
económica desde hace más de un
siglo. Sin embargo, cabe mencionar
las diferencias en la recuperación
esperada. La gran mayoría de los
países del mundo han generado
déficit durante este año y
probablemente lo mantengan en los
próximos. Para cubrir estos déficits
fiscales han recurrido al
endeudamiento externo e interno.
Desde la experiencia internacional,
se sabe que esta práctica debe ser
controlada y no debe mantenerse en
el tiempo, ya que termina siempre
con una gran crisis. Grecia, España
o Portugal la han vivido hace una
década y desde allí llegan las
advertencias. Latinoamérica también
conoce sobre las mismas,
especialmente la Argentina, donde
desde 1960, se han logrado apenas un
puñado de años con superávit, y
hemos vivido en constantes crisis
que estallaron cada diez o doce años
aproximadamente. Sobre este punto es
ineludible destacar la necesidad de
revertir lo antes posible las
consecuencias coyunturales sobre la
pobreza y desempleo. A medida que
pasa el tiempo, estos vaivenes
coyunturales se convierten en
estructurales.
El empeoramiento en el déficit
estructural, más allá de la tragedia
individual, es una gran carga para
las próximas generaciones. Cada gran
crisis en nuestro país ha aumentado
el piso de pobreza, que no será
reversible con políticas de corto
plazo sino con un plan de mediano y
largo plazo que cambie cuestiones
estructurales de nuestra economía,
como el sistema impositivo y
financiero.
En resumen, debemos aprender sobre
la pandemia al menos estas cuatro
lecciones para el futuro.
Prepararnos para enfrentar cambios
constantes en nuestras formas de
vidas, especialmente tecnológicos,
pero sabiendo que entre estos
cambios habrá que afrontar cada vez
más frecuentemente nuevas pandemias;
trabajar sobre la sociedad, el
respeto sobre la ley y el respeto
sobre los demás; fortalecer el poder
de gobernanza y el poder rector del
Ministerio de Salud, así como
fortalecer la salud pública; definir
políticas económicas urgentes para
revertir los efectos coyunturales
sobre la pobreza y el desempleo, y a
la vez de trabajar sobre aspectos
estructurales de la economía.
Más allá de las lecciones, para el
2021 nos esperan muchos más
desafíos. La vacunación, la
accesibilidad y el precio de los
medicamentos, el impacto de la
pandemia en salud mental, la segunda
ola del coronavirus, las
negociaciones con el FMI, la
inflación, la falta de divisas, etc.
En definitiva, tal vez lo más
importante que debimos aprender que
economía y salud no puede elegirse
una sobre otra, son indivisibles. En
2021 debemos generar políticas de
economía y de salud.
(*) Asociación de Economía de la
Salud.
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