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Columna


 

Aportes para una agenda de reconstrucción

Por el Prof. Carlos Vassallo Sella (*) vassalloc@gmail.com

 

 
La OMS puede ser criticada por muchas acciones y declaraciones fuera de tiempo o incorrectas que dificultaron mantener el ritmo de evolución que exigía la pandemia desde sus inicios. Pero es necesario también merituar que durante el año 2019 en el informe denominado “Un Mundo en peligro” (1) se realizaba una advertencia clara: “Nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizada. El mundo no está preparado”.
A esta altura la pandemia se ha cobrado 1.600.000 víctimas y más de 71.000.000 de personas contagiadas por lo que podríamos decir sin ignorar el impacto sanitario de las muertes ocurridas que estamos lejos de los 50/80 millones que planteaba el informe.
Era muy difícil imaginar la capacidad de reacción de una amplia red globalizada de investigación en el campo de la ciencia y la tecnología farmacéutica que velozmente comenzó a partir de la difusión de China de los componentes genómicos del virus a trabajar para que en tiempo récord tengamos por lo menos 4 o 5 vacunas a punto de iniciar el proceso de inmunización masiva. Es un proceso que tendrá ahora el desafío logístico de organizar vacunaciones en todo el mundo y poder alcanzar en un plazo de por lo menos un año la inmunidad de rebaño que la patología exige para que se vuelva predecible.
Sin embargo, la segunda parte donde se refiere a liquidar el 5% de la economía mundial no se quedó muy lejos de lo que está sucediendo en este año 2020.
A raíz de las graves distorsiones a la oferta y la demanda internas, el comercio y las finanzas, se prevé que la actividad económica de las economías avanzadas se contraerá un 7% en 2020. Se espera que los mercados emergentes y las economías en desarrollo (MEED) se contraigan un 2,5% este año que será su primera contracción como grupo en al menos 60 años. La disminución prevista en los ingresos per cápita, de un 3,6%, empujará a millones de personas a la pobreza extrema este año. (2)
Para América latina y el Caribe las perturbaciones de la pandemia generarán un desplome económico de por lo menos 7,2% de su economía durante este año.
En tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la economía mundial caerá 4,4% en 2020 y repuntará 5,2% en 2021 sin embargo el “el empleo sigue estando muy por debajo de los niveles prepandémicos y el mercado laboral se ha polarizado más y los trabajadores de bajos ingresos, los jóvenes y las mujeres son los más afectados”.
También durante 2019 (octubre) se difundió el Índice Seguridad de Salud Global que es la primera evaluación y referencia exhaustiva de la seguridad sanitaria y las capacidades conexas en los 195 países que integran los Estados Parte en el Reglamento Sanitario Internacional. Este proyecto es producto de una colaboración conjunta de la Iniciativa contra la Amenaza Nuclear (NTI) y el Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria (JHU) y fue desarrollado con The Economist Intelligence Unit (EIU).
Del informe surge que ningún país estaba plenamente preparado para una emergencia sanitaria importante, pero no se preveía una respuesta inadecuada a la pandemia por parte de los países con una puntuación elevada, como, por ejemplo, Estados Unidos que estaba en el tope de la medición.
Sin embargo, llego la pandemia en febrero 2020 y se confrontó directamente con el nivel de preparación que los países tenían en materia de seguridad sanitaria. Quedó en evidencia que para algunos países se había sobrestimado la capacidad de respuesta. Es por lo que los autores del índice de Seguridad de Salud Global (GHS) publican un artículo (3) en la Revista de la Asociación Médica Americana (JAMA) donde exponen sobre la respuesta inadecuada de los Estados Unidos a la pandemia de Covid-19 en el contexto de haber tenido la posición más alta en el Índice GHS.
Este artículo puede ser interesante para hacer una lectura propia del manejo de la pandemia y es por lo que me permito abundar sobre sus contenidos.
Los autores sostienen que la respuesta deficiente que tuvo Estados Unidos (USA) puede deberse a ciertos factores claves que obtuvieron bajas puntuaciones, a pesar de las altas puntuaciones en la mayoría de las otras categorías.
El primer lugar en el índice se debe a la alta calidad de sus laboratorios y personal científico, la Reserva Estratégica Nacional y los planes de distribución y comunicación de emergencia. Otros países altamente calificados, como Corea del Sur y Tailandia, con capacidades similares, pudieron aprovecharlas mucho más eficazmente para responder al Covid-19.
En Estados Unidos se vaciló en factores claves que pueden explicar la defección de este país para responder a la pandemia. A diciembre 2020 es el país más afectado con 16,2 millones de contagios y casi 300.000 muertes. En lo que constituye un subindicador clave recibieron la puntuación más baja posible: la confianza del público en el Gobierno. La falta de confianza pública puede socavar todos los esfuerzos de salud pública y control de enfermedades.
También recibió bajas puntuaciones en los indicadores relacionados con la fortaleza del sistema de atención médica y la capacidad de los ciudadanos para acceder libremente. Deficiencias demostradas en el bajo número de médicos y camas de hospital per cápita. Esto no resulta una novedad teniendo en cuenta la historia del país en materia de la fallida construcción de un sistema de salud universal que el Partido Demócrata ha puesto en agenda y que Trump hizo retroceder durante su Gobierno. Estados Unidos tiene hoy 30 millones de personas sin ningún tipo de cobertura asistencial (10% de la población) a pesar de destinar casi 17% de su PBI.
Esta nueva lectura de la realidad permitirá un perfeccionamiento de las mediciones donde se incluirán las capacidades adicionales que han emergido de éxitos y fracasos de la lucha contra la pandemia:

1. Estrategias nacionales de pruebas.
2. Las cadenas de suministro médico.
3. Las formas de evaluar el liderazgo nacional y el papel que desempeña en una respuesta eficaz a la pandemia.

Para todos aquellos que creemos en la necesidad de contar con un sistema de salud universal la lectura pospandemia nos brindará algunos elementos claves para mostrar los límites y la profunda inequidad estructural de sistemas como el de Estados Unidos o la Argentina.
No tengo expectativas que la gente perciba que en este sistema sanitario cuando uno pierde el empleo también pierde su cobertura médica. El desempleo y el trabajo informal que en el caso argentino alcanza a más del 40% constituyen serias limitaciones para seguir manteniendo un sistema sostenido por aportes y contribuciones que cargan sobre el empleo formal el sostenimiento de la informalidad, monotributistas y tercera edad.
En un país que tiene que crear empleo la solución más creativa que se le ha ocurrido a las autoridades es aumentar las cargas patronales y las contribuciones laborales del 9 al 11%, con lo cual seguimos condenando a las pequeñas y medianas empresas que deberían generar empleos a buscar diferentes formas de eludir la contratación formal y apelando a esquemas de informalidad.(4)
Arrastramos varias recesiones económicas, la pandemia y la rigidez laboral incrementarán el desempleo y la salida de población activa del mercado de trabajo (fuerte destrucción de puestos en el área de servicios como venta minorista, hotelería, mantenimiento de edificios, y transporte). Su reingreso será difícil considerando los cambios que se están planteando en las formas de trabajo y la necesidad que se plantea a futuro que la población activa desde un punto de vista laboral tenga conocimientos tecnológicos para los nuevos trabajos que podrían generarse.
En tiempos de incertidumbre y depresión económica es necesario contar con un rumbo, con una dirección que para generar confianza y seguridad jurídica debe ser consensuada convirtiéndose en una agenda de la sociedad antes que en una agenda de gobierno.
Es importante que el Gobierno colabore con la construcción de estos grandes lineamientos convocando a expertos en distintas materias que nos permitan avizorar el futuro y no vivir el día a día como un hecho inexorable.
Con un espíritu constructivo me atrevo a sugerir en este artículo algunas líneas de trabajo para buscar ese consenso social básico que permita pensar en la reconstrucción económica y social del país.

LINEAMIENTOS:

1) Definir una agenda de digitalización e innovación que incluya entre sus postulados: informatización de la administración pública, completar las redes nacionales de fibra óptica e intervenciones para desarrollar la red de 5G.
2) Revolución verde y transición ecológica: atacar la contaminación en los grandes centros urbanos, iniciar un proceso de descarbonificación de los transportes, mejora de la eficiencia energética de los edificios públicos, la gestión integrada del ciclo de las aguas, las inversiones en la economía circular (bioeconomía).
3) Infraestructura para la movilidad sustentable.
4) Investigación y desarrollo, innovación y fuerte impulso a la promoción aplicada a la producción exportable.
5) Educación, formación e investigación: digitalización de la educación, lucha contra el abandono de la escuela, políticas orientadas a aumentar el número de egresados universitarios, incentivos a la distribución de estos en el territorio nacional.
6) Equidad e inclusión social y territorial: políticas activas para promover el trabajo (reforma laboral) aumentando la flexibilidad. Es hora de explorar la flexiguridad, amplios programas de recalificación laboral y poner a disposición de toda la población económicamente activa cursos para el dominio de sofisticadas herramientas digitales.
7) Salud, prevención y tratamiento: integración de la oferta y la demanda de servicios; más informática en la salud a partir de la introducción de la historia clínica electrónica universal. Asistencia a domicilio, mayor coordinación de la oferta integrada; fortalecimiento del financiamiento público de salud disminuyendo las cargas laborales y cambios organizativos que brinden mayor autonomía y eficiencia en la gestión de los centros de salud; fortalecimiento de la atención primaria, y desarrollo de la salud pública con capacidad de prevención y anticipación; evaluación de tecnologías, desinversión y priorización. Establecimiento de niveles esenciales de asistencia sanitaria para toda la población con independencia de su cobertura; protección del personal sanitario y de los pacientes; invertir y coordinar con los países de América latina una política que permita contar con materia primas activas indispensables para la producción de algunos medicamentos estratégicos como los antibióticos, antirretrovirales, anticancerosos, anestésicos, anticoagulantes, inmunoglobulinas y hasta las materias primas activas indispensables para los tratamientos de emergencia.(5)

1) Primer informe anual sobre la preparación emergencias sanitarias (Junta de vigilancia mundial de la preparación de una cumbre de Naciones Unidas, septiembre 2019).
2) https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2020/06/08/covid-19-to-plunge-global-economy-into-worst-recession-since-world-war-ii
3) “Respuesta subóptima de EE.UU. a COVID-19 a pesar de sus sólidas capacidades”, fue publicado a principios de septiembre 2020 en JAMA.
4) En Estados Unidos se perdieron al inicio de la pandemia 22 millones de empleos, en cuanto comenzaron a movilizarse las fuerzas productivas ya se recuperaron 12 millones y están en vías de recuperar el resto a un ritmo más lento. https://www.larepublica.co/globoeconomia/la-economia-de-ee-uu-agrego-245000-empleos-en-noviembre-3098009
5) 90% de la penicilina y 60% del paracetamol se producen en China, la India y otros países asiáticos

(*)  Director del Instituto de Economía del Bienestar. www.ideblatam.org

 

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