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La OMS puede ser criticada por muchas acciones y
declaraciones fuera de tiempo o incorrectas que
dificultaron mantener el ritmo de evolución que exigía
la pandemia desde sus inicios. Pero es necesario también
merituar que durante el año 2019 en el informe
denominado “Un Mundo en peligro” (1) se realizaba una
advertencia clara: “Nos enfrentamos a la amenaza muy
real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera,
provocada por un patógeno respiratorio que podría matar
de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de
la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala
sería una catástrofe y desencadenaría caos,
inestabilidad e inseguridad generalizada. El mundo no
está preparado”.
A esta altura la pandemia se ha cobrado 1.600.000
víctimas y más de 71.000.000 de personas contagiadas por
lo que podríamos decir sin ignorar el impacto sanitario
de las muertes ocurridas que estamos lejos de los 50/80
millones que planteaba el informe.
Era muy difícil imaginar la capacidad de reacción de una
amplia red globalizada de investigación en el campo de
la ciencia y la tecnología farmacéutica que velozmente
comenzó a partir de la difusión de China de los
componentes genómicos del virus a trabajar para que en
tiempo récord tengamos por lo menos 4 o 5 vacunas a
punto de iniciar el proceso de inmunización masiva. Es
un proceso que tendrá ahora el desafío logístico de
organizar vacunaciones en todo el mundo y poder alcanzar
en un plazo de por lo menos un año la inmunidad de
rebaño que la patología exige para que se vuelva
predecible.
Sin embargo, la segunda parte donde se refiere a
liquidar el 5% de la economía mundial no se quedó muy
lejos de lo que está sucediendo en este año 2020.
A raíz de las graves distorsiones a la oferta y la
demanda internas, el comercio y las finanzas, se prevé
que la actividad económica de las economías avanzadas se
contraerá un 7% en 2020. Se espera que los mercados
emergentes y las economías en desarrollo (MEED) se
contraigan un 2,5% este año que será su primera
contracción como grupo en al menos 60 años. La
disminución prevista en los ingresos per cápita, de un
3,6%, empujará a millones de personas a la pobreza
extrema este año. (2)
Para América latina y el Caribe las perturbaciones de la
pandemia generarán un desplome económico de por lo menos
7,2% de su economía durante este año.
En tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé
que la economía mundial caerá 4,4% en 2020 y repuntará
5,2% en 2021 sin embargo el “el empleo sigue estando muy
por debajo de los niveles prepandémicos y el mercado
laboral se ha polarizado más y los trabajadores de bajos
ingresos, los jóvenes y las mujeres son los más
afectados”.
También durante 2019 (octubre) se difundió el Índice
Seguridad de Salud Global que es la primera evaluación y
referencia exhaustiva de la seguridad sanitaria y las
capacidades conexas en los 195 países que integran los
Estados Parte en el Reglamento Sanitario Internacional.
Este proyecto es producto de una colaboración conjunta
de la Iniciativa contra la Amenaza Nuclear (NTI) y el
Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria (JHU) y
fue desarrollado con The Economist Intelligence Unit (EIU).
Del informe surge que ningún país estaba plenamente
preparado para una emergencia sanitaria importante, pero
no se preveía una respuesta inadecuada a la pandemia por
parte de los países con una puntuación elevada, como,
por ejemplo, Estados Unidos que estaba en el tope de la
medición.
Sin embargo, llego la pandemia en febrero 2020 y se
confrontó directamente con el nivel de preparación que
los países tenían en materia de seguridad sanitaria.
Quedó en evidencia que para algunos países se había
sobrestimado la capacidad de respuesta. Es por lo que
los autores del índice de Seguridad de Salud Global (GHS)
publican un artículo (3) en la Revista de la Asociación
Médica Americana (JAMA) donde exponen sobre la respuesta
inadecuada de los Estados Unidos a la pandemia de Covid-19
en el contexto de haber tenido la posición más alta en
el Índice GHS.
Este artículo puede ser interesante para hacer una
lectura propia del manejo de la pandemia y es por lo que
me permito abundar sobre sus contenidos.
Los autores sostienen que la respuesta deficiente que
tuvo Estados Unidos (USA) puede deberse a ciertos
factores claves que obtuvieron bajas puntuaciones, a
pesar de las altas puntuaciones en la mayoría de las
otras categorías.
El primer lugar en el índice se debe a la alta calidad
de sus laboratorios y personal científico, la Reserva
Estratégica Nacional y los planes de distribución y
comunicación de emergencia. Otros países altamente
calificados, como Corea del Sur y Tailandia, con
capacidades similares, pudieron aprovecharlas mucho más
eficazmente para responder al Covid-19.
En Estados Unidos se vaciló en factores claves que
pueden explicar la defección de este país para responder
a la pandemia. A diciembre 2020 es el país más afectado
con 16,2 millones de contagios y casi 300.000 muertes.
En lo que constituye un subindicador clave recibieron la
puntuación más baja posible: la confianza del público en
el Gobierno. La falta de confianza pública puede socavar
todos los esfuerzos de salud pública y control de
enfermedades.
También recibió bajas puntuaciones en los indicadores
relacionados con la fortaleza del sistema de atención
médica y la capacidad de los ciudadanos para acceder
libremente. Deficiencias demostradas en el bajo número
de médicos y camas de hospital per cápita. Esto no
resulta una novedad teniendo en cuenta la historia del
país en materia de la fallida construcción de un sistema
de salud universal que el Partido Demócrata ha puesto en
agenda y que Trump hizo retroceder durante su Gobierno.
Estados Unidos tiene hoy 30 millones de personas sin
ningún tipo de cobertura asistencial (10% de la
población) a pesar de destinar casi 17% de su PBI.
Esta nueva lectura de la realidad permitirá un
perfeccionamiento de las mediciones donde se incluirán
las capacidades adicionales que han emergido de éxitos y
fracasos de la lucha contra la pandemia:
1. Estrategias nacionales de pruebas.
2. Las cadenas de suministro médico.
3. Las formas de evaluar el liderazgo nacional y el
papel que desempeña en una respuesta eficaz a la
pandemia.
Para todos aquellos que creemos en la necesidad de
contar con un sistema de salud universal la lectura
pospandemia nos brindará algunos elementos claves para
mostrar los límites y la profunda inequidad estructural
de sistemas como el de Estados Unidos o la Argentina.
No tengo expectativas que la gente perciba que en este
sistema sanitario cuando uno pierde el empleo también
pierde su cobertura médica. El desempleo y el trabajo
informal que en el caso argentino alcanza a más del 40%
constituyen serias limitaciones para seguir manteniendo
un sistema sostenido por aportes y contribuciones que
cargan sobre el empleo formal el sostenimiento de la
informalidad, monotributistas y tercera edad.
En un país que tiene que crear empleo la solución más
creativa que se le ha ocurrido a las autoridades es
aumentar las cargas patronales y las contribuciones
laborales del 9 al 11%, con lo cual seguimos condenando
a las pequeñas y medianas empresas que deberían generar
empleos a buscar diferentes formas de eludir la
contratación formal y apelando a esquemas de
informalidad.(4)
Arrastramos varias recesiones económicas, la pandemia y
la rigidez laboral incrementarán el desempleo y la
salida de población activa del mercado de trabajo
(fuerte destrucción de puestos en el área de servicios
como venta minorista, hotelería, mantenimiento de
edificios, y transporte). Su reingreso será difícil
considerando los cambios que se están planteando en las
formas de trabajo y la necesidad que se plantea a futuro
que la población activa desde un punto de vista laboral
tenga conocimientos tecnológicos para los nuevos
trabajos que podrían generarse.
En tiempos de incertidumbre y depresión económica es
necesario contar con un rumbo, con una dirección que
para generar confianza y seguridad jurídica debe ser
consensuada convirtiéndose en una agenda de la sociedad
antes que en una agenda de gobierno.
Es importante que el Gobierno colabore con la
construcción de estos grandes lineamientos convocando a
expertos en distintas materias que nos permitan avizorar
el futuro y no vivir el día a día como un hecho
inexorable.
Con un espíritu constructivo me atrevo a sugerir en este
artículo algunas líneas de trabajo para buscar ese
consenso social básico que permita pensar en la
reconstrucción económica y social del país.
LINEAMIENTOS:
1) Definir una agenda de digitalización e innovación
que incluya entre sus postulados: informatización de
la administración pública, completar las redes
nacionales de fibra óptica e intervenciones para
desarrollar la red de 5G.
2) Revolución verde y transición ecológica:
atacar la contaminación en los grandes centros urbanos,
iniciar un proceso de descarbonificación de los
transportes, mejora de la eficiencia energética de los
edificios públicos, la gestión integrada del ciclo de
las aguas, las inversiones en la economía circular (bioeconomía).
3) Infraestructura para la movilidad sustentable.
4) Investigación y desarrollo, innovación y
fuerte impulso a la promoción aplicada a la producción
exportable.
5) Educación, formación e investigación:
digitalización de la educación, lucha contra el abandono
de la escuela, políticas orientadas a aumentar el número
de egresados universitarios, incentivos a la
distribución de estos en el territorio nacional.
6) Equidad e inclusión social y territorial:
políticas activas para promover el trabajo (reforma
laboral) aumentando la flexibilidad. Es hora de explorar
la flexiguridad, amplios programas de recalificación
laboral y poner a disposición de toda la población
económicamente activa cursos para el dominio de
sofisticadas herramientas digitales.
7) Salud, prevención y tratamiento: integración
de la oferta y la demanda de servicios; más informática
en la salud a partir de la introducción de la historia
clínica electrónica universal. Asistencia a domicilio,
mayor coordinación de la oferta integrada;
fortalecimiento del financiamiento público de salud
disminuyendo las cargas laborales y cambios
organizativos que brinden mayor autonomía y eficiencia
en la gestión de los centros de salud; fortalecimiento
de la atención primaria, y desarrollo de la salud
pública con capacidad de prevención y anticipación;
evaluación de tecnologías, desinversión y priorización.
Establecimiento de niveles esenciales de asistencia
sanitaria para toda la población con independencia de su
cobertura; protección del personal sanitario y de los
pacientes; invertir y coordinar con los países de
América latina una política que permita contar con
materia primas activas indispensables para la producción
de algunos medicamentos estratégicos como los
antibióticos, antirretrovirales, anticancerosos,
anestésicos, anticoagulantes, inmunoglobulinas y hasta
las materias primas activas indispensables para los
tratamientos de emergencia.(5)
1) Primer informe anual sobre la preparación emergencias
sanitarias (Junta de vigilancia mundial de la
preparación de una cumbre de Naciones Unidas, septiembre
2019).
2)
https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2020/06/08/covid-19-to-plunge-global-economy-into-worst-recession-since-world-war-ii
3) “Respuesta subóptima de EE.UU. a COVID-19 a pesar de
sus sólidas capacidades”, fue publicado a principios de
septiembre 2020 en JAMA.
4) En Estados Unidos se perdieron al inicio de la
pandemia 22 millones de empleos, en cuanto comenzaron a
movilizarse las fuerzas productivas ya se recuperaron 12
millones y están en vías de recuperar el resto a un
ritmo más lento.
https://www.larepublica.co/globoeconomia/la-economia-de-ee-uu-agrego-245000-empleos-en-noviembre-3098009
5) 90% de la penicilina y 60% del paracetamol se
producen en China, la India y otros países asiáticos
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