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El andamiaje del sistema de salud está crujiendo. La
amenaza tan temida de que falten camas e infraestructura
hospitalaria para responder a una demanda creciente de
infectados se acerca a gran velocidad. Es necesario
desacelerar esa tendencia, pero también mirar el sistema
de manera integral y trabajar en la articulación de
diferentes niveles de asistencia que ayuden en este
momento tan crítico, a incrementar la disponibilidad de
la capacidad hospitalaria.
Desde hace años el segmento que representamos trabaja
para alcanzar una interacción adecuada con clínicas y
sanatorios, que permita al paciente completar su
recuperación en el domicilio, y a la institución dar
altas oportunas, que disminuyan los riesgos de la
hospitalización prolongada. Este proceso que se viene
desarrollando de manera creciente en los últimos años,
como una complementación virtuosa en la asistencia de
diferentes patologías, logra cierto nivel de integración
entre los actores de un sistema de salud completamente
fragmentado como el nuestro, que sin embargo no ha
podido implementarse con los pacientes Covid-positivo.
El año pasado se ha trabajado sobre el uso de
herramientas importantísimas como la teleasistencia y la
receta digital pero no se logró la consideración de la
atención domiciliaria como un estadio de control médico
adecuado para el marco de aislamiento que esta patología
requiere en su fase de estabilidad clínica. De hecho,
las experiencias implementadas por el sector público y
privado, de seguimiento telefónico de pacientes
asintomáticos o con síntomas leves, han resultado
exitosas.
También lo fueron la atención domiciliaria de pacientes
leves y moderados que no requirieron internación, pero
recibieron seguimiento médico y de enfermería
domiciliaria con controles respiratorios frecuentes y
registros adecuados de sus parámetros clínicos para una
pronta alerta de cualquier modificación; o la asistencia
de pacientes que requirieron hospitalización y
alcanzaron externaciones tempranas para completar sus
controles en su domicilio hasta el alta definitiva.
Estas experiencias alcanzadas en el primer año de la
pandemia por algunos financiadores que habilitaron la
atención domiciliaria como una herramienta apropiada
para llevar a cabo los controles que el Covid-19 leve
requiere, deberían capitalizarse para todo el sistema
como una manera inmediata de descomprimir nuestra
exigida red hospitalaria.
Otro aporte significativo del segmento es su capacidad
de mantener en casa a pacientes con otras patologías
como mecanismo para regular la institucionalización,
mantener el control clínico de los pacientes sin que
abandonen sus tratamientos y contener a las familias.
La internación domiciliaria (ID) que lleva casi cuarenta
años de desarrollo en la Argentina, es una actividad que
se presta en todas las provincias del país. Tiene mayor
incidencia en las localidades con alta concentración de
población y sus zonas aledañas, pero llega a casi todos
los parajes. Las limitaciones para brindar el servicio
no están vinculadas a la distancia sino a la falta de
infraestructura ambiental necesaria como energía
eléctrica o agua potable y caminos o accesos aptos para
mantener una articulación adecuada con centros
hospitalarios, provisión de oxígeno u otros soportes de
servicio necesarios para una atención domiciliaria
compleja.
La capacidad sectorial para colaborar en esta emergencia
está garantizada. Las empresas de nuestro sector están
comprometidas y en condiciones operativas de participar
en la coyuntura asegurando la atención de pacientes en
domicilio y controlar reinternaciones sanatoriales;
también para atender pacientes Covid-positivo leves y
moderados, que hayan requerido internación o no, y
completen su recuperación en domicilio. El año pasado
estos servicios no sólo fueron requeridos por los
financiadores habituales sino también por las
aseguradoras de riesgo de trabajo que se vieron en la
necesidad de asistir a los trabajadores esenciales una
vez que el Covid-19 fue declarado enfermedad
profesional.
La ID también ha contribuido a evitar contagios tanto de
los pacientes como del personal de salud, dotando al
personal y al domicilio de los elementos de protección
personal que establecen los protocolos y propiciando el
aislamiento, para lo que se han desarrollado módulos
asistenciales específicos adaptando guías y protocolos
de cuidado y prevención elaborados por los ministerios
de Salud de diferentes jurisdicciones y sociedades
científicas.
Pero la ID también comparte algunas limitaciones con el
resto del sistema. En este momento, la escasez de
oxígeno está complicando la operatoria habitual y la de
los pacientes Covid-positivo. Se trabaja
institucionalmente para concientizar sobre una
problemática tan extrema, impulsando el apoyo de la
autoridad de aplicación y la concientización por parte
de profesionales, pacientes y familias sobre el buen uso
de un recurso de alta demanda.
Entre las dificultades, no podemos dejar de citar los
aumentos en los precios del equipamiento médico y de
ortopedia, de materiales descartables, de medicamentos,
y la imposibilidad de trasladar estos incrementos a los
aranceles de servicios. Todos estos, argumentos
largamente planteados este año, por el sector de
prestadores de salud.
Otro de los obstáculos ha sido la incertidumbre generada
por el desconocimiento del Covid-19: temor de los
pacientes a ser contagiados, que llevó a que muchas
familias desistieran de la atención en una primera
etapa, aunque la situación se fue revirtiendo con el
trascurso de los meses; aprensión de los profesionales
por el riesgo de contagio que aportaba el pluriempleo; y
en un principio la falta de protocolos específicos, que
luego se fueron describiendo y generalizando en su
aplicación.
A pesar del esfuerzo, gran parte de los objetivos se han
ido cumpliendo y demostramos que con el cumplimiento de
normas de bioseguridad y la capacitación específica
nuestros recursos profesionales, la plasticidad de
nuestra actividad representa un instrumento adecuado
para interactuar con otros niveles de asistencia y
convertirse en el desahogo que nuestro sistema sanitario
demanda.
(*) Cámara Argentina de Empresas de Internación
Domiciliaria.
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