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Opinión  


La gestión de la segunda ola

Por el Dr. Adolfo Sánchez de León (*)
Médico. Especialista en Salud Pública.


La Argentina no parece saber aprovechar la ventaja de observar las experiencias de otros países que sufrieron en primera instancia la pandemia y luego las diferentes olas. Pasó en el comienzo de la enfermedad en donde pasamos de una subestimación increíble a medidas totalmente exageradas y extemporáneas. Está ocurriendo nuevamente en esta segunda ola, en donde nos encontramos sin una organización adecuada ni una claridad conceptual sobre lo que hay que hacer y con el agravante de un sistema de salud totalmente fatigado. No hemos aprendido de experiencias propias ni ajenas.
Debemos ser claros. La gestión de esta segunda ola está totalmente condicionada por lo que fue la gestión de la primera. Los graves errores cometidos antes se pagan ahora. La subestimación inicial de la pandemia, la imposición de un ASPO total (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) en tiempos muy tempranos, la prolongación del mismo por siete meses lo cual provocó una debacle económica monumental, la falta de fortalecimiento del sector salud (sólo se incrementaron camas de terapia y respiradores pero no se fortaleció ni preparó recurso humano ni se privilegiaron otros sectores como la atención primaria) la falta de una estrategia de anticipación (testeos masivos con aislamientos preventivos), la postergación en la atención de otras patologías por tiempos extremadamente prolongados lo cual provocó no sólo una acumulación de patologías que hoy están impactando en la salud de la población y en la utilización de camas, sino que también impactó en el financiamiento del sector privado de servicios dejándolos al borde del quebranto económico y una gestión increíblemente deficiente y muy poco transparente de la vacunación, son las causas entre otras que hicieron que el Gobierno se haya quedado con muy pocas herramientas para poder manejarse ante esta segunda ola.

LOS ANUNCIOS DE MEDIDAS RESTRICTIVAS

Ante el incremento sostenido de casos y una inminente saturación de los servicios de salud el Presidente de la Nación anunció el 14 de abril una serie de medidas restrictivas para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), en principio por 15 días. Entre ellas el cierre de toda actividad comercial a partir de las 19 hs. y hasta las 9 hs. del día siguiente, la restricción de la circulación desde las 20 hs. y hasta las 6 hs. del día siguiente, el cierre de escuelas para el dictado de clases presenciales, y la prohibición de actividades recreativas, sociales, culturales, deportivas y religiosas en lugares cerrados. Las medidas anunciadas merecen algunas consideraciones.
En principio estas medidas aparecen como de dudosa efectividad para mitigar la situación en un porcentaje importante y aliviar los servicios de salud. Salvo la de prohibir actividades en lugares cerrados el resto, implementadas de esta manera, no parecen ser costo efectivas.
Las medidas adoptadas para el cierre de actividades comerciales en cuanto a las restricciones horarias generan muchas dudas. ¿Por qué cerrar a determinada hora específica y aglomerar gente en los medios de transporte a las 20 hs. siendo que el resto del día la actividad comercial y por ende la movilidad no se restringe?
Por otra parte, existe mucha controversia en el cierre de escuelas como medida costo efectiva. En momentos de gran circulación y en el marco de medidas de aislamiento total puede justificarse un cierre temporal. Pero como medida aislada sin una restricción total de la circulación no parece ser la mejor decisión. Sobre todo, si venimos de un año sin clases presenciales y estudios recientes informan que uno de cada cuatro chicos de barrios humildes dejó sus estudios por estos cierres.
El Gobierno enfrenta un dilema en el cual cayó por cuenta propia. La situación sanitaria quizá requiera avanzar hacia mayores restricciones con un ASPO total por 15 días, lo cual generará un descontento y hartazgo aún mayor de la población. Por otro lado, de no hacerlo corre el riesgo que la situación de la ocupación de camas se vuelva aún más crítica y comencemos a ver situaciones más horrorosas que las actuales.

LA PÉRDIDA DE CREDIBILIDAD COMO DETONANTE DEL DILEMA

A este dilema que se enfrenta el Gobierno se llega por varias causas. En primer lugar, analizábamos en la edición anterior una crisis de gobernanza, esto es falta de transparencia, rendición de cuentas y buenas prácticas de gobierno. Esta falta de gobernanza se observó tanto en el manejo de la información (Our World Data sacó a la Argentina de su base de datos por la pésima calidad de su información), como en la gestión de la política de testeos y especialmente en la implementación del plan estratégico de vacunación.
Un segundo aspecto está relacionado con el manejo del ASPO tan prolongado del año pasado. Se anunciaban restricciones cada 15 días dejando entrever que al finalizar ese período se saldría de ellas. Sin embargo, se prolongaron por siete meses lo que detonó la paciencia y salud mental de la población que ya no quiere saber más nada con medidas totalmente restrictivas. Malgastamos la bala de plata, o sea la única medida realmente eficaz en momentos de colapso del sistema.
Un tercer aspecto tiene que ver con el manejo escandaloso del Plan Estratégico de Vacunación y la salida eyectada del Ministro de Salud. La vacunación fue anunciada como la solución y final de la pandemia. Se generaron enormes expectativas en la población. Se hicieron anuncios rimbombantes de fabricación local de vacunas, de aplicación de millones de dosis en épocas tempranas de este año y sin embargo nada de eso ocurrió. Fallaron todas las apuestas. Nuevamente un manejo turbio y poco transparente en cuanto a las adquisiciones de las vacunas (ya había pasado con los test) hasta el salteo de los grupos de riesgo para vacunar militantes políticos jóvenes mostraron la peor cara de la administración de esta pandemia.
Toda esta impericia y falta de transparencia del Gobierno hizo que el liderazgo y la unidad de mando mostrados el año pasado se perdieran totalmente. El anuncio de las medidas de estas nuevas restricciones encontró al Presidente en una soledad preocupante. Muchos gobernadores (incluso afines) no acompañaron estas medidas. El conflicto institucional con la Ciudad de Buenos Aires desatado agrava aún más la situación. Tampoco se escuchan ya las voces de los especialistas más afines al Gobierno.
Retomar la confianza perdida es clave en los manejos de crisis. Parece difícil si no se da un cambio brusco de timón.

REDEFINIR LA ESTRATEGIA GLOBAL

Llegados a estas instancias es necesario una redefinición de la estrategia global. Se debe retomar cierto nivel de confianza en la población para la implementación de nuevas medidas. El Gobierno debe abrirse a otras opiniones de forma sincera, convocar y escuchar a diferentes grupos de especialistas y de la política. Debe redefinirse la estrategia de comunicación que ha fallado desde el inicio de la pandemia, con eje en la transparencia y en la rendición de cuentas. Se debe mejorar la gestión de la información, acelerando la carga de datos y de causas de fallecimientos.
Más allá de las estrategias de mitigación que se implementen, es obvio decir que lo único que nos sacará de esta pandemia es la vacunación masiva. El Gobierno debe dejar de lado prejuicios ideológicos y debe realizar los máximos esfuerzos en pos de conseguir más vacunas retomando negociaciones con todos los países y todas las empresas proveedoras. No solo es importante contar ya con más vacunas, sino que a esta altura debemos ir posicionándonos para que una posible tercera ola no nos tome nuevamente fuera del circuito comercial.
Por otra parte, resulta urgente que el Gobierno retome lo establecido en el Plan Estratégico de Vacunación, complete la vacunación de cada grupo de riesgo en forma escalonada y establezca una distribución de vacunas por criterios de población en riesgo y no por indicadores poblacionales generales. Así mismo se debe cumplir con los esquemas completos para cada vacuna según lo establecido por los ensayos clínicos y lo publicado en revistas científicas y tal cual fuera aprobado por los organismos reguladores. Al mismo tiempo se debe desarrollar una estrategia de búsqueda proactiva de casos incrementado los testeos e implementando los aislamientos en forma efectiva.
Del monitoreo de la ocupación de camas de cuidados intensivos y otros indicadores deben surgir las estrategias de restricciones mayores a la movilización de la población por períodos de 15 días en las zonas geográficas y grupos poblacionales que lo requieran. Por otra parte se deben convocar a los comités de ética hospitalarios para activar, de ser necesario, el protocolo para la utilización de las camas de cuidado intensivo.
Finalmente se debe generar un espacio de intercambio amplio entre los responsables del ejecutivo nacional y los representantes de las sociedades científicas, organizaciones civiles, universidades, así como otros representantes del quehacer nacional para enriquecer las miradas y generar políticas públicas que gocen del necesario consenso social para ser implementadas y cumplidas

(*) Médico. Especialista en Salud Pública.

 

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