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Columna


Humanismo y salud

Por el Dr. Mauricio  Klajman
Director Médico Nacional de la Obra Social de los Trabajadores de Televisión
mklajman@satsaid.com.ar


El Humanismo es un ideal o actitud vital que concibe de forma integrada los valores humanos. Es también una filosofía de la vida democrática, que afirma que los seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de dar sentido y forma a sus propias vidas. Es sinónimo de la construcción de una sociedad más justa a través de una ética basada en valores de equidad e igualdad y de otros valores naturales en el espíritu de la razón y la libre investigación a través de las capacidades humanas.
No es teísta y no acepta opiniones sobrenaturales de la realidad.
En tiempos recientes ha venido a ser causa de mucha confusión filosófica e histórica. En el discurso de hoy día, casi cualquier clase de interés por los valores humanos recibe el calificativo de “humanista” y, en consecuencia, una enorme variedad de pensadores —religiosos o antirreligiosos, científicos o anticientíficos— se siente con derecho a definir determinada acción con la palabra “humanista”.
En su forma actual, la globalización da lugar a una sociedad que se caracteriza por la exagerada diferencia de ingresos y por la escasa atención a las necesidades de las personas de menores recursos. Este deterioro de la preocupación por los demás es un índice de la pérdida del espíritu solidario y del liderazgo ético. Creo que la respuesta a tales inquietudes está en desarrollar un paradigma de dimensión humana mediante el cual podamos entender nuestro mundo y el lugar en el que nos encontramos.
Cuando digo de dimensión humana, estoy refiriéndome a una manera de pensar que nunca se desvíe de la escala de lo humano, una sensibilidad hacia la vida como un todo y también a los detalles del día a día de la existencia. Cuando examinamos la civilización moderna desde esa perspectiva, vemos que nuestra capacidad intelectual se ha hipertrofiado burdamente, hemos perdido nuestra capacidad de asombro y las emocionales se han atrofiado. Este desequilibrio toma la forma de un embotamiento de la sensibilidad natural y del modo de reaccionar ante la vida y sus realidades cotidianas. Esto nos impulsa a avanzar hacia una más profunda toma de conciencia, en un proceso de constante reafirmación del saber quiénes somos y qué estamos haciendo.
Tenemos que restaurar nuestra percepción de la vida en sí misma, nuestra conciencia manifiesta de las realidades del hacer cotidiano. (1)
El humanismo, tal como se establece a partir de los derechos humanos, se enfrenta, como sostiene Leo Strauss, al historicismo, es decir, a la disolución del derecho natural en la historia. Los derechos humanos no se fundamentan en la naturaleza de los antiguos, sino en la libertad de los modernos…
Así cuando hablamos de humanismo en salud, hacemos referencia a esa actitud hipocrática de tratar a los pacientes con dignidad y respeto, a modelos de relación y de asistencia centrados en la persona y al tratamiento del ser humano en su conjunto, de una forma integral.

EDUCACIÓN UNIVERSITARIA HUMANISTA
(2)

Los requerimientos de la sociedad, en el siglo XXI, han obligado a las escuelas de educación superior a entrar en procesos de evaluación y acreditación que garanticen que están formando a los profesionales acordes a las necesidades de los ciudadanos de este nuevo siglo.
Para lograr esto se ha propuesto como estrategia central el definir las características del profesional que pretenden. Por otra parte, una vez definidas estas características del egresado es necesario evaluarlas desde el punto de vista del desempeño profesional, para garantizar que las escuelas están logrando el profesional deseado. Este desempeño se ha evaluado generalmente desde el punto de vista cognoscitivo y de habilidades, pero poco se han considerado las características éticas y el compromiso social necesario.
La evaluación del actuar profesional debe incluir no sólo los aspectos más rutinarios, sino aquellos que se refieren a valores y cualidades personales. Además, la ética y la visión humanista deben pasar a formar parte de la currícula también, debemos construir los indicadores para evaluar esos valores. (3)
En los últimos 30 años se ha considerado, de forma creciente, el enfatizar el retorno al humanismo en salud como una medida para contrarrestar el “corporativismo” que rodea a los sistemas de salud, ya que parece ser el responsable de la deshumanización en la atención médica que hoy se proporciona. Como médicos, nos encontramos preocupados por el impacto que las conductas profesionales ejercen sobre el desarrollo de las actitudes y conductas sociales de los estudiantes y residentes médicos, sin embargo, aún parece existir cierta confusión de lo que implica el término “humanista” en este ámbito.
De esto se deriva la necesidad de aclarar lo que entendemos por “humanismo médico” para lograr un acuerdo general que sustente la evaluación del deber ser en los médicos y estar en la posibilidad de plantear estrategias pedagógicas explícitas que permitan impulsarlo y fortalecerlo en el ámbito de la educación y la práctica médica. Actitudes de los estudiantes que a la hora de abordar problemas de la práctica clínica no han avanzado lo suficiente en ese sentido.
Es un error pretender evaluar las características humanistas, sin establecer previamente una conceptualización que dé cuerpo a un modelo de la práctica profesional.
De esta forma, se establece un “patrón de referencia” contra el cual se compara a cada individuo. El modelo que sirve de “patrón de referencia” en el proceso, se construye mediante la articulación del estado del arte necesario para una práctica aceptable de la profesión, en los ambientes de trabajo estándar en los cuales habrá de desempeñarse el individuo, en donde la opinión de los pacientes y las expectativas que tiene la población sobre los profesionales es muy importante, de manera que la educación sea más sensible a las necesidades cambiantes de la sociedad.
Para que el modelo de evaluación resulte funcional deben vencerse dos grandes retos: hacerlo operativo, estableciendo claramente sus componentes, variables e indicadores; traducidos en características claramente enunciadas y determinar los criterios de ejecución, para distinguir el cumplimiento o incumplimiento de las normas.

EL SISTEMA DE SALUD ARGENTINO
 

¿Qué hacer para evitar el cataclismo que se avizora en el presente siglo? ¿Cómo prevenir las posibles pandemias que se avizoran? ¿Cómo impedir que, el ejercicio de la profesión médica se convierta en una batalla entre el equipo de salud y sus usuarios? ¿Qué hacer para evitar que se desaprovechen los formidables efectos terapéuticos de las relaciones interpersonales positivas con pacientes y familiares? ¿Cuál debe ser el aporte para reforzar el marco humano en la gestión del sistema de salud, situación que conduciría a una frustrante atención robotizada y mercantilizada? ¿Cómo impedir que se desdibujen las fronteras entre la medicina humana y la tecnología? ¿Qué hacer para lograr que el humanismo y la ética en la atención médica no se conviertan en virtudes demodé?
Venimos hablando sobre la fragmentación de nuestro sistema de salud desde hace tiempo. Sin embargo, cuando se intenta instalar la discusión sobre un sistema más nuevo acorde a los tiempos surgen las voces de quienes son representantes del estatus quo, tratando de acallar la discusión.
El sistema de salud argentino sufre algo más profundo que su fragmentación, es inequitativo y desigual. ¿Por supuesto que la cobertura tiende a la universalidad… sí… pero qué clase de cobertura?
Depende del lugar geográfico, de la voluntad de los distintos actores de esas geografías y de cuánto les importe el sistema de salud.
También depende a que subsistema pertenecen y… dentro del mismo subsistema conviven un variopinto modo de dar prestaciones. No miremos para otro lado…
La fragmentación es una de las causas, pero lo es también el corporativismo de todas las partes que componen cada subsector.
Y este no es un tema menor, yo diría que es un veneno que corroe no sólo al sistema de salud sino a toda nuestra sociedad.

GRIETAS Y MÁS SUBGRIETAS…

Tenemos que seguir discutiendo sobre el sistema de salud, sin miedo, con fuerza y convicción, para que todos los argentinos seamos realmente iguales y no sólo en un artículo de la Constitución.
Todos conocemos la respuesta al caos cada día mayor engendrado desde un corporativismo que no le importa la gente, sino sus intereses propios…
La respuesta a esos interrogantes es el Sistema Nacional Integrado de Salud.
“Concebimos a la salud como un derecho universal”, una conquista social e histórica de la comunidad y una responsabilidad indelegable del Estado.
Consolidar un marco normativo a través de una Ley Nacional de Salud y -en la medida que sea posible- contar con una nueva Constitución, incorporando a ella a la salud como derecho humano y el SNISA como estructura nacional que comprenda a todas jurisdicciones y subsectores”. (4)
Como vemos no es excluyente de nada ni de nadie, es integrador de los subsistemas, es sinergia en acción, es complementariedad entre todos los actores.
Es la respuesta de los intereses supremos de la Nación, en ideas que se deben plasmar con tiempo y diálogo para todos los argentinos del siglo XXI.

REFERENCIAS
(1) Ikeda, Daisaku: Discurso pronunciado durante la 15ª Reunión para responsables de la Sokka Gakkai/, Univ. de Tokio/ Japón/ 7 de marzo de 2018.
(2) El humanismo en la educación médica/ Jorge Francisco Oseguera Rodríguez/ 2015/Centro de Investigación Educativa y Formación Docente, Querétaro/ Instituto Mexicano del Seguro Social, México.
(3) Una visión humanista sobre el campo de la salud/ Marco Antonio Peñuela/UNAM/México/2017.
(4) EJES CENTRALES PARA UN PROGRAMA DE SALUD 2020/2024 /CEPSAL/Buenos Aires /Argentina.

 

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