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El Humanismo es un ideal o actitud vital que concibe de
forma integrada los valores humanos. Es también una
filosofía de la vida democrática, que afirma que los
seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de
dar sentido y forma a sus propias vidas. Es sinónimo de
la construcción de una sociedad más justa a través de
una ética basada en valores de equidad e igualdad y de
otros valores naturales en el espíritu de la razón y la
libre investigación a través de las capacidades humanas.
No es teísta y no acepta opiniones sobrenaturales de la
realidad.
En tiempos recientes ha venido a ser causa de mucha
confusión filosófica e histórica. En el discurso de hoy
día, casi cualquier clase de interés por los valores
humanos recibe el calificativo de “humanista” y, en
consecuencia, una enorme variedad de pensadores
—religiosos o antirreligiosos, científicos o
anticientíficos— se siente con derecho a definir
determinada acción con la palabra “humanista”.
En su forma actual, la globalización da lugar a una
sociedad que se caracteriza por la exagerada diferencia
de ingresos y por la escasa atención a las necesidades
de las personas de menores recursos. Este deterioro de
la preocupación por los demás es un índice de la pérdida
del espíritu solidario y del liderazgo ético. Creo que
la respuesta a tales inquietudes está en desarrollar un
paradigma de dimensión humana mediante el cual podamos
entender nuestro mundo y el lugar en el que nos
encontramos.
Cuando digo de dimensión humana, estoy refiriéndome a
una manera de pensar que nunca se desvíe de la escala de
lo humano, una sensibilidad hacia la vida como un todo y
también a los detalles del día a día de la existencia.
Cuando examinamos la civilización moderna desde esa
perspectiva, vemos que nuestra capacidad intelectual se
ha hipertrofiado burdamente, hemos perdido nuestra
capacidad de asombro y las emocionales se han atrofiado.
Este desequilibrio toma la forma de un embotamiento de
la sensibilidad natural y del modo de reaccionar ante la
vida y sus realidades cotidianas. Esto nos impulsa a
avanzar hacia una más profunda toma de conciencia, en un
proceso de constante reafirmación del saber quiénes
somos y qué estamos haciendo.
Tenemos que restaurar nuestra percepción de la
vida en sí misma, nuestra conciencia manifiesta de las
realidades del hacer cotidiano. (1)
El humanismo, tal como se establece a
partir de los derechos humanos, se
enfrenta, como sostiene Leo Strauss, al
historicismo, es decir, a la disolución del
derecho natural en la historia.
Los derechos humanos no se fundamentan en la naturaleza
de los antiguos, sino en la libertad de los modernos…
Así cuando hablamos de humanismo en
salud, hacemos referencia a esa actitud
hipocrática de tratar a los pacientes
con dignidad y respeto, a modelos de relación y de
asistencia centrados en la persona y al tratamiento del
ser humano en su conjunto, de una forma integral.
EDUCACIÓN UNIVERSITARIA HUMANISTA
(2)
Los requerimientos de la sociedad, en el siglo XXI, han
obligado a las escuelas de educación superior a entrar
en procesos de evaluación y acreditación que garanticen
que están formando a los profesionales acordes a las
necesidades de los ciudadanos de este nuevo siglo.
Para lograr esto se ha propuesto como estrategia central
el definir las características del profesional que
pretenden. Por otra parte, una vez definidas estas
características del egresado es necesario evaluarlas
desde el punto de vista del desempeño profesional, para
garantizar que las escuelas están logrando el
profesional deseado. Este desempeño se ha evaluado
generalmente desde el punto de vista cognoscitivo y de
habilidades, pero poco se han considerado las
características éticas y el compromiso social necesario.
La evaluación del actuar profesional debe incluir no
sólo los aspectos más rutinarios, sino aquellos que se
refieren a valores y cualidades personales. Además, la
ética y la visión humanista deben pasar a formar parte
de la currícula también, debemos construir los
indicadores para evaluar esos valores. (3)
En los últimos 30 años se ha considerado, de forma
creciente, el enfatizar el retorno al humanismo
en salud como una medida para contrarrestar
el “corporativismo” que rodea a los
sistemas de salud, ya que parece ser el responsable de
la deshumanización en la atención médica que hoy se
proporciona. Como médicos, nos encontramos preocupados
por el impacto que las conductas profesionales ejercen
sobre el desarrollo de las actitudes y conductas
sociales de los estudiantes y residentes médicos, sin
embargo, aún parece existir cierta confusión de lo que
implica el término “humanista” en este ámbito.
De esto se deriva la necesidad de aclarar lo que
entendemos por “humanismo médico” para
lograr un acuerdo general que sustente la evaluación del
deber ser en los médicos y estar en la posibilidad de
plantear estrategias pedagógicas explícitas que permitan
impulsarlo y fortalecerlo en el ámbito de la educación y
la práctica médica. Actitudes de los estudiantes que a
la hora de abordar problemas de la práctica clínica no
han avanzado lo suficiente en ese sentido.
Es un error pretender evaluar las características
humanistas, sin establecer previamente una
conceptualización que dé cuerpo a un modelo de la
práctica profesional.
De esta forma, se establece un “patrón de
referencia” contra el cual se compara a cada
individuo. El modelo que sirve de “patrón de
referencia” en el proceso, se construye
mediante la articulación del estado del arte necesario
para una práctica aceptable de la profesión, en los
ambientes de trabajo estándar en los cuales habrá de
desempeñarse el individuo, en donde la opinión de los
pacientes y las expectativas que tiene la población
sobre los profesionales es muy importante, de manera que
la educación sea más sensible a las necesidades
cambiantes de la sociedad.
Para que el modelo de evaluación resulte funcional deben
vencerse dos grandes retos: hacerlo operativo,
estableciendo claramente sus componentes, variables e
indicadores; traducidos en características claramente
enunciadas y determinar los criterios de
ejecución, para distinguir el cumplimiento o
incumplimiento de las normas.
EL SISTEMA DE SALUD ARGENTINO
¿Qué hacer para evitar el cataclismo que se avizora en
el presente siglo? ¿Cómo prevenir las posibles pandemias
que se avizoran? ¿Cómo impedir que, el ejercicio de la
profesión médica se convierta en una batalla entre el
equipo de salud y sus usuarios? ¿Qué hacer para evitar
que se desaprovechen los formidables efectos
terapéuticos de las relaciones interpersonales positivas
con pacientes y familiares? ¿Cuál debe ser el aporte
para reforzar el marco humano en la gestión del
sistema de salud, situación que conduciría a
una frustrante atención robotizada y mercantilizada?
¿Cómo impedir que se desdibujen las fronteras entre la
medicina humana y la tecnología? ¿Qué hacer para lograr
que el humanismo y la ética en la atención médica no se
conviertan en virtudes demodé?
Venimos hablando sobre la fragmentación de nuestro
sistema de salud desde hace tiempo. Sin embargo, cuando
se intenta instalar la discusión sobre un sistema más
nuevo acorde a los tiempos surgen las voces de quienes
son representantes del estatus quo, tratando de acallar
la discusión.
El sistema de salud argentino sufre algo más profundo
que su fragmentación, es inequitativo y desigual. ¿Por
supuesto que la cobertura tiende a la universalidad… sí…
pero qué clase de cobertura?
Depende del lugar geográfico, de la voluntad de los
distintos actores de esas geografías y de cuánto les
importe el sistema de salud.
También depende a que subsistema pertenecen y… dentro
del mismo subsistema conviven un variopinto modo de dar
prestaciones. No miremos para otro lado…
La fragmentación es una de las causas, pero lo es
también el corporativismo de todas las
partes que componen cada subsector.
Y este no es un tema menor, yo diría que es un veneno
que corroe no sólo al sistema de salud sino a toda
nuestra sociedad.
GRIETAS Y MÁS SUBGRIETAS…
Tenemos que seguir discutiendo sobre el sistema
de salud, sin miedo, con fuerza y convicción,
para que todos los argentinos seamos realmente iguales y
no sólo en un artículo de la Constitución.
Todos conocemos la respuesta al caos cada día mayor
engendrado desde un corporativismo que no le importa la
gente, sino sus intereses propios…
La respuesta a esos interrogantes es el Sistema Nacional
Integrado de Salud.
“Concebimos a la salud como un derecho
universal”, una conquista social e histórica de
la comunidad y una responsabilidad indelegable del
Estado.
Consolidar un marco normativo a través de una
Ley Nacional de Salud y -en la medida que sea
posible- contar con una nueva Constitución, incorporando
a ella a la salud como derecho humano y
el SNISA como estructura nacional que
comprenda a todas jurisdicciones y subsectores”. (4)
Como vemos no es excluyente de nada ni de nadie,
es integrador de los subsistemas, es sinergia en acción,
es complementariedad entre todos los actores.
Es la respuesta de los intereses supremos de la Nación,
en ideas que se deben plasmar con tiempo y diálogo para
todos los argentinos del siglo XXI.
REFERENCIAS
(1) Ikeda, Daisaku: Discurso pronunciado durante la 15ª
Reunión para responsables de la Sokka Gakkai/, Univ. de
Tokio/ Japón/ 7 de marzo de 2018.
(2) El humanismo en la educación médica/ Jorge Francisco
Oseguera Rodríguez/ 2015/Centro de Investigación
Educativa y Formación Docente, Querétaro/ Instituto
Mexicano del Seguro Social, México.
(3) Una visión humanista sobre el campo de la salud/
Marco Antonio Peñuela/UNAM/México/2017.
(4) EJES CENTRALES PARA UN PROGRAMA DE SALUD 2020/2024
/CEPSAL/Buenos Aires /Argentina. |