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El Método Cartesiano, creado por René
Descartes, consiste en el escepticismo metodológico -se
duda de cada idea que puede ser dudada-. Descartes
establece la duda: sólo se puede decir que existe
aquello que pueda ser probado (“Sólo tenemos acceso a
nuestra mente”).
El propio Descartes consiguió demostrar la existencia de
su propio yo que duda, por lo tanto, es sujeto de algo
-cogito ergo sum: pienso, luego existo,
considerando el acto de dudar como indudable. (1)
Asimismo, el método consiste en realizar cuatro tareas
básicas: verificar si existen
evidencias reales e indudables acerca del fenómeno o
cosa estudiada; dividir al máximo esas
cosas en sus unidades de composición, fundamentales;
analizar o estudiar
esas cosas más simples que aparecen; sintetizar,
o sea, agrupar nuevamente las unidades estudiadas en su
conjunto real; y enumerar todas las
conclusiones y principios utilizados, a fin de mantener
el orden del pensamiento. Se puede considerar como el
método actual del método científico.
La contribución de Descartes, con su nueva metodología,
fue de extrema importancia para la constante búsqueda
del conocimiento “verdadero” a partir de las ciencias.
(2)
PRINCIPIOS
1. Principio de duda o evidencia sistemática:
no aceptar como verdadero algo hasta que se compruebe
con evidencia -clara y distintamente- aquello que es
realmente verdadero. Con la duda sistemática, se evita
la prevención y la precipitación, aceptándose como
cierto lo que sea evidentemente cierto.
Aplicado al sistema prestacional argentino-véase
que no dije sistema de salud, ya que no estoy seguro de
que el sistema prestacional otorgue salud- permite dudar
de la veracidad de que existe un mercado de la salud.
Este llamado “mercado” no sería aplicable a un sistema
prestacional e incluso a uno de salud, ya que los
sistemas biológicos se comportan en forma caótica, por
ende, no son exactos, ergo las leyes de mercado no son
aplicables.
2. Principio del análisis o descomposición:
dividir y descomponer cada dificultad o problema en
tantas partes como sea posible y necesarias para su
comprensión y solución y resolverlas por separado.
Dividir o descomponer en partes, es exactamente lo que
tenemos que cambiar: la fragmentación del sistema. De
este principio equivocado es que se aprovecha el mercado
para operar y obtener enormes ganancias subdividiendo
continuamente y en forma creciente al sistema.
La extrema corporativización de nuestro sistema es un
ejemplo del avance continuo de la fragmentación de éste.
Hay que pensar que desde que se quiso comenzar con un
sistema integrado en los 70, la subdivisión es cada día
mayor. Por lo tanto, es inversamente proporcional a un
Sistema Nacional Integrado de Salud.
3. Principio de la síntesis o la composición:
conducir cuidadosamente los pensamientos y
razonamientos, a partir de las formas más fáciles y
simples de conocer para pasar gradualmente a los más
difíciles, y así ir armando pensamientos para poder
probar su funcionamiento.
Al subdividir en muchos subsistemas y a su vez, éstos en
cada vez más pequeños grupos, la creación y manejo del
pensamiento complejo se aleja cada vez más de la
integralidad.
4. Principio de la enumeración o de la
verificación (comprobación):
hacer verificaciones, recuentos y revisiones para
asegurarse de que nada fue omitido o pasado por alto, y
poder comprobar si la evidencia es falsa o verdadera.
Dada la creciente fragmentación, el sistema se torna
cada vez más difícil de controlar. El alcance de la
fiscalización sanitaria no aumenta sus RR.HH. ni sus
algoritmos, yendo siempre por detrás de la oferta.
Entonces la fragmentación creciente es inversamente
proporcional a la fiscalización sanitaria. Las
estadísticas nacionales se tornan misteriosas y
relativas. (3)
El nihilismo (del latín nihil, “nada”)
es una doctrina filosófica que considera que al final
todo se reduce a nada, y por lo tanto nada tiene
sentido. (4)
Nietzsche estructuró la
conceptualización del término, pero éste ya existía como
corriente en la antigua Grecia representado por la
escuela cínica y en el escepticismo. (5)
El nihilismo niega lo que pretenda un sentido superior,
objetivo o determinista de la existencia puesto que
dichos elementos no tienen una explicación verificable.
En cambio, es favorable a la perspectiva de un devenir
constante o concéntrico de la historia objetiva, sin
ninguna finalidad superior o lineal.
Es partidario de las ideas vitalistas y lúdicas, de
deshacerse de todas las ideas preconcebidas para dar
paso a una vida con opciones abiertas de realización,
una existencia que no gire en torno a cosas
inexistentes.
Introduzco estos conceptos, porque el nihilismo
en algunos protagonistas del sistema prestacional
argentino nos otorga una explicación cruzada de lo que
está pasando:
Por un lado, están los que se aprovechan del
concepto de que nada es verificable e inventan
cínicamente teorías amigas del mercado que, al ser el
sistema general no verificable, se comportan como
“verdades”.
En la vereda opuesta están los nihilistas con
expresiones de buenos deseos, sin que medie un
desarrollo programado y posible para cambiar al sistema.
Venimos hablando de un Sistema Nacional Integrado de
Salud.
Algunos desde hace décadas, otros desde un tiempo más
cercano.
Los problemas del “pseudo sistema argentino”
fueron en aumento.
Por nombrar algunos:
1. Falta de enfermeras/os universitarios.
2. Distribución geográfica inequitativa de la oferta de
servicios prestacionales con concentración de éstos en
las zonas urbanas de alto conglomerado.
3. Falta de especialistas en zonas alejadas de los
conglomerados urbanos.
4. Zonas de la República con prestaciones alejadísimas
entre sí.
5. Formación de grado en las universidades con gran
influencia de intereses económicos del llamado “mercado
de la salud”.
6. Residencias médicas en prestadores privados de
relativa calidad, donde se sospecharía mano de obra
barata.
7. Medicalización creciente de la sociedad.
8. Corporaciones en aumento.
9. Influencia del sector privado en la toma de
decisiones sanitarias. Hasta incluso en la comunicación
neurolingüística de difusión de los temas sanitarios.
Podríamos señalar cantidades de problemas en el sistema,
pero no es el motivo de esta nota.
La percepción generalizada es que no hay ningún modelo
concreto único y puro que permita resolver todos los
problemas de salud de la población en nuestro entorno.
El modelo sanitario ideal no existe, cualquier modelo
que elijamos tiene defensores y detractores por sus
propias características y complejidades. La salud en su
concepción tiene una dimensión ética que se apoya en
valores sociales y políticos, entrecruzados con
distintas visiones ideológicas e intereses de todo tipo
que no siempre tienen apreciaciones comunes.
El Modelo hace al ámbito de la política
y se lo puede definir como: el conjunto de criterios o
fundamentos doctrinales e ideológicos en los que están
cimentados los sistemas sanitarios. En él se determinan
aspectos como: población receptora, quién financia el
sistema, prestaciones que se van a dar, actuaciones y
competencias de la salud pública-autoridad sanitaria.
Esto sería el modelo de salud.
Mientras que el Sistema hace a la operatividad y
ejecución del Modelo, pero al momento de
definirlo aparecen distintas maneras de conceptualizarlo
propio de las características y complejidades que
guarda. Sería el sistema de prestaciones.
No hay que confundir sistema de salud que es el modelo
para alcanzarla, que el sistema prestacional, que son
los efectores, que no producen salud, sino que tratan
las patologías, justamente cuando no hay salud. (6)
La propuesta es que pensemos distinto, que la
fragmentación en aumento nos conduce a un precipicio
donde pierden todos.
Asimismo, la OMS visualiza los
distintos actores que lo componen al explicar que
“sistema es el conjunto de todas las actividades,
oficiales o no, relacionadas con la prestación de
servicios de salud a una población determinada, que debe
tener acceso adecuado a la utilización de dichos
servicios. Integrado por todo el personal de la salud
disponible, los procedimientos de formación de este tipo
de personal, las instalaciones sanitarias, las
asociaciones profesionales, los recursos económicos que
por cualquier motivo u origen se pongan al servicio de
la salud y el dispositivo oficial y no oficial
existente”.
Y añade que “todo este conjunto debe armonizarse
en un sistema homogéneo que permita utilizar
los recursos habilitados para el logro de la máxima
satisfacción de los objetivos prefijados:
garantizar el derecho a la salud no sólo como un derecho
humano y universal, sino como un recurso para el
desarrollo social, económico e individual de una persona
y de su comunidad”.
La conclusión es la misma, el Sistema Nacional Integrado
de Salud.
REFERENCIAS
(1) Discurso del método / Rene Descartes / Paris / 1637.
(2) La ciencia / Su método y su filosofía / Mario
Bunge-DCC Universidad de Chile / 1959.
(3) Chasing Reality / Strife over realism / Mario Bunge
/ Toronto University / 2006.
(4) Iván Serguéyevich Turguénev / Imperio Ruso / 1879.
(5) Ecce Hommo / Friedrich Nietzsche.
(6) El sistema de salud argentino / Dr. Mauricio Klajman
/2021. |