|
Los hospitales cumplen funciones relevantes por
constituir un miembro clave en una Red de Servicios,
siempre que estén preparados para ello y para responder
a los cambios que se producen en su entorno, en materia
de salud.
Por tal razón en los Sistemas de Atención Sanitaria con
gran segmentación de la población es donde adquieren
relevancia en el camino de la reducción de las
desigualdades, lo que obliga a producir cambios en su
funcionamiento y constituir un hospital para la igualdad
y posiblemente para la equidad.
El reto de alcanzar eficiencia y calidad se mantiene
desde hace tiempo pero con avances modestos debido a la
falta de asignación de objetivos consecuentes a la
escasa autonomía de la gestión.
Cualquier reforma que se plantee con independencia del
modelo sanitario debe tener en el hospital la garantía
al acceso a los servicios en condiciones de equidad,
siempre que, como organizaciones complejas puedan
desplegar todos sus potenciales.
El hospital como proveedor de servicios de alta
relevancia social debe atender al desarrollo
organizativo y tecnológico, no sólo para adaptaciones
temporarias, como se observó en la pandemia, sino para
llevar a cabo acciones estratégicas de gran alcance.
Es cierto que algunos han progresado ediliciamente y
otros incorporaron tecnología, pero la estructura de
funcionamiento y los procedimientos es lo que no ha
cambiado. Es así, que la innovación y las mejoras que se
produzcan en los sistemas de atención podrán ser mayores
o mejores, pero necesitan que la financiación y la
gestión alcancen al hospital por ser los componentes que
hacen a su desarrollo.
Interesa caracterizar al hospital como una organización
que requiere un uso intensivo, tanto del RR.HH., como el
tecnológico y financiero, para ser protagonista de la
cobertura del II y III nivel de atención en una Red de
Servicios, con responsabilidad sobre la población.
La definición de los servicios, prácticas y prestaciones
no requieren de un nomenclador.
Son las patologías y diagnósticos que le llegan para su
atención, los “clientes” que condicionan y orientan su
capacidad resolutiva. Se trata de responder a una
necesidad y no a una demanda aislada, a un servicio o a
un médico.
En la actualidad los hospitales presentan escasa
capacidad de decisión debido al marco jurídico que los
regula, lo que dificulta avanzar sobre su
descentralización. Su organización vertical y división
por especialidades conspira sobre el funcionamiento
horizontal y el trabajo en equipo.
A su vez la precarización del modelo de contratación y
remuneración salarial regulada por escalafones sólo
aseguran la subutilización de los recursos técnicos,
edilicios y económicos asignados.
En otros países han innovado en esta materia con la
finalidad de incentivar la productividad y la eficiencia
por medio de los llamados compromisos o contratos de
gestión, vinculando la asignación de los recursos
económicos al cumplimiento de metas asistenciales que
privilegien la demanda de la población.
Ello implica pasar de la organización burocrática
dirigida por presupuestos según partidas a otra de
comportamiento estratégico sobre la base de una
estructura matricial funcional, que reconozca el área
del conocimiento y las de aplicación de esos
conocimientos y que incorpore o fortalezca el concepto
de la gestión clínica.
La tercerización de algunos productos y la asociación
con el sector privado hacen posible la incorporación de
tecnología y la reducción de las inversiones y ciertos
costos. En materia retributiva pueden coexistir
distintas modalidades según fuera la relación con el
servicio. En cuanto al personal estable y en relación de
dependencia, el salario tiene como unidad la hora que
como en cualquier otra modalidad tratan de maximizar sin
aportar beneficios al hospital.
La gestión en este modelo de pago debe destacar las
ventajas haciendo posible la dedicación y desarrollo
profesional. Su valor está vinculado a la
responsabilidad y riesgo de la tarea, si hay o no
contacto con el paciente, si la atención es programada o
no, el nivel de adiestramiento y habilidades necesarias,
el grado de estrés, la carga administrativa, sin
perjuicio de los incentivos que procuren asegurar los
resultados esperados.
El objetivo del Hospital Igualitario debería formar
parte del interés político de las jurisdicciones,
obviamente con la correspondiente asistencia técnica
necesaria. Los recursos con financiación externa que han
originado un nuevo subsector invadiendo competencia de
las provincias, podrían ser reorientados para sostener
estos cambios.
|
(*) Especialista en Salud
Pública y Sistemas de Salud - Profesor Emérito de la
Universidad ISALUD - Miembro del Grupo PAÍS. |
|