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Columna


Dos años de Ministerio de Salud
Balance de medio término

Por el Dr. Adolfo Sánchez de León (*)


El Ministerio de Salud de la Nación ha sufrido diferentes procesos a lo largo de nuestra historia. En ese transcurrir, la cuestión de unificar y separar los Ministerios de Salud y Desarrollo Social tuvo varias idas y venidas. Sintéticamente enumeraremos algunas de ellas. Como sabemos el Ministerio de Salud de la Nación fue creado en el gobierno de Perón con Carrillo como su primer ministro.
En el golpe de Estado del 55, bajo la Presidencia de facto de Eduardo Lonardi, fue disuelto y subsumido por el Ministerio de Asistencia Social y posteriormente fue disuelto por Aramburu. Durante el gobierno de Arturo Frondizi se crea el Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, denominación que tuvo hasta el golpe de Estado del 66, tras el cual fue renombrado como Ministerio de Bienestar Social.
En 1981, el presidente de facto, Roberto Viola lo dividió en dos, el Ministerio de Salud Pública y Medio Ambiente y el Ministerio de Acción Social. Ya con la recuperación de la democracia en 1983 se fusionaron nuevamente en el Ministerio de Salud y Acción Social. El 10 de diciembre de 1999, el presidente Fernando de la Rúa volvió a separar los ministerios creando el Ministerio de Salud y el Ministerio de Desarrollo Social.
En septiembre de 2018, el presidente Mauricio Macri unificó nuevamente ambos ministerios nombrándolo Ministerio de Salud y Desarrollo Social y en diciembre de 2019 el nuevo gobierno los volvió a separar.
En esta misma revista, en mi columna habitual escribía en aquel entonces: “Un párrafo final para la unificación de los Ministerios de Salud y Desarrollo Humano. Una estrategia de este tipo requiere una planificación mayor y un sentido sanitario de la iniciativa. Un ministerio liderado por una concepción claramente sanitaria, un gabinete del PEN cohesionado detrás de una estrategia de “Salud en todas las Políticas” y un equipo que lidere ese ministerio con una visión amplia de salud basada en los determinantes sociales puede ser una estrategia positiva. Claramente esto no fue lo que sucedió… Más allá de esto es claro que la medida del gobierno nacional no fue en esa dirección y resultó finalmente en un debilitamiento del área y un mensaje negativo a la sociedad. La nueva separación de los ministerios con la creación nuevamente del Ministerio de Salud Nacional de este gobierno que inicia es un hecho positivo y auspicioso en este contexto”.
Dos años han pasado del nuevo Ministerio y el impacto no ha sido positivo. Es cierto que estos dos años estuvieron atravesados por la pandemia, pero el Ministerio no estuvo a la altura de las circunstancias en su manejo. Tampoco se aprovechó para fortalecer al Ministerio en sus funciones básicas ni para ir estableciendo los cimientos para una posible reforma del sector.
Uno de los objetivos de tener un Ministerio de Salud de la Nación es el de ejercer una rectoría sobre un sistema altamente fragmentado, segmentado y federal. Por otro lado, y en paralelo con esto un Ministerio de Salud debe generar una buena gobernanza definida como “… a un conjunto de reglas, instituciones y políticas a través de las cuales se dirige su funcionamiento, se regula la participación de los diversos actores y se utilizan los recursos disponibles para garantizar a toda la población cuidados de salud de calidad”.
Finalmente, una de las expectativas generadas con el nuevo ministerio, fue pensar en la posibilidad de una reforma del sector para disminuir la fragmentación y la segmentación y mejorar la equidad al acceso. Nada de esto ocurrió hasta ahora.

LA FALTA DE RECTORÍA

La falta de rectoría del Ministerio de Salud de la Nación es crónica. La expectativa al recrear el Ministerio y en el contexto justamente de esta crisis era incrementarla. No fue así. La mayoría de las decisiones sobre la pandemia tuvieron un carácter netamente político, no sanitario. Se tomaron las decisiones mirando análisis de encuestas y Big Data sobre el humor de la población y la variación en la imagen positiva del gobierno y sus funcionarios.
Así paso con el cierre de las escuelas, con el decreto del confinamiento social obligatorio en tiempos tan tempranos y con la posterior flexibilización de la misma del 18 de julio de 2020, al pasar de fase 1 a fase 3 en el AMBA, en una etapa clara de aumento de la pendiente de la curva (o sea, en el peor momento que se podría haber elegido para adoptar esta medida de relajación).
Esto estuvo influenciado por la caída de la imagen del gobierno y el aumento del descontento social con el manejo de la pandemia. El propio presidente en conferencia de prensa y con anuncios de flexibilidad admitió que la decisión de estas aperturas era política, no epidemiológica. La imagen negativa del gobierno y sus dirigentes superaban ampliamente a la positiva. Poco influyo la opinión del Ministerio y sus expertos.

LOS PROBLEMAS DE GOBERNANZA

No hubo, en este tiempo, transparencia, integridad, rendición de cuentas ni capacidad política, atributos esenciales de la gobernanza.
Desde el inicio mismo de la pandemia se observaron innumerables hechos que mostraban la baja gobernanza. Ejemplos de ello fueron: la elección y compra de los kits diagnósticos, el manejo de la información epidemiológica, el manejo del plan de vacunación comenzando por la elección de la vacuna a aplicar en desmedro de otra y pasando por el vacunatorio VIP y el manejo político de la campaña de vacunación.
Todo esto trajo aparejado una crisis de gobernanza, producto de la falta de transparencia, de rendición de cuentas y de buenas prácticas de gobierno. Se ha perdido la confianza hacia el gobierno por parte de la mayoría de la población y esto afecta tremendamente el accionar futuro y las medidas a tomar en una pandemia que continua.

AUSENCIA DE PROPUESTAS DE CAMBIO

El modelo de atención y financiación requiere evidentemente de un proceso de reforma. Los procesos de reforma en muchos países se dieron luego de profundas crisis. En nuestro país estamos en crisis desde hace mucho tiempo. Este podía ser un momento viable para pensar cambios en el modelo de salud. Era una oportunidad para introducir reformas al sector.
No se aprovechó esta crisis para plantear una agenda de reformas al modelo de financiamiento ni de atención del sistema, toda vez que la salud (o mejor dicho la enfermedad) escaló al primer lugar de preocupación de la población. Pasada esta pandemia el sistema se encontrará, no solo más débil y peor que cuando esto comenzó, sino que no existirá ninguna perspectiva de mejora.

FORTALECIMIENTO DEL MINISTERIO

Una cuestión implícita en la creación de un ministerio es fortalecer las acciones que debe llevar adelante y en este caso además fortalecer al sistema en sus funciones básicas. Pero no se aprovechó para mejorar áreas fundamentales que cualquier ministerio debe fortalecer. En un artículo anterior, había señalado solo dos áreas a modo de ejemplo: el sistema de información en general y de vigilancia epidemiológica en particular y salud de fronteras.
Ninguna de estas dos áreas fue fortalecida y hace poco tiempo la debilidad manifiesta del área de salud de fronteras hizo que un barco proveniente de África probablemente haya abierto el ingreso de la cepa Ómicron a nuestro país. Tampoco se fortaleció el sistema de salud. Sólo estuvo enfocado en aumentar camas de cuidados intensivos y respiradores. Esta estrategia tenía un límite muy concreto, la cantidad y calidad de los recursos humanos. Lamentablemente aún hoy no existe una política para incrementar este recurso humano crítico y superar una deficiencia crónica.
Por otro lado, no se fortaleció al primer nivel de atención en esta pandemia. Por el contrario, disminuyó ostensiblemente el trabajo en este nivel cuando era dable suponer un incremento de su actividad durante la crisis. Ante una nueva ola nuevamente este debilitado nivel no tendrá tarea específica asignada ni capacidad de respuesta.

EL INCREMENTO DEL PRECIO DE LOS MEDICAMENTOS

El ministerio también fue incapaz de disminuir el impacto de los precios de los medicamentos. Estos precios registraron incrementos superiores al alza de la inflación en 2020 según un informe del Observatorio de precios de costos de la salud de la Unión Argentina de Salud (UAS).
Hubo un intento de regularlo a partir de la resolución conjunta 1/2020, emitida en noviembre 2020, que establecía por 150 días corridos precios máximos de venta institucional a los organismos de salud de los subsistemas público, privado y de la seguridad social de todo el país para los medicamentos de terapia intensiva. Pero una vez finalizado este acuerdo, en el segundo trimestre de este año, los precios volvieron a dispararse con un aumento promedio de estos insumos del 18%, es decir, 10 puntos porcentuales más que el período anterior.

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

La separación de los ministerios no produjo el impacto esperado ni cumplió con las expectativas generadas. Existió un manejo muy deficiente de la pandemia. No se fortaleció el Ministerio en sus funciones básicas. La crisis de gobernanza creada por la falta de transparencia, de rendición de cuentas y de buenas prácticas de gobierno trajo aparejado una pérdida de la confianza de la población para con el gobierno.
No existió, ni existe actualmente una propuesta de reforma del sistema de salud. Tampoco fue eficaz a la hora de regular el precio de los medicamentos en especial aquellos utilizados para el Covid-19.
En estos momentos probablemente estemos a las puertas de una nueva ola de la pandemia. El Ministerio de Salud creado y anunciado pomposamente no cumplió las expectativas ni está preparado para enfrentar esta nueva ola. Lamentablemente debemos concluir que se trata de otra oportunidad perdida.

(*) Médico. Especialista en Salud Pública.

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