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La economía mundial ha sido jaqueada por el Covid-19 y las
medidas para controlarlo. Los efectos han sido devastadores para
gran parte de la población, con la caída del empleo, aumento de
la pobreza y caída del salario real. Muchas empresas han
desaparecido, muchas otras se han reconvertido y otras han
soportado pérdidas millonarias.
Por supuesto, ha habido empresas ganadoras, en general del
sector tecnológico y del comercio electrónico. A pesar de un
2021 marcado por un fuerte crecimiento de la economía mundial,
la recuperación prepandemia no ha sido total. Se espera un
crecimiento moderado para el 2022 con mayores desafíos a
enfrentar en materia de inflación, deuda y pobreza.
LA PREVISIÓN ECONÓMICA MUNDIAL
El gasto público para enfrentar la pandemia ha generado déficit
fiscal y endeudamiento en la mayoría de los países.
Consecuentemente las economías tienen menos margen de maniobra,
apuntando a disminuir el déficit fiscal y encuadrando sus deudas
en un marco de sostenibilidad tanto en el corto como el largo
plazo. La ayuda económica pública tiende a desaparecer y deberá
ser reemplazada por crecimiento económico real.
Paralelamente, y principalmente en los países desarrollados o
que han alcanzado su recuperación, la inflación crece de la mano
de la recuperación y la política monetaria se hace presente
incrementando las tasas de interés. Las economías
sobreendeudadas y los mercados emergentes y en desarrollo con
necesidad de financiamiento externo, deberán prepararse para
turbulencias en los mercados financieros y restricción de
créditos. El pago de las deudas pasará a ser un tema central en
estos países que deberán reestructurar prolongando en la medida
de lo posible los vencimientos.
Dentro de las economías domésticas, el mayor desafío es
enfrentar la pobreza. El crecimiento en 2021 no ha logrado
recomponer la situación previa a la pandemia. Es decir, el
crecimiento social no acompañó al crecimiento económico,
incrementando las inequidades sociales preexistentes. La
economía informal ha reemplazado parte de la economía formal. El
desafío es lograr el mentado crecimiento económico con mejor
redistribución en la población.
UN DURO AÑO PARA LA ARGENTINA
El año que recién comienza estará marcado por las negociaciones
con el FMI. La aprobación, o no del acuerdo, por parte del
Congreso, cambiará el probable escenario económico.
En caso de que se apruebe, comenzaremos un período de ajuste
fiscal en búsqueda del superávit. El gasto deberá recortarse,
sintiéndose en el bolsillo de la gente. La apuesta será lograr
estabilidad macroeconómica, generar inversiones y empleos. Para
esto, la Argentina deberá cumplir con lo pactado económicamente,
y a la vez, calmar las internas políticas. Caso contrario, poco
se logrará.
En caso que no se apruebe el escenario será aún peor. Las
exportaciones e importaciones se verán afectadas, generándose
problemas de provisión de mercadería y, por supuesto, de
divisas. Las especulaciones dominarán el escenario, ocasionando
desequilibrios constantes.
Al mismo tiempo, las presiones hacia el gasto estatal impulsarán
mayor emisión monetaria y consecuente mayores niveles de
inflación. Las tensiones políticas, sociales y económicas casi
paralizarán al Gobierno, pero fundamentalmente generan mayor
pobreza en las personas.
Es necesario destacar que el acuerdo para evitar la cesación de
pagos es condición necesaria pero no suficiente. Luego se deberá
cumplir con lo acordado. El camino será arduo, con altos costos
políticos que deberán asumirse. Lograr el equilibrio y
crecimiento económico no es fácil ni se alcanzará en el corto
plazo. Sin embargo, lograr estos hitos económicos tampoco es
condición suficiente. El verdadero desafío es lograr disminuir
la pobreza drásticamente, cambiando las condiciones de vida
estructurales. En resumen, aprobar y cumplir con el acuerdo de
nada servirá si no mejora las condiciones sociales.
DESAFÍOS PARA LA ECONOMÍA DE LA
SALUD
Los escenarios económicos, tanto a nivel internacional como
nacional, plantean repensar la economía de la salud. Se deben
generar modelos aplicables que se adapten a las nuevas
realidades económicas y sociales.
Los ejes que se deben enfocar son:
1) Modelos de desarrollo del sector generando
crecimiento económico y social: el sector salud debe promover
tanto inversiones públicas que generan impulso hacia el
crecimiento y desarrollo económico en zonas poco favorecidas
como inversiones privadas que aporten a la generación de empleo.
Se debe pensar la inversión en salud como eje de desarrollo
económico y la lucha contra la pobreza.
2) Modelos de financiamiento: la economía de la
salud ha desarrollado herramientas importantes como la
evaluación de tecnologías sanitarias y evaluación del impacto
presupuestario. Sin embargo, poco se ha enfocado en buscar
alternativas de financiamiento. La contención del gasto es
necesaria pero el desafío es buscar nuevas fuentes
complementarias no basadas en el riesgo individual ni atadas al
vaivén del mercado laboral. Se deben desarrollar modelos que
recauden por nivel de ingreso (solidarios) y que los
financiadores reciban los fondos por nivel de riesgo (edad, sexo
y enfermedades preexistentes).
3) Modelos integrales de generación de valor:
una crítica importante es la medición que se hace sobre la salud
de la población y el verdadero impacto de los sistemas sobre la
misma. Deben desarrollarse modelos que midan la salud y puedan
relacionarse con el esfuerzo económico que hacen las sociedades
para el sector. También estos modelos deben desarrollar nuevos
sistemas de remuneración en función del valor generado por las
consultas y prácticas realizadas. En otras palabras, se debe
remunerar por conseguir salud y no solo por curar enfermedades.
En resumen, quienes trabajamos en economía de la salud tenemos
desafíos importantes. En la coyuntura económica complicada en
que estamos inmersos debemos aportar para generar un cambio
positivo del sector con impacto en la sociedad.
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