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Durante mucho tiempo las personas cubrieron el tratamiento de
sus enfermedades con recursos propios, acudiendo a las distintas
alternativas que podían encontrar.
En general se podía dividir estas alternativas entre quienes
podían pagar por la atención de salud y los que no podían, que
usaban la beneficencia desde donde venía, estatal o de
organizaciones.
Un concepto alejadísimo de la igualdad y altamente inequitativo.
En paralelo la educación se podría equiparar a este sistema de
salud desigual. Si bien en nuestro país la ley 1420 acercó a las
clases desprotegidas a la escuela primaria, la educación media
era más difícil de llegar y ni que hablar de la educación
universitaria prácticamente imposible de alcanzar.
Los acontecimientos históricos fueron modificando profundamente
la estructura de la sociedad, sus costumbres, su cultura y entre
ellos el concepto de salud; de ahí que se forjaran profesiones
sanitarias y aparecieran diversos dispositivos asistenciales.
Los poderes públicos tomaron conciencia de la necesidad de
establecer determinadas garantías a favor de la población,
principalmente las que se referían al desarrollo de las medidas
higiénicas, la medicina preventiva y el saneamiento ambiental.
Esta situación originó distintas visiones ideológicas y
políticas respecto a la asistencia sanitaria en los distintos
países, dependiendo de la conformación de las características
sociales, políticas, económicas e históricas de cada uno de
ellos.
Es común en la literatura especializada que se utilice el
concepto de modelo y sistema como sinónimo. Por ello es
importante remarcar la diferencia entre ambos para no
confundirlos:
El modelo hace al ámbito de la política y se lo puede definir
como “el conjunto de criterios o fundamentos doctrinales e
ideológicos en los que están cimentados los sistemas
sanitarios”, en él se determinan aspectos como: población
receptora, quién financia el sistema, prestaciones que se van a
dar, actuaciones y competencias de la salud pública-autoridad
sanitaria. Esto sería el modelo de salud.
Mientras que el sistema hace a la operatividad y ejecución del
modelo, pero al momento de definirlo aparecen distintas maneras
de conceptualizarlo propio de las características y
complejidades que guarda. Sería el sistema de prestaciones.
No hay que confundir sistema de salud que es el modelo para
alcanzarla, con el sistema prestacional, que son los efectores,
que no producen salud, sino que tratan las patologías,
justamente cuando no hay salud.
La Organización Mundial de la Salud los relaciona con el
concepto de salud en su aspecto más amplio “como un conjunto de
elementos interrelacionados que contribuyen a la salud en los
hogares, los lugares de trabajo, los lugares públicos y las
comunidades, así como en el medio ambiente físico y psicosocial,
y en el sector de la salud y otros sectores afines”.
Asimismo, la OMS visualiza los distintos actores que lo componen
al explicar que “sistema es el conjunto de todas las
actividades, oficiales o no, relacionadas con la prestación de
servicios de salud a una población determinada, que debe tener
acceso adecuado a la utilización de dichos servicios. Integrado
por todo el personal de la salud disponible, los procedimientos
de formación de este tipo de personal, las instalaciones
sanitarias, las asociaciones profesionales, los recursos
económicos que por cualquier motivo u origen se pongan al
servicio de la salud y el dispositivo oficial y no oficial
existente”.
Y añade que “todo este conjunto debe armonizarse en un sistema
homogéneo que permita utilizar los recursos habilitados para el
logro de la máxima satisfacción de los objetivos prefijados:
garantizar el derecho a la salud no sólo como un derecho
universal, sino como un recurso para el desarrollo social,
económico e individual de una persona”.
Si bien todo sistema se encuentra incluido en uno mayor, el
suprasistema, están quienes consideran que los sistemas de salud
son una variante de los sistemas sociales, y como tales aparecen
como una de las instituciones y funciones sociales más
constantes y de mayor complejidad en la sociedad.
Desde la sociología se ha definido al sistema de salud como “el
conjunto de mecanismos sociales cuya función es la
transformación de recursos generalizados en productos
especializados en forma de servicios sanitarios de la sociedad”.
Como sabemos muy bien, el sistema argentino es más bien un
sistema prestacional de salud. Este concepto se origina en la
fragmentación del sistema.
No hay un standard de fiscalización homogénea nacional, las
estadísticas en general son difusas, la implementación de
políticas apropiadas de prevención es compleja por la
independencia federal de los ejecutivos provinciales.
Las remuneraciones de los actores del sistema son anacrónicas y
desiguales, la distribución de los prestadores de todos los
subsistemas se concentra fundamentalmente en las grandes urbes,
dejando amplios sectores geográficos sin cobertura o con
cobertura muy alejada. La distribución de la complejidad es
errática.
Podríamos seguir con los problemas del sistema ad-infinitum.
Precisamente los hemos enumerado en artículos anteriores con
minuciosidad.
Pero algunos detalles de nuestro sistema son buenos… la
universalidad de la cobertura, la buena calidad prestacional en
algunos subsectores, la solidaridad general para con los
enfermos, los excelentes recursos humanos, la preparación de
estos recursos en universidades nacionales que están entre las
mejores de Sudamérica.
Como vemos, podemos seguir avanzando en mejorar lo que tenemos,
sin exclusiones, con más presencia del Ministerio de Salud en
las grandes políticas rectoras y tratando de complementar los
subsectores del sistema entre ellos, para que todos juntos
lleguemos a un sistema nacional integrado de salud
| (*) Director Médico
Nacional Obra Social de Televisión |
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