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En varios artículos publicados en esta revista, hemos hecho
referencia a distintos temas particulares vinculados con el
financiamiento del Sistema de Salud en general y del Subsistema
de la Seguridad Social en particular.
En este número, hablaremos del agotamiento del financiamiento
exclusivamente basado en el Sistema Contributivo o “bismarckiano”.
Ya en el año 1942, con la presentación del informe “Beveridge”
en Inglaterra, se había llegado a la conclusión que todo
ciudadano en edad laboral debía pagar tributos, con el objetivo
de poder establecer una serie de prestaciones en caso de
enfermedad, desempleo, jubilación; pues de este modo se
permitiría asegurar un nivel de vida mínimo por debajo del cual
nadie debería caer (Sistema universalista).
En otras palabras, se entendía que el modelo estrictamente “bismarckiano”
era insuficiente como para sostener un sistema de salud.
En la República Argentina, desde el momento que se considera
como de creación de la seguridad social nacional -ley 18.610
sancionada en el año 1970-, el financiamiento de este subsistema
(denominado Sistema Nacional del Seguro de Salud, por la ley
23.660), se basa casi exclusivamente en el modelo contributivo.
En la actualidad, es muy difícil que en distintos países del
mundo, se aplique algunos de los dos sistemas vistos hasta aquí
–contributivo y universalista- en estado puro.
Las desventajas que cada uno de los sistemas produce; por
ejemplo, la limitación que contienen los sistemas contributivos
respecto de la aplicación personal, al basarse principalmente en
los trabajadores formales por cuenta ajena; y, a su vez, la
escasa relevancia que los sistemas universales le conceden a los
trabajadores profesionales, hizo que los países trataran de
extraer las características más favorables de cada uno de estos
dos sistemas y adoptaran regímenes mixtos de financiamiento.
Las principales características de la combinación de los dos
sistemas puros de financiamiento de la seguridad social son las
siguientes:
I. Atender las necesidades de la mayor cantidad posible de
personas, colocando un énfasis mayor en la población de mayores
necesidades.
II. Los ordenamientos basados en los sistemas universales
adoptan criterios de protección para la pérdida de renta de los
trabajadores, por ejemplo, con el otorgamiento de prestaciones
para cubrir riesgos profesionales.
El Sistema Nacional del Seguro de Salud basa su financiamiento
en los aportes de los trabajadores y en las contribuciones de
los empleadores directos y en el aporte que brinda al Fondo
Solidario de Redistribución.
La realidad indica que el alto costo de la salud -índice de
aumento de precios en salud superior al Índice de Precios al
Consumidor, valores siderales de determinados medicamentos,
disminución del empleo formal que impacta en la menor
recaudación por vía del sistema contributivo, costo de
determinados insumos en moneda extranjera, amplia cobertura
prestacional- hace que la fuente contributiva de financiamiento
sea inequívocamente insuficiente como para solventar un Sistema
de calidad.
Para poder cumplir con el derecho constitucional a la salud,
debemos contar con recursos económicos sustentables, para no
tornar ese derecho en una ilusión. La solución a esta situación
no puede consistir en el cercenamiento de derechos, ni de
coberturas; sino la obtención de fuentes de financiamiento
adecuadas.
Somos conscientes que nuestro país viene atravesando, desde hace
varios años, una crisis económica que dificulta la posibilidad
de encontrar nuevas fuentes de financiamiento para atender las
necesidades del Sistema de Salud, por afuera de las existentes.
No obstante ello, estamos convencidos que el modo de
sustentabilidad del Sistema de Salud es un tema que debe ser
discutido por toda la sociedad, por vía de sus representantes
como en todo país republicano, a efectos de determinar cuál es
la prioridad de las necesidades y decidir cómo afrontarlas.
A solo título enunciativo, proponemos las siguientes medidas
para mejorar el financiamiento del Sistema Nacional del Seguro
de Salud:
1.- Control del gasto.
2.- Optimizar el sistema de subsidios.
3.- Reformular el gasto en materia de discapacidad.
4.- Asignar recursos del Tesoro Nacional al pago de determinados
medicamentos de muy alto costo.
5.- Articular compras conjuntas de medicamentos de alto costo
entre los financiadores del Sistema de Salud.
6.- Modificar el sistema de aportes de los monotributistas al
Sistema Nacional del Seguro de Salud.
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