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En nuestro transcurrir profesional vivenciamos un sinnúmero de
estas historias, que muchas veces derivan en conflictos y
constituyen un entramado al cual prestar atención y actuar en
consecuencia. Hoy les compartimos esta con la intención de
reflejar otras tantas y que podamos pensar y reflexionar juntos
sobre ella.
Se trata de una mediación en CABA en el marco de la ley vigente
de Mediación Prejudicial obligatoria cuyo objeto se describió
como daños y perjuicios derivados de una “mala praxis médica”.
Los que solicitan la mediación (requirentes) eran dos hermanos
(mujer y varón) A Y B y los requeridos (a quienes se convoca a
mediación) un médico neurocirujano presente y patrocinado por el
letrado de la Compañía Aseguradora, la Obra social y la Prepaga
estas últimas representadas por sus letrados apoderados.
El Sr. “A” comienza a relatar el reclamo en términos de que
había tenido que venir del exterior de urgencia dado que su
hermana fue intervenida por el neurocirujano requerido el cual
le había extraído un tumor del cerebro con éxito. ¡Tanto éxito
que la hermana estaba presente en la mediación haciendo el
reclamo!
A esa altura la mediadora le pregunta al Sr. “A” cuál era el
reclamo concreto, a lo cual responde que habían demorado más de
6 meses en dar el diagnóstico a su hermana que padecía severos
dolores de cabeza y que la habían hecho transitar por varios
servicios de la prepaga hasta que finalmente se detecta el
tumor.
El cirujano responde que él no tuvo nada que ver con la demora
del diagnóstico. Que cuando le avisaron estaba en la costa
argentina y salió urgente; que circuló a altísima velocidad
(arriesgando su vida) con su coche para realizar la intervención
la cual fue un éxito.
A la salida del quirófano se encontró con el Sr. “A” quién lo
destrato increpándolo por la demora del diagnóstico a lo cual el
neurocirujano respondió que se haga a un lado que el “tenía
derecho a elegir con quién hablar y con quién no” dio media
vuelta y se fue.
Dicho esto, la mediadora percibió que el reclamo no configuraba
una mala praxis sino que se trataba de un conflicto de fallas en
la comunicación que deterioró la relación entre las partes por
lo que solicitó a todos los letrados presentes aguarden unos
minutos en otra sala y se quedó con el Sr. “A” y el
neurocirujano con el fin de abrir un diálogo privado solo entre
las partes.
En ese marco la mediadora despliega una serie de técnicas para
resignificar el relato original de ambos, y se tradujo en un
relato desapasionado de los hechos, despojado de esas palabras
violentas y agresivas.
Luego de estas intervenciones el Sr. “A” reconoció que el
cirujano no tenía responsabilidad por la demora en el
diagnóstico y le pidió disculpas al médico y le agradeció por
salvar la vida de su hermana.
Frente a este cambio el neurocirujano respondió con otro pedido
de disculpas al Sr. “A” por el destrato dispensado en la puerta
del quirófano motivado por el lógico nivel de stress con
posterioridad a la cirugía, no entendiendo como en lugar de
estar agradecido por el éxito de la cirugía lo trató muy mal.
Estos pedidos de disculpas recíprocos dieron por finalizada la
mediación con un acuerdo consignando en el mismo que nada más
tenían para reclamar.
La ausencia de espacios de diálogo y de mediadores dentro de las
organizaciones de salud, donde el Sr. “A” podría haber recurrido
para plantear su reclamo y se hubiese informado acerca de los
tiempos necesarios para realizar diagnósticos y de las
responsabilidades de los médicos intervinientes; generan
reclamos prejudiciales con el consiguiente gasto jurisdiccional
en tiempo y costos que se pueden evitar.
¿Cómo se encuentra su organización?
¿Cuánto le
cuestan los conflictos no resueltos?
¿Qué tan
sólidos son sus sistemas de colaboración y resolución de
conflictos?
¿Cuenta Ud. con
una vía de colaboración para canalizar los conflictos, a fin de
prevenir juicios costosos?
¿Tienen sus
gerentes principales la seguridad que se requiere para controlar
los conflictos y para transformar los problemas en soluciones?
Respondiendo a estas preguntas se inicia el camino dentro de la
organización para revisar su sistema de prevención de
conflictos, y a medida de cada organización se puede diseñar un
mecanismo acorde con la idiosincrasia de esta.
Los conflictos existen y existirán, y a menudo el conflicto es
intangible y permanente por lo tanto no necesariamente hace
“ruido” y no se percibe hasta que escala y trasciende la
organización, se escapa y se judicializa.
Lo que marca la diferencia entre una organización saludable y
otra que no lo es, es la manera en que esos conflictos se
prevén, se abordan, se gestionan, y se resuelven dentro de la
organización sin la necesidad de la intervención de terceros
ajenos a la misma.
Se capacita en habilidades al personal, de todas las áreas
(operativas, mandos medios y jerárquicos), dándoles herramientas
que despiertan sus capacidades de percepción, comunicación y
negociación, lo cual deriva en la construcción de dispositivos
avocados a la gestión y resolución de conflictos, (DGC) y cuando
ello no es suficiente, y sólo una vez agotadas las vías internas
de gestión se recurre a consultorías externas especialistas en
la temática, es decir se da intervención a mediadores externos.
Sea cual sea el formato lo claro es la necesidad de que todas
las organizaciones diseñen Sistemas de Prevención, Gestión y
Resolución de conflictos, con una mirada estratégica y que esto
sea parte de la visión y misión institucional.
Hay experiencias altamente positivas y de éxito en Barcelona,
Ecuador, México y también en la Argentina. Hay historias por
descubrir y mirar desde otros horizontes.
¡Estamos convocados todos a la faena!
(*) Abogadas – Mediadoras - Consultoras en Mediación Sanitaria
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