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Todos conocemos la historia. Sísifo fue condenado
a acarrear indefinidamente en el inframundo una roca hasta la
cima de una montaña tras lo cual, ésta volvería a caer por su
propio peso, instalando un círculo perverso sin sentido ni
salida. Un esfuerzo inútil: consagrar la eternidad a subir un
objeto inerte hasta la cima, sabiendo que va a caer, comprobando
la caída y volviéndolo a subir sin premio ni consuelo.
Por alguna razón, ésta es tal vez la historia más conocida en el
vasto universo de los relatos mitológicos. Transitar un bucle
atemporal sin más horizonte que tratar de llegar diariamente al
punto pretendido… para volver a empezar al día siguiente. Algo
así como lo que sienten la mayoría de las personas que se
desempeñan en el sector salud, cuando obstinadamente se
enfrentan a la contradicción entre vocación y entorno laboral, a
la carencia de insumos, la escasez de recursos, la anomia de las
instituciones, la indolencia de quienes deberían dar respuestas
individuales y sectoriales. Y por supuesto, al sufrimiento y la
muerte.
Pero, así como cada uno sube su propia piedra, como sector, y
como sociedad existe un correlato paralelo. También esto lo
conocemos: nuestro sistema de salud languidece en modo
cristalizado que sólo la introducción de micro trasformaciones
de apertura de mercado en la seguridad social en los 90
modificaron, desde su consolidación a principios de los 70. En
la región, somos el único país de renta media y/o de dimensión
territorial significativa que no ha encarado innovaciones
sectoriales en un sentido estructural. Hemos visto, el deterioro
de nuestros resultados sanitarios en comparación con otros
países ya sea a través de indicadores duros y su curva de
comportamiento en el tiempo, ya a través de números absolutos en
otros. Y ello a pesar de ser uno de los países con mayor gasto
capitario y como porcentaje del PBI en salud. La piedra sigue
rodando en su caída incesante.
Vimos fracasar la estrategia fundacional de un modelo
beveridgiano en los años 40 y el consecuente surgimiento de un
modelo desarticulado con predominio de financiamiento
contributivo y prestación privada; los intentos de reforma de
principios de los 70, la tentativa de universalización de la
cobertura para toda la población independientemente de su
inserción productiva, bajo un marco regulatorio común aún
vigente, aunque sólo parcialmente implementado en los 80; las
reformas subsectoriales bajo la mirada de organismos
internacionales en los 90, y no mucho más desde entonces. Salvo
medidas coyunturales, de respuesta o alivio frente al
agravamiento de carencias preexistentes. La piedra sigue rodando
en su caída incesante.
Pero es preciso poner la mirada en el anónimo portador final de
la enorme roca que pesa en su espalda. El habitante de una
pobreza de más del 40%, los chicos del conurbano, el casi 10% de
la población que pasa hambre, el que trasega un 50% de
informalidad sin representación, defensa ni futuro. El que se
enfrenta al laberinto del modelo de atención de nuestro sistema
sanitario. El que siente en su piel el peso de los determinantes
de salud sobre su expectativa de vida. El hombre y la mujer de
todos los días. La piedra sigue rodando en su caída incesante.
Posiblemente a esta altura de estas líneas, quien se toma la
molestia de leerlas ya habrá sentido el sabor de lo conocido.
Del discurso reiterado. Pues bien. De eso se trata. Ya tenemos
bastante.
¿Cuántos más diagnósticos y precisiones son necesarios para
encontrar un denominador común? ¿Cuánto consenso es suficiente
como para establecer líneas de trabajo que permitan avanzar
hacia un camino de reforma técnicamente factible, políticamente
viable, financieramente sustentable y éticamente justo? (1)
Posiblemente, los puntos de contacto sean más consistentes que
las disidencias. Y las diferencias puedan ser saldadas en el
tránsito ordenado y preestablecido desde micro reformas
subsectoriales hacia un modelo integrado y posible. Pero sí, y
sólo si el poder político esté dispuesto a arriesgar su capital
en ello.
Nuestra crisis estructural provee en un escenario post pandemia
y preelectoral una oportunidad única para exigir el respaldo
político para una Reforma efectiva. Nunca como ahora hemos sido
más conscientes acerca del peso de la roca y de la inutilidad de
seguir empujándola. Salud fue un tema prioritario hace no tanto
tiempo, y puede volver a serlo.
Se trata de cambiar la lógica. De compartir la pendiente de la
montaña. Sintetizar un mínimo de acuerdos básicos e interpelar
públicamente a los diferentes espacios políticos a través de
compromisos ciertos y acciones efectivas de modo de pasar del
diagnóstico a la exigencia del cambio.
Intimar una respuesta. Exigir definiciones precisas.
Se compromete Ud. como mínimo a…
.
¿Avanzar hacia un Sistema Universal e Integral de Salud para
toda la población, con cobertura y acceso garantizado por
condición de ciudadanía, con igualdad de oportunidades y calidad
de resultados, a través de un Programa Nacional de Salud
igualitario, expresado en la igualación de derechos para todos
los ciudadanos, independientemente de su condición laboral,
social, capacidad económica y carga de enfermedad?
.
¿Ir a una efectiva separación entre financiamiento,
aseguramiento, gestión y provisión de servicios en el campo
público estatal con integración de fondos de cada subsector en
un entorno de confluencia, aunque no necesariamente de
mancomunación de los subsectores?
.
¿Garantizar la sustentabilidad financiera del sistema, con
intangibilidad de los recursos afectados?
¿Generar el consenso político técnico necesario entendiendo
que se trata de una política de Estado que excede los límites de
una gestión de gobierno?
.
¿Vincular carrera profesional y régimen laboral para los
trabajadores del sistema con mérito, desempeño y resultados, y
la jerarquización conceptual y presupuestal del trabajo
profesional?
.
¿Garantizar la transparencia y efectiva participación durante
todo el proceso?
Tal vez no sea tarde para vencer el mito y el miedo. Tal vez,
como actores sectoriales, pero asumiendo el poder de nuestra
condición ciudadana podamos revertir la decadencia, detener la
rodada, encontrar una salida.
REFERENCIA
1) Del Prete S – Glanc M. CAMBIO DE RUMBO. Lineamientos para el
debate acerca de una reforma sectorial en salud, 2022
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