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“La escuela es siempre un espacio político, aunque algunos se
esfuercen en ocultarlo o condenarlo. No se trata de una elección
o de una decisión. La escuela es un espacio inherentemente
político porque es la institución que las sociedades
democráticas consagran al ejercicio de un derecho tan esencial
que su garantía potencia, amplía y vuelve efectivos otros
derechos humanos fundamentales. Por eso, los conservadores
siempre desconfían de la escuela pública, la atacan y tratan de
desprestigiarla. Porque, ejerciendo su politicidad, la escuela
es un laboratorio de participación y de formación ciudadana. Un
espacio de construcción colectiva de la emancipación y de las
libertades humanas”. (1)
La Universidad es la continuación del ejercicio de la potestad
democrática. Allí se forman los profesionales de la salud.
De esa formación resultarán los engranajes que conformarán el
sistema de salud argentino. De la comprensión de cómo funciona
ese sistema serán entonces, actores activos o pasivos.
¿Se los entrena de cómo funciona el sistema?
¿Comprenden los estudiantes de la facultad de medicina su rol en
la sociedad? (2)
La democracia argentina aún no ha resuelto las desigualdades que
reproduce el propio sistema de salud. Si bien la población en su
conjunto tiene la posibilidad de acceder a los servicios
ofrecidos por el sector público, aún persisten brechas
importantes y asignaturas pendientes, especialmente en lo
relativo a su calidad.
Por un lado, el gasto total en servicios de atención de la salud
supera el 8,5% del PIB, uno de los niveles más elevados de
Sudamérica. Por el otro, existe una deuda social con las
poblaciones más pobres.
El sistema de salud en la Argentina es uno de los más
fragmentados y segmentados de Latinoamérica. Está compuesto por
los sectores público, privado y del seguro social.
Uno de cada tres argentinos cuenta solo con el primero, que está
conformado por los ministerios nacionales y provinciales, y la
red de hospitales y centros de salud que prestan atención
gratuita a toda persona que lo necesite. El privado incluye a
más de un centenar de entidades de seguro voluntario llamadas
empresas de medicina prepaga. Por último, el seguro social
obligatorio está organizado en torno a las obras sociales,
nacionales y provinciales, que es una cobertura para los
empleados registrados.
Cada una de las provincias retiene su autonomía en materia de
salud. A su vez, coexisten unas 300 obras sociales. La
desigualdad queda manifiesta cuando se observa que en la capital
del país hay 10,2 médicos y 7,3 camas por cada 1.000 habitantes,
frente a 1,2 y 1,1 respectivamente para la provincia de
Misiones.
El 100% de la población argentina, los ciudadanos, los
residentes, incluso las personas en tránsito, tiene derecho a
atenderse en cualquier establecimiento del sistema público del
país. Pero esto no significa que no existan barreras geográficas
o culturales que dificultan la atención oportuna. Tampoco
garantiza la calidad.
Existen diferencias muy importantes en los resultados entre las
provincias más pobres y las más ricas, Hay más clínicos que
especialistas y están mal distribuidos. Los recursos son
diversos y variados.
El 80% de los servicios de salud públicos fueron construidos en
un determinado momento histórico: durante el ejercicio del
primer ministro de Salud Pública de la Nación, Ramón Carrillo, a
principios de los años cincuenta.
Hoy tenemos un cuello de botella. Si en aquel entonces el
sistema de salud público se pensó para dos millones de personas
ahora asisten alrededor de 50. Una sobredemanda del sector
público es lo que se observa cuando se recorre el país. Eso hace
que el sistema ponga barreras de acceso.
En la capital argentina, Buenos Aires, el 20% cuenta solo con el
sistema de salud público. En los barrios del sur se encuentra la
mayor cantidad de personas cubiertas exclusivamente por este,
mientras que, en el norte, la mayor parte tiene obra social o
prepaga mediante contratación voluntaria.
Uno de los objetivos más
importantes seria ampliar la cobertura universal de salud con
efectividad, equidad y calidad.
Esta estrategia tiene tres ejes: la cobertura territorial con
equipos de salud familiar; el fortalecimiento de los sistemas de
información como la historia clínica electrónica; la
construcción de estadísticas fiables y comenzar a definir entre
el ministerio nacional y las provincias cuáles son las
cuestiones en las que no están dispuestos a tolerar disparidades
sanitarias.
Los ejemplos internacionales muestran que los sistemas
universales de salud son los que mejor pueden resolver estas
problemáticas. Sin embargo, una reforma de ese tipo debe chocar
con un conjunto heterogéneo y poderoso de intereses que incluyen
a laboratorios, empresas de medicina prepaga, sindica- tos,
corporaciones médicas, entre otros…
Por otro lado, los sectores de menores recursos son quienes en
menor medida realizan estudios y consultas médicas preventivas,
consultas odontológicas o consultas de salud mental. Como además
son los sectores con mayor carga de morbilidad, en muchos casos
se da la situación paradójica de que quienes más necesitan
utilizar los servicios son quienes menos lo hacen.
Las dificultades en el acceso se traducen en diagnósticos
tardíos, la falta de acceso a medicamentos en tiempo y forma,
los tiempos de espera para acceder a una cirugía, las
dificultades para acceder a algún tipo de tratamiento
oncológico… son todas formas en las que se manifiesta la
inequidad.
En relación con la infraestructura, se impulsó un plan de
fortalecimiento hospitalario, en el que se priorizaron los
servicios de emergencias y quirófanos.
Sin embargo, se ha estimado que, para recuperar y poner los
hospitales en condiciones, será necesario sostener la inversión
durante por los menos ocho años, lo cual subraya la importancia
de contar con programas de inversión permanente.
Esto es algo que no se comprende bien: la inversión en
infraestructura posee ecuaciones matemáticas que fijan la
renovación de infraestructura en un tiempo dado y que si no se
hace el deterioro afecta a todo el sistema. Los algoritmos de
atención de los pacientes se alteran.
Enfermedades vinculadas a la
pobreza
La desigualdad en la salud de los argentinos también se puede
comprobar con la distribución de las enfermedades que
típicamente se ensañan con la pobreza, como la tuberculosis o el
mal de Chagas.
En la Argentina se calcula que más de un millón y medio de
personas padecen este último, o sea, un 4% de la población. Este
es uno de los principales problemas de la salud pública en la
región chaqueña, ya que el insecto que la transmite habita en
áreas rurales de clima cálido y seco.
Además, anida en las casas con paredes sin revoques, techos de
paja y corrales o gallineros. La enfermedad se relaciona con las
condiciones de mantenimiento de las viviendas y pue- de llegar a
ser mortal. (3)
Entre las distintas provincias también se observan profundas
desigualdades en relación con la tuberculosis. Salta, Jujuy y
Formosa tienen tasas de 47,8, 47 y 39,2 por cada 100.000
habitantes, más del doble de la media nacional.
La forma de lograr un menor impacto con estos males es
aumentando la inversión en prevención. Es muy importante la
detección temprana y democratizar el acceso a la prevención:
eliminar la vivienda rancho o sea el acceso a la vivienda digna.
Impacto del Covid-19 en la
Argentina
Nuestro país tuvo una estrategia adecuada para la emergencia. Se
materializo a través de una cuarentena estricta y prematura,
cuando aún no había vacunas.
Se fortaleció el número de camas de internación sobre todo las
de UTI con el monopolio estatal de distribución de respiradores.
Esto redundo en una equitativa política en este aspecto. También
la población estuvo a la altura de los acontecimientos.
La llegada de vacunas y su inoculación prematuramente fue un
acierto de la conducción sanitaria, pese a los agoreros y
antivacunas, que sin fundamentos científicos se opusieron a la
estrategia, la oposición por la oposición misma. Las
manifestaciones en contra de la política sanitaria lindaron con
el ridículo y no hay que olvidarlas.
Impacto económico del Covid-19 en
Sudamérica
La región ha soportado el 28% del total de muertes por Covid-19
en el mundo, pese a que sus habitantes sólo representan el 8,4%
de la población mundial.
Desde el comienzo de la pandemia, el número de personas que
viven en la pobreza sigue siendo 14 millones mayor que en 2019.
Desde el comienzo de la pandemia, el número de personas que
viven en la pobreza extrema en América Latina y el Caribe ha
aumentado en 16 millones.
América Latina y el Caribe fue la región que experimentó el
descenso más drástico del empleo en 2020. Las mujeres, las
personas jóvenes y las personas que trabajan en el sector
informal han sido las más afectadas.
Casi el 60% de los niños que per- dieron un curso escolar
completo en el mundo estaban en Sudamérica. 44 millones de
personas pasaron a sufrir inseguridad alimentaria, de los cuales
21 millones se hallaban en situación de inseguridad alimentaria
severa. (4)
La pandemia agravada por la
desigualdad
La región de Sudamérica sigue siendo la más desigual del mundo.
En 2022, el 20% de las personas más ricas de la población
concentraba casi la mitad del total de ingresos, mientras que el
20% más pobre disponía de menos del 5% de ese total.
El 1% de las personas más ricas de la región concentra casi la
cuarta parte del total de ingresos.
Existe una relación entre los niveles de ingresos más altos, la
desigualdad y el impacto de la pandemia en términos de pérdida
de vidas. Los países más desiguales de la región (como Perú,
México, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay) tuvieron cifras muy
altas de muertes por Covid-19 por millón de habitantes.
En 2019, el 30% de los hogares de la región eran considerados
hogares hacinados. El 50% de los hogares de personas que vivían
en la pobreza tenían condiciones de hacinamiento.
Menos de un tercio de los hogares vulnerables tienen acceso a
una computadora en casa.
Respuestas de protección social y salud durante la pandemia
En 2019, sólo el 47,2% de las personas empleadas estaban
afiliadas o contribuían a sistemas de pensiones. Una de cada
cuatro personas de más de 65 años no percibía una pensión.
En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, las
medidas de protección de emergencia social adoptadas cubrían a
menos de dos tercios de la población.
Un total de 64 programas de transferencias monetarias se imple-
mentaron en 24 de los 33 países. Sin embargo, más de la mitad de
las intervenciones beneficiaron directamente a menos del 10% de
la población, y consistieron en transferencias de ingreso
inferiores al salario mínimo mensual.
En América Latina y el Caribe, el 30% de la población no tiene
acceso a atención de la salud pública gratuita debido a la falta
de cobertura de seguro de salud. Exceptuando Cuba, cuyo sistema
es de cobertura universal y gratuita.
Ningún país de la región de América Latina y el Caribe amplió el
seguro de salud o habilitó un seguro de emergencia durante la
pandemia.
Excepto la Argentina, Cuba y Uruguay, ningún otro país de la
región gasta el 6% de su Producto Interno Bruto (PIB) en salud
pública, cantidad ésta considerada mínima para asegurar la
atención de la salud universal establecida por la Organización
Panamericana de la Salud.
Además, la cobertura de salud en la Argentina es universal. (5)
Fiscalidad y desigualdad en
América Latina y el Caribe
Los países de América Latina y el Caribe recaudan menos
impuestos en porcentaje del PIB que los países con un nivel de
desarrollo semejante. Por término medio, la región sólo recauda
el 22% del PIB en impuestos, frente al 33% de los países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE).
En América Latina y el Caribe, la recaudación depende en gran
medida de los impuestos indirectos, como son los que gravan el
consumo, que afectan de forma desproporcionada a los sectores de
ingresos bajos y otros grupos que están sobrerrepresentados
entre las personas pobres. El sistema impositivo es de carácter
regresivo y castiga por igual a pobres y ricos: ejemplo el IVA.
(6)
En 2019, los países de la región recaudaron, por término medio,
el 46% de sus ingresos totales mediante impuestos indirectos,
frente a sólo un tercio de los impuestos directos.
La evasión fiscal en América Latina y el Caribe ha dado lugar a
la pérdida de cientos de miles de millones de dólares de
ingresos públicos. En 2018, los países de América Latina y el
Caribe perdieron aproximadamente 350.000 millones de dólares
estadounidenses, el 6,1% del PIB de la región. Esta cantidad
sería suficiente para cubrir los recursos mínimos destinados a
asegurar la salud universal en la región. (7)
Se calcula que los países de América Latina y el Caribe pierden
anualmente 40.100 millones de dólares estadounidenses debido a
fraude tributario de las empresas. Se calcula que con los
ingresos que se han perdido en los últimos 10 años, la región
podría haber garantizado el acceso a agua potable de 492.632
personas o haber impedido la muerte de 42.281 niños.
La propuesta es que pensemos distinto, que la fragmentación en
aumento nos conduce a un precipicio donde pierden todos.
Asimismo, la OMS visualiza los distintos actores que lo componen
al explicar que “sistema es el conjunto de todas las
actividades, oficiales o no, relacionadas con la prestación de
servicios de salud a una población determinada, que debe tener
acceso adecuado a la utilización de dichos servicios. Integrado
por todo el personal de la salud disponible, los procedimientos
de formación de este tipo de personal, las instalaciones
sanitarias, las asociaciones profesionales, los recursos
económicos que por cualquier motivo u origen se pongan al
servicio de la salud y el dispositivo oficial y no oficial
existente”.
Y añade que “todo este conjunto debe armonizarse en un sistema
homogéneo que permita utilizar los recursos habilitados para el
logro de la máxima satisfacción de los objetivos prefijados:
garantizar el derecho a la salud no sólo como un derecho humano
y universal, sino como un recurso para el desarrollo social,
económico e individual de una persona y de su comunidad”. (8)
REFERENCIAS
1) Despreciar la vida / Pablo Gentili / El País / setiembre de
2018.
2) El sistema de salud argentino /Dr. Mauricio Klajman.
3) Informe del INDEC/2020.
4) CEPAL/2020.
5) Conversaciones con la Dra. Liliana Chertkoff.
6) El Capital en el siglo XXI / Tomas Piketty / 2020.
7) Una breve historia de la igualdad / Tomas Piketty /2023.
8) ¿Cuánto vale una vida? /Didier Fassin/ Edit. Siglo XXI/2023.
| (*) Director Médico
Nacional Obra Social de Televisión |
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