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El aumento de los recursos para la salud no siempre produce un
mayor impacto sanitario porque necesitan organizarse para
resolver situaciones crónicas y agudas que necesitan de un
continuo seguimiento.
Existen 3 modelos para organizar la atención de los pacientes:
1. La centrada en el profesional como eje sobre el que pivotean
las decisiones. Es una modalidad cada vez más frecuente en la
medida en que se desarrollan los medios de comunicación. La
relación médica/paciente es débil.
2. La centrada en los recursos que se convierten en los
determinantes de la práctica asistencial a través de las
prescripciones de estudios diagnósticos. Ello hace a la
preocupación por la cantidad de consultas como expansión del
gasto que ellas producen. Un buen indicador de evaluación es
determinar la consulta vestida.
3. La ACP, como cambio cultural, considera la efectividad y la
autonomía del paciente como factores determinantes en la toma de
decisiones y es clave en cualquier sistema de atención
sanitaria. Su objetivo es mejorar los resultados, tanto
individuales como los de la población.
La ACP implica reconocer al paciente como centro del sistema
sanitario sobre el que debe girar la gestión de los servicios
médicos. Su propósito es el de establecer una relación
colaborativa entre profesionales, personas y familias con la
finalidad de garantizar que las decisiones respeten las
necesidades y preferencias del paciente, haciéndolo partícipe de
su atención.
Uno de los principios básicos de la ACP es que “los pacientes
saben mejor qué tan bien sus proveedores de salud satisfacen sus
necesidades” (Dr. James Rickert).
La evidencia señala que la aplicación de la ACP mejora los
resultados clínicos contribuye a mejorar la salud por medio de
cambios en los estilos de vida, disminuye el uso de los recursos
tecnológicos y el consumo de medicamentos, mejorando la
adherencia al tratamiento, despierta una conciencia hacia el
autocuidado y contribuye a una cultura de educación para la
salud.
En definitiva, mejora la calidad de la atención haciendo posible
reducir la variabilidad de la práctica médica con el propósito
de reducir las desigualdades a través de la implementación de
líneas de cuidado para las enfermedades de mayor frecuencia.
La ACP reconoce cinco grandes dimensiones: 1) La perspectiva
psicosocial que considera la intervención de factores
biológicos, sociales y psicológicos; 2) El paciente como persona
para comprender la experiencia que el enfermo tiene sobre su
enfermedad; 3) Las responsabilidades igualitarias del médico y
del paciente; 4) La alianza terapéutica; 5) La actitud del
médico que no debe restringir el comportamiento del paciente.
Los componentes de la ACP están alineados con los objetivos de
calidad en una consulta:
1. Exploración de la enfermedad y de las experiencias del
enfermo.
2. Comprensión integral de la persona como un todo.
3. Definición del problema y de las prioridades.
4. Promoción de la prevención y el autocuidado.
5. Relación médico/paciente exitosa basada en una verdadera
comunicación y no en un simple intercambio de información, toda
vez que los pacientes necesitan saber que el médico ha entendido
su problema.
Las razones que fundamentan la aplicación del modelo de ACP son
muy importantes porque: 1) Aumenta la satisfacción tanto del
paciente como la del médico; 2) Reduce los litigios por mala
praxis; 3) Reduce la utilización de exámenes complementario; 4)
Mejora la recuperación del paciente y su salud emocional; 5)
Lleva el mismo tiempo que la consulta habitual; 6) Mejora la
adherencia al tratamiento.
Los factores que obstaculizan o contribuyen al desarrollo de
esta modalidad constituyen el centro de intervención en la
gestión de la atención ambulatoria y en consecuencia la calidad
de la atención:
1. El ámbito en que se desarrolla la consulta, que debe ser
confortable y garantizar la privacidad.
2. El tiempo de la consulta que debe ser programado y
suficiente.
3. La atención brindada por distintos médicos afecta el
seguimiento y aumenta el número de prescripciones.
4. La personalidad y el lenguaje del médico que debe ser
comprensible y amigable.
5. El uso desmedido de la tecnología.
6. La súper especialización que si bien brinda prestigio y
reconocimiento económico compromete la integralidad del examen
clínico.
Los factores que condicionan su desarrollo están vinculados a:
1. La capacidad clínica del profesional, lo que supone algún
tipo de selección, sin que ello obstaculice la libre elección.
2. El grado de fragmentación del sistema cuando prevalece una
suerte de jerarquía definida como niveles de complejidad.
3. El valor del honorario profesional, en función de la hora
médica.
En nuestro medio el valor de la hora médica tiene alguna
referencia en algunas jurisdicciones, pero fundamentalmente se
trata de un valor de contratación en tanto que para las demás
actividades se resuelve por nomencladores que no tienen en
cuenta el valor de la hora médica sino de la capacidad de
imponer y acordar aranceles.
En cambio, Shiao, economista de Harvard, estudió el valor de la
hora médica en las distintas especialidades encontrando grandes
diferencias entre las clínicas y algunas de la quirúrgicas, en
particular traumatología y neurocirugía. Con el propósito de
reducir las diferencias estableció un polinomio para su cálculo
que incluía ciertas variables como la edad, la frecuencia, el
tiempo de la práctica, nivel de entrenamiento, habilidades
particulares entre otras variables
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