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El taller internacional para líderes de la salud que se llevó a
cabo en el solemne edificio del Harris Manchester College
fundado en 1786 en Oxford, Reino Unido, fue un encuentro
importante que reunió a médicos, directivos de prepagas, obras
sociales e institutos de previsión social, funcionarios y ex
funcionarios de la Argentina, el Reino Unido y otros países de
América Latina.
El propósito de este taller fue escuchar a especialistas
británicos y analizar como los países desarrollados abordan los
desafíos relacionados con el acceso a la salud en un mundo donde
la esperanza de vida aumenta, la tecnología médica y los
medicamentos de alto costo generan presión en los presupuestos
públicos y privados, y la pandemia agotó a millones de
profesionales de la salud.
La elección de Oxford como sede no fue accidental. En estas
tierras británicas, la asignación de recursos para la salud es
motivo de obsesión. Además, fue en esta misma ciudad, apenas a
80 kilómetros de Londres, donde se gestó en tiempo récord en
2020 una de las vacunas más prominentes contra el Covid-19: la
Oxford-AstraZeneca.
Este evento de alto calibre proporcionó un escenario propicio
para la reflexión profunda y el intercambio de ideas sobre cómo
enfrentar los desafíos del cuidado de la salud en el siglo XXI,
dejando una huella indeleble en la búsqueda de soluciones
efectivas en América Latina y más allá.
Primer dato para tener en cuenta para determinar el punto de
partida: sobre aproximadamente 200 naciones en el mundo, nada
menos que unas 160 no tienen sistema nacional de salud
formalmente organizado y el gasto en este rubro es
principalmente out of pocket, es decir, aquel que los pacientes
pagan directamente de su bolsillo, algo que crea enormes
inequidades entre los países, a la hora de acceder a los
servicios.
El concepto varía según el país, en la Argentina, podría ser
considerado así lo que pagan los socios directos de las
prepagas, aunque sean parte del sistema de salud. Con el riesgo
de hoy, del mismo planteo en la Argentina, por parte de ciertas
asociaciones médicas.
En cambio, en lugares como Inglaterra, donde hay un servicio
nacional de salud, prácticamente lo único extra que gasta la
población es en prácticas y tratamientos no incluidos en la
cobertura básica.
Esta discrepancia plantea serios interrogantes sobre la equidad
en la atención médica global. Mientras algunos disfrutan de un
acceso casi ilimitado a servicios médicos de calidad sin temor a
las facturas abrumadoras, otros se ven obligados a tomar
decisiones difíciles debido a los altos costos asociados con
atención médica.
La necesidad de abordar estas desigualdades a nivel mundial es
apremiante. No sólo es una cuestión de justicia social, sino que
también tiene implicaciones profundas en la salud pública global
y la calidad de vida de las personas.
En un mundo cada vez más interconectado, es imperativo que los
líderes y las naciones trabajen juntos para garantizar que el
acceso a la atención médica sea un derecho universal y no un
privilegio limitado por fronteras y sistemas de salud dispares.
Bernard Crump, distinguido médico clínico y ex directivo del
servicio nacional de salud de Inglaterra (NHS), así como
director del prestigioso seminario, hizo referencia a un estudio
de alcance global realizado en 2019, un análisis que, si bien
predata la actual pandemia, arroja luces esclarecedoras sobre la
situación de la salud a nivel mundial.

Según este estudio, durante el período
comprendido entre 1995 y 2016, el gasto promedio en salud
experimentó un crecimiento anual del 4% a nivel global. Sin
embargo, la disparidad entre países fue notoria, con un
incremento mucho más acentuado en naciones de altos ingresos, y
de forma más moderada en aquellas de ingresos medios, categoría
en la que se encuentra la Argentina.
Para ponerlo en perspectiva, en 2016, más del 8% del producto
bruto mundial se destinó a gastos de salud, pero el 81% de esta
inversión recayó en países de altos ingresos, mientras que los
países de ingresos medios obtuvieron un 18,6%, y los de bajos
ingresos apenas el 0,4%.
Este estudio también proporcionó proyecciones para el año 2050,
señalando que el gasto global en salud ascenderá a la asombrosa
cifra de 15 billones de dólares a precios constantes, sin
considerar la inflación. A pesar de este aumento, se prevé que
la tasa de crecimiento sea más modesta en la mayoría de los
países y, lamentablemente, las disparidades persistirán.
En el contexto de América Latina, las proyecciones indican un
incremento cercano al 50% en los presupuestos de salud estatales
y un aumento del 33% en los gastos privados de los pacientes
(conocidos como “out of pocket”). Por lo contrario, en los
países de altos ingresos, se espera que los valores alcancen el
80% y el 12,6%, respectivamente.
En resumen, este estudio arroja luz sobre la creciente
importancia de abordar las desigualdades en el gasto en salud a
nivel global y subraya la necesidad de políticas equitativas que
garanticen el acceso a una atención médica adecuada en todas
partes del mundo.
El sistema de salud argentino enfrenta desafíos significativos,
y la discusión sobre su futuro continúa siendo un tema candente
en la arena política y pública. Pero si bien es necesario
repensar el sistema de salud para mejorar su equidad, cobertura
y accesibilidad, tarea en la que se embarcaron varios países,
algunos con cambios drásticos, como los Países Bajos o Singapur,
hoy parece un desafío demasiado lejano para la Argentina, donde
el “largo plazo” no va más allá de los 90 días y donde debemos
ver como la salud se convierte en tema de agenda o sigue
supeditada al funcionamiento de su propia dinámica.
Una dinámica cada vez más problemática para su subsistencia en
virtud de la falta de organismos de control, eficientes y
probos, o de agencias de evaluaciones sanitarias que arrojen luz
en situaciones complejas, comprometidas, donde la justicia
enfrenta sus propios desafíos de probidad.
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