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Introducción
No cabe duda alguna de que la salud es un derecho humano
fundamental de primer orden, reconocido como tal en nuestra
Carta Magna y en el plexo normativo internacional. El mismo lo
establece como uno de los cimientos que dan base para garantizar
el bienestar y la calidad de vida de la población.
Pero que reconozcamos que la salud es un derecho de tal magnitud
no significa que no debamos cuantificar y cualificar los
recursos que se necesitan para garantizarlo.
Y a partir de allí surgen definiciones sobre las fuentes de su
financiamiento, la eficacia del gasto y la capacidad de gestión
de esos recursos. Todo esto con el propósito de lograr la
sustentabilidad del sistema sea este público o privado.
Financiamiento de las Obras
Sociales
Hay varios hechos relacionados con el financiamiento que
actualmente inciden negativamente en la sustentabilidad del
sistema de las obras sociales, entre ellos podemos mencionar:
El tener como
fuente casi exclusiva las cotizaciones sobre las remuneraciones
aportadas por el trabajador y el empleador.
Esta característica organizacional permite una alianza entre el
mundo del trabajo y la cobertura sanitaria de la fuerza laboral
y su familia. Por lo tanto, los vaivenes en el espacio de la
estructura del empleo impactan directamente en el sistema. Esto
sumado al incesante aumento de los costos en las prestaciones
médicas forman un peligroso marco de inestabilidad.
Por lo expuesto sería interesante explorar otras alternativas
como por ejemplo seguros y ordenamiento de actuales partidas
presupuestarias de la Nación hoy mal direccionadas ej. las
destinadas a educación y/o transporte.
Las
prestaciones que constantemente son legisladas como obligatorias
e incluidas dentro del Programa Médico Obligatorio, en adelante
PMO, sin asignación de fuentes de financiamiento.
El Programa médico obligatorio (PMO) se encuentra establecido en
el Decreto N° 492/95, y constituye la canasta básica de
prestaciones obligatorias para todas las obras sociales.
Con el correr de los años se les fue sumando distintas
patologías que han sido incluidas en las prestaciones
obligatorias mediante leyes especiales, ampliando la cobertura y
consecuentemente el gasto prestacional, pero sin especificar el
origen de su financiamiento.
La judicialización
El notable y constante aumento consecuencia de acciones de
amparo cuando las redes prestacionales de atención a la salud
rechazaban el otorgamiento de dichas prestaciones.
Las consecuencias de la judicialización sin el asesoramiento de
cuadros médicos solo incluyen presiones financieras en el
sistema de salud y también contribuyen a generar desigualdades
en el acceso a la atención médica.
De esta forma el Poder Judicial se convierte en un poder
decisivo más de las políticas sanitarias a través de sus
decisorios.
La carga impositiva es otro de los claros sobrecostos del
sistema provocando el desvió de los recursos hacia otros fines
de los establecidos en la normativa de su creación (asistencia
medico asistencial a sus beneficiarios). El impuesto a los
débitos y créditos bancarios, ingresos brutos, IVA son no solo
distorsivos sino también discriminatorio máxime en las
organizaciones dependientes de la seguridad social.
Por ejemplo, el impuesto a los débitos y créditos bancarios,
impuesto al valor agregado sobre medicamentos importados,
material descartable y cuotas de los planes de afiliados que
voluntariamente acceden al sistema, son algunos de los
gravámenes que distorsionan la finalidad de las cotizaciones que
ingresan los afiliados para hacer frente a las distintas
contingencias de origen patológico.
La salud no debería estar gravada con impuestos de índole
alguna, ya que se considera que la prestación médica asistencial
no debe ni puede asimilarse al consumo comercial común.
Solidaridad del sistema Derecho
individual vs. Derecho colectivo
Las consecuencias de algunos de los ítems mencionados no solo
incluyen presiones financieras en el sistema de salud, sino que
también contribuyen a desigualdades en el acceso a la atención
médica.
Se plantea la compleja cuestión del derecho individual frente al
derecho colectivo del resto de la población beneficiaria, que ve
disminuido los recursos del prestador de salud al tener que
afrontar gastos que podrían considerarse fuera del alcance
contractual.
Esto está íntimamente ligado a la solidaridad del sector de la
seguridad social, pero el punto radica en hasta donde es justo
que se acceda a todas las prestaciones que se requieren si el
sistema está siendo desfinanciado y con el acceso de unos pocos,
muchos se ven perjudicados.
Si bien es cierto que la solidaridad es un principio fundamental
que implica que los que pueden contribuir más financien el
sistema para que todos tengan acceso a servicios y prestaciones
esenciales, la sostenibilidad financiera del sistema puede verse
afectada si no se gestionan adecuadamente las demandas y los
recursos disponibles
En línea con ello es crucial administrar eficientemente los
recursos. La relación entre la solidaridad y la equidad en el
acceso a prestaciones es un tema complejo y ético.
Desafío actual
El gran desafío actual del sistema de salud en la Argentina es
garantizar su sostenibilidad financiera conciliando la
protección de los derechos fundamentales de los individuos con
la necesidad de asignar recursos de manera eficaz y equitativa
evitando el gasto innecesario.
En este sentido, se requiere un diálogo continuo entre
profesionales de la salud, prestadores y financiadores con los
tres poderes del Estado para encontrar soluciones equitativas y
sostenibles que permitan la implementación de medidas en forma
conjunta para el funcionamiento del sistema.
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