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Estamos una
vez más ante la disyuntiva de si se
va a patear el tablero o se va a
construir sobre lo realizado,
expuestos ante la permanente crisis
de la Salud, y frente a la
incertidumbre que plantea una
conducción con distinto signo
político y filosófico.
Durante la pandemia, desde CEMPRA,
como coordinador de la Comisión de
Asuntos Legales, y Avalian,
elaboramos algunas propuestas para
la reforma del sistema de salud.
Trabajamos sobre la base de tres
principios rectores.
El primero de ellos era el de la
sustentabilidad, que necesariamente
implicaba una reconfiguración de
unas cuantas variables del mercado.
El segundo procuraba la
escalabilidad de las reformas, esto
es su materialización en el corto
plazo, pro- curando al mismo tiempo
ser herramientas que permitan el
desarrollo de otras reformas de
mayor envergadura o sean
modificatorias algunos paradigmas
del Sistema. El tercero, tenía que
ver con que se encuentren
comprendidos todos los sectores del
Sistema, bajo la premisa de que no
son viables las reformas que
involucran solamente a algunos
actores.
Sucintamente, aquellas propuestas
abarcaban algunas reformas
sustanciales, como la creación de un
fondo para el alto costo con las
premisas de universalidad y
escalabilidad, mediante la adhesión
de las distintas jurisdicciones; y
la reforma del IVA, con sus
distintas variables. Respecto del
fondo, la propuesta solamente
abarcaba la posibilidad de sumar
distintos actores (Estado Nacional y
Provincial, EMP, Institutos de OOSS)
a un sistema vigente, aportando
financiación mediante una cotización
previa, sin analizar los alcances de
la cobertura, ni su perfil, ni
tampoco la ardua discusión acerca de
qué prestaciones o patologías
deberían cubrirse.
A su vez, se analizaron reformas
menos pretensiosas, pero más
operativas, como ser la
instrumentación de los Planes de
Cobertura Parcial, y con las
herramientas de un Nomenclador y un
Padrón Único, diseñar la
articulación de coberturas
integrales y parciales, de acuerdo
con la capacidad contributiva de
cada individuo, en procura de evitar
los subsidios cruzados, mejorar la
accesibilidad y zanjar la
segmentación y la fragmentación del
Sistema.
Subyace en todas ellas, sin embargo,
la imagen empoderada post pandemia
de un Ministerio de Salud Nacional
que a fuerza de consensos con las
provincias puede avanzar hacia estos
objetivos.
El escenario actual y el inminente,
se configura de manera diferente, en
lo que bien podría constituir un
cambio de paradigma.
Desde hace algunas semanas viene
resonando en el sector el concepto
de la desregulación como única
respuesta a los problemas que lo
aquejan.
Sobre el particular, y puntualmente
en lo que concierne a la
desregulación de los precios de la
EMP, cabe adelantar que su
instrumentación es acertada. Razones
jurídicas y económicas lo avalan.
Jurídicamente, la propia redacción
de la Ley establece un procedimiento
individual y un mecanismo de
presentaciones y notificaciones que
distan de aquellos previstos para
los mercados expresamente regulados.
La Medicina Prepaga es la única
actividad privada regulada de hecho
para controlar la inflación, pese a
su baja incidencia en sus variables.
Por otro lado, desde el punto de
vista económico no es un servicio
público o esencial de aquellos que
generan una posición monopólica u
oligopólica en el mercado, ni es una
actividad con excesivas barreras
para el ingreso, lo que justificaría
una regulación de precios.
Ahora bien, como vimos, la mal
denominada desregulación de precios
ha generado una inercia sobre
algunos aspectos sobre los que
corresponde detenerse. El primero de
ellos, tiene que ver con la
interrelación de las EMP con el
Sector Prestador -vínculo hoy
particularmente resentido- y que fue
ilegalmente alcanzado por la
regulación (normativa y de precios),
excediendo las competencias de la
autoridad de control. Ciertamente,
la práctica habrá generado una
inercia cuyos efectos se verán a
poco que se liberen los precios,
pero cuya magnitud es difícil de
vislumbrar frente a las distintas
situaciones de los prestadores según
su ubicación geográfica, y la de los
colegios médicos.
En segundo lugar, preocupa la
eventual concentración del mercado,
y la canibalización de los precios.
Sin dudas, en función del alcance
que contenga la desregulación de
precios, es posible que haga falta
una capa regulatoria – normativa –
referida a las intervenciones que
preparen el terreno para un mercado
desregulado. A modo de ejemplo, el
Sistema de Salud de Brasil establece
mecanismos específicos para los
casos de fusión o absorción de las
entidades que brindan coberturas
privadas, desde la perspectiva de
los usuarios.
Probablemente, se articulen
mecanismos de autoregulación a
través de la concertación de las
entidades en las cámaras del sector,
en los que además de los precios se
discuta también el traslado a los
prestadores. El mercado de las
aseguradoras de riesgos del trabajo
(ART) es un posible ejemplo de ello.
En el mismo sentido, debe traerse a
colación el efectivo alcance de la
desregulación acerca de si
involucrará solamente a las cuotas
de la EMP, o abarcará algunas otras
modalidades como productos y otros
controles de la SSSalud. Más aún,
cabe preguntarse si habrá de
regularse la Cobertura Universal
para el Sistema Público.
Es posible que asistamos a un salto
de paradigma, en cuya complejidad se
debaten dos modelos de Estado.
Brevemente hemos querido compartir
la visión y las inquietudes que hoy
tenemos como operadores del Sistema
de Salud. Desde las empresas que
conformamos CEMPRA con- fiamos en
tener la posibilidad de dar nuestra
visión federal y contribuir a que se
puedan realizar algunos pequeños
ajustes en el Sistema, como los que
describimos, y bregamos por la
instauración del concepto de la
escalabilidad en cada una de las
políticas que se instrumenten.
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(*)
Gerente de Asuntos Legales y
Relaciones Institucionales -
Avalian Cobertura Médica-
Miembro de la Cámara de
Entidades de Medicina
Privada (CEMPRA). |
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