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Hacer pronósticos económicos en la Argentina es una tarea
prácticamente imposible. Cuando parece que una idea está clara,
siempre surgen desvíos que hace que los resultados sean
distantes del objetivo deseado. Sin embargo, y aunque sea una
paradoja, siempre ante cada cambio de políticas o nuevas
reglamentaciones se escuchan declaraciones sobre próximas
catástrofes y colapsos del sistema.
Cierto es, que todos los caminos económicos elegidos en los
últimos 40 años han terminado en crisis. Por lo tanto, apostar
por la crisis, parecer ser, más allá del rumbo elegido por el
gobierno de turno, lo más sencillo y se cuenta con las más
amplias probabilidades de acierto. Es prácticamente infalible.
De todos modos, apostar por una crisis, simplemente y sin
precisiones, no es pronosticar nada en términos económicos. Se
podrá capitalizar algún rédito político, pero se pierden miles
de oportunidades en el camino que dan continuidad económica día
a día.
Es decir, aun partiendo de la premisa más pesimista posible,
para garantizar la supervivencia de las organizaciones será
necesario armar pronósticos y trabajar con decisiones económicas
desde la meso gestión que se adapten a los cambios de la macro
gestión del país.
Impacto económico en el sector salud
Luego de la introducción sobre la dificultad de los pronósticos
de la economía en la Argentina, realizar un análisis particular
del impacto económico sobre el sector salud, es interesante ya
que tiene diversas aristas para explorar y consecuentemente se
generan diversos escenarios.
Por un lado, es necesario pensar si la inversión de capital será
factible o será conveniente en el sector. O pensada de otro
modo, si habrá nuevos prestadores o financiadores que decidan
entrar al mercado de la salud.
Aunque los pronósticos son de contracción económica general para
el 2024 - 2025, dar una respuesta contundente por el no, sería
no comprender la inmensidad del país como así también tomar una
posición de conocimiento tan absoluto como absurdo.
Lo más sensato es pensar en algunas preguntas para armar el
escenario, las cuales serían ¿La libre competencia entre obras
sociales y prepagas son condición suficiente para que sea un
mercado atractivo de inversión? ¿La concentración de afiliados
al sistema prepago actual permite la entrada de nuevos
competidores? ¿Es viable más prestadores privados?
Otro punto sobre inversión es sobre la importancia de renovación
tecnológica ¿Es posible y/o conveniente en estos momentos las
inversiones en equipamiento? ¿Una dolarización será conveniente
para importar y/o desarrollar tecnologías?
Otro tema necesario en el cual trabajar sobre el impacto es la
demanda en salud. Las crisis económicas repercuten con la baja
del empleo formal y los salarios, mientras que el crecimiento
económico, por el contrario, generan empleo y elevan los
salarios. O al menos eso dice la economía clásica.
Lo cierto es que el empleo formal en la Argentina no es elástico
a las crisis o bonanzas, es decir, no suben o bajan en misma
proporción, fundamentalmente por la existencia de un mercado
precario de empleo informal que en términos de cantidad de
empleados es prácticamente igual al mercado formal.
Además, se suma la caída sostenida, desde hace más de 7 años,
del salario. En este escenario, es importante preguntarse hasta
cuándo seguirá la caída con el impacto en las obras sociales o
qué rol tomaran los gremios con las nuevas normativas en el
sector.
También será importante analizar cuánta gente se mantendrá en el
sistema prepago y, en el otro extremo, cuánta gente podrá
absorber un sistema público, ya prácticamente saturado.
Por supuesto, a esto se le suma la complejidad habitual de
pensar en escenarios preparados para población cada vez más
longeva, con patologías sistémicas y la posible aparición de
brotes, epidemias o pandemias de diversos tipos.
También hay que analizar el impacto sobre los costos. El IPC no
refleja la realidad de los prestadores. El mercado de
medicamentos y el de insumos han perdido referencia con el
sistema de importación a crédito. Sin saber cuánto se paga por
la importación, los precios de noviembre, diciembre e incluso
enero has sido desproporcionados con la inflación, con aumentos
que han llegado al 1.600% anual (contra 200% de la inflación
aproximada).
Además, hay que sumarle los nuevos costos de los servicios (luz
o gas) y el aumento en los combustibles. La primera pregunta
para este escenario de costos será ¿Las medidas de contracción
económica alcanzarán para frenar la inflación? ¿A qué medidas
deberíamos estar atentos para entender cómo se acelera o frena?
¿Las importaciones se regularizan con el nuevo régimen?
Finalmente, y solo a causa del espacio de la columna ya que son
varios los temas, un tema que no puede quedar afuera del
análisis es el recurso humano. Hoy las condiciones son muy
complejas. Los salarios, las extensas jornadas y la precariedad
en algunos de los contratos se refleja en la falta de
profesionales, incluso en grandes centros urbanos y no solo en
el interior de las provincias.
Las guardias en especialidades como terapia intensiva, salud
mental o clínica médica no son cubiertas. Incluso muchos cargos
fijos en instituciones privadas o cargos de plantas en
instituciones públicas quedan desiertos por las condiciones. Ya
no alcanza con los incentivos tradicionales o la estabilidad
laboral. Este tema no puede quedar fuera del análisis de impacto
económico sobre el mercado de la salud.
Para concluir, la economía será difícil de pronosticar para los
próximos años (como lo fue durante, al menos los últimos 40
años). Deberemos trabajar con diversos escenarios y con las
preguntas adecuadas para las diversas variables. Hay que estar
muy atentos a los cambios en las normas y diversos mercados, ya
no alcanza con mirar únicamente el mercado de la salud.
En definitiva, pronosticar crisis o fines de ciclos no es un
trabajo interesante, sino hacer que las instituciones funcionen
en medio de estos escenarios es el verdadero desafío.
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