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En la Argentina, los recursos humanos en salud enfrentan serios
problemas desde hace tiempo, agravados luego de la pandemia. La
distribución geográfica desigual dificulta el acceso equitativo
a la atención médica.
La escasez de especialistas clave, como cuidados críticos y
atención primaria, agudiza esta disparidad. La falta de
cobertura de vacantes en programas de residencia perpetúa la
carencia de personal en esas especialidades claves. La
fragmentación de subsectores y la baja remuneración,
especialmente en especialidades de primera línea, como la
atención primaria, son preocupaciones adicionales. La
sobreespecialización agrava la inequidad en la distribución de
recursos. Estos desbalances persisten a pesar de asignar
aproximadamente el 10% del PBI al sector de salud.
Las primeras medidas del nuevo gobierno tienen su capítulo
sanitario. La que logró ver la luz fue la desregulación con la
admisión completa de las empresas de medicina prepaga al sistema
de seguridad social, que refleja una estrategia que, aunque
busca ampliar el acceso a la atención médica, no modifica los
problemas subyacentes del sistema de salud en relación con el
capital humano.
Al permitir la entrada de prepagas al sistema, se espera una
mayor competencia y una potencial mejora en la calidad de los
servicios. Sin embargo, esta medida no atiende la desigualdad en
la distribución geográfica de recursos humanos ni la escasez de
especialidades clave como cuidados críticos y atención primaria.
Tampoco se mejora el pago de los profesionales, ya que, aunque
los honorarios puedan ser ligeramente mayores en las empresas de
medicina prepaga, la masa de afiliados no necesariamente
aumentará, incluso algunos predicen por aumento de las cuotas
disminuirían.
Los trabajadores cuyos aportes obligatorios son suficientes para
pagar los valores requeridos por la medicina prepaga ya tomaron
esa opción. Además, es posible que algunos que no alcancen los
nuevos valores vuelvan al sistema de seguridad social sindical.
Por otra parte, la desaparición de la tercerización no
modificará las condiciones para afiliados o profesionales, ya
que es poco probable que el ahorro empresarial se traduzca en
una reducción de cuotas o un aumento de honorarios.
Por otra parte, las propuestas presentadas en la Ley Ómnibus,
que abarcaban aspectos relacionados con la educación y
regulación del ejercicio médico, tampoco parecen ofrecer
soluciones concretas para fortalecer el capital humano en el
sector de la salud.
Las modificaciones propuestas en la educación no parecen
dirigirse específicamente a mejorar la formación de
profesionales de la salud en grado, ni a abordar la necesidad de
especialidades faltantes mediante intervenciones en el modelo de
postgrado.
Un enfoque de cambios tan radicales como los propuestos bien
podría haber introducido medidas como la residencia obligatoria
y la necesidad de una formación especializada para la atención
de pacientes.
Elementos que no implican gasto adicional, ya que hoy en día se
financian más cargos de residencia que el número de graduados
médicos anuales, y redundan en una mejora en la calidad de
atención, como prueban las experiencias en otros países.
En cuanto al ejercicio profesional, solo se han planteado
cambios en la prescripción de medicamentos relacionados con la
ley de ejercicio de la medicina, los cuales podrían contribuir a
mejorar la calidad de atención y la seguridad del paciente, pero
no influyen en las condiciones del capital humano en salud.
En síntesis, las medidas propuestas promueven modificaciones
marginales en el sistema de salud en general, y en el capital
humano en salud en particular. Es necesario un enfoque más
integral que aborde la necesidad de incentivar la formación y
retención de profesionales en áreas críticas de la salud.
Abordar estas problemáticas requiere políticas que promuevan una
distribución equitativa de recursos, incentivos para
especialidades clave y una mejora en las condiciones laborales y
salariales para el personal sanitario.
Dado el carácter federal de la salud, cualquier solución a estos
problemas debe venir de la mano de acuerdos con las provincias,
lo que parece lejos de la agenda oficial.
La imperiosa necesidad de reforma que define el mandato de esta
nueva administración podría encontrar dificultades si al perder
de vista los detalles, las reformas descuidan aspectos
cruciales.
Es importancia mantener la calma y la precisión, incluso en
momentos de urgencia. La prisa excesiva puede conducir a errores
graves y pasos en falso, que podrían socavar los objetivos
mismos que se buscan alcanzar con celeridad. A veces el mercado
solo no resuelve todo
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