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El encuentro entre un paciente y un médico es el acto más
antiguo para resolver problemas de salud a través de la
consulta. Ella representa un proceso complejo, centrado en la
relación médico-paciente y es el elemento clave en la atención
ambulatoria. En ella el médico explora a nivel objetivo y
subjetivo un malestar, un síntoma, haciendo uso de sus
conocimientos.
En este proceso pueden distinguirse tres comportamientos. Uno
centrado en el profesional como eje en el que prevalecen las
decisiones. Otro es el centrado en los recursos, los que se
convierten en los determinantes de la práctica asistencial y del
gasto y un tercero es el centrado en el paciente en el que el
médico para decidir los medios diagnósticos a prescribir debe
agudizar su espíritu clínico, realizar un examen semiológico
minucioso y una anamnesis prolija en un diálogo de estrecha
relación en el que debe tomarse un tiempo suficiente para
escuchar.
La consulta con el apoyo suficiente y oportuno de los estudios
complementarios de diagnóstico es el eje por el que transcurre
el proceso de la atención ambulatoria. Su fracaso suele saturar
los servicios de emergencia al que acuden los pacientes en busca
de una rápida resolución a su malestar.
La tradicional organización de los hospitales centrado en las
especialidades y en la internación, no cuenta con una
departamentalización que favorezca el desarrollo de la atención
ambulatoria integrando sus componentes.
Tampoco contempla cargos o puestos de trabajo asignados
específicamente a la atención ambulatoria, sino que ellos están
en la internación. A su vez la modalidad de retribución no pres-
ta suficiente incentivo para su desarrollo, toda vez que
privilegia, la cantidad de horas, pero no la productividad.
Los servicios de atención ambulatoria periféricos y externos al
hospital pueden ser una alternativa que favorezca la atención
ambulatoria siempre que cuente con servicios de diagnóstico
suficientes y oportunos y los profesionales cuenten con
incentivos según resultados, al lograr una clientela asidua y
constante en vez de una ocasional.
En el proceso de atención ambulatoria el paciente es el sujeto
de atención con ejes centrados en la calidad y en una atención
segura. A tal efecto deben cumplirse los siguientes objetivos de
atención:
Establecer
circuitos claros y precisos que permitan el acceso y el
seguimiento de los pacientes.
Establecer
indicadores de procesos y de resultados en función de metas
predefinidas.
Contar con información para la
identificación de problemas que sirvan a la mejora continua.
Gerenciar la atención ambulatoria significa conseguir objetivos
y metas de salud por intermedio de la simple y fundamental
práctica de la consulta, para desarrollar mecanismos que señalen
el camino hacia la calidad en términos de accesibilidad y
oportunidad de la atención.
En la práctica se observan defectos en la organización de los
consultorios públicos y a veces en los privados. Desde el punto
de vista de la estructura necesitan comodidades para vestidores.
Que no necesariamente deben integrar la planta. Algunas
especialidades deben contar con sanitarios como en el caso de
urología y ginecología. La distribución por especialidades
afines mejora la utilización de las instalaciones. No obstante,
debido a la demanda o las características de los pacientes
pueden tener desarrollos por separado de las baterías
centralizadas, como en el caso de pediatría y salud mental.
Se debe contar con área de enfermería en condiciones de dar
apoyo a los consultorios a la vez que desempeñar actividades
propias ya que pueden tener un rol relevante en los programas
preventivos y en la consulta pos médica necesaria en cierto tipo
de población.
El área de recepción e inscripción debe contar con personal
entrenado y suficientemente informado para dar respuesta y
orientar los eventuales requerimientos de los usuarios. Los pro-
gramas de turnos para la consulta suelen ser muy apreciados por
los pacientes especialmente aquéllos que puedan reservar
citaciones para los estudios diagnósticos, en cuyo caso deberá
contar con los instructivos para una eventual preparación
previa.
El turno de consulta debe estar facilitado por los medios de
comunicación, en un plazo no mayor a 7 días con el propósito de
dar continuidad a la atención con el profesional tratante, salvo
que el paciente o la emergencia obliguen al cambio. Es
conveniente evitar las citas múltiples, a lo sumo conceder dos
especialidades evitando las cercanías horarias por ser esta una
causa de ausentismo. Un aspecto que hace a la calidad es la
administración de la agenda de citaciones por parte del médico
ya que favorece la personalización de la atención médico
paciente.
La opinión de los pacientes por el servicio recibido es
fundamental en la evaluación de la calidad de la consulta según
distintas dimensiones:
El conocimiento
médico vinculado a las posibilidades que se asignan en materia
de curación.
El entorno:
limpieza, señalización, acceso fácil, entre otras.
Sistema de
turnos, esperas y citaciones.
Interés del
médico y personal no médico en resolver el problema del
paciente, tiempo dedicado, satisfacción de necesidades
emocionales, amabilidad y cortesía de los recepcionistas,
capacidad de asesoramiento.
Los problemas que con mayor frecuencia se observan en la
organización de los consultorios son dos. Uno de ellos es el
porcentaje de utilización y el otro es el cumplimiento horario
de los profesionales. Una manera de resolverlo sin que se
ocasionen rispideces y que obliguen al médico a cumplirlos, es
que él elija un horario dentro de la oferta de locales, con una
concurrencia de tres o dos veces por semana según fuera la
especialidad. A tal efecto los locales deben contar con una
distribución según bandas horarias.
En la planificación de la organización de un sistema de
consultas hay que tener en cuenta los siguientes aspectos. En
primer término, conocer la demanda para dar una respuesta
oportuna y suficiente y con apoyo de pruebas diagnósticas ya que
en su defecto el paciente se orientará a los servicios de
emergencia. El otro aspecto a considerar es el de la
construcción de un sistema de turnos eficiente y flexible tanto
para el profesional cómo para el paciente a cuyo efecto debe
estimarse el tiempo que insume la consulta.
El tiempo de la consulta es un determinante de la calidad de la
misma en orden a los siguientes criterios:
El técnico o
sea el uso adecuado del conocimiento.
El
interpersonal que reduce el estrés del paciente.
El económico
determinado por el uso racional de los recursos.
Los estudios realizados sobre el tiempo de la consulta señalan
una gran variedad. En EE. UU. se recopiló información sobre más
de 46.000 consultas con un tiempo promedio de 16 a 20 minutos,
para el médico general. En España existe una amplia variedad,
por ejemplo 10 minutos en Madrid y 20 minutos en Zaragoza. En
Rusia está reglamentada en 10 minutos detallando su composición
en saludo, examen y registro. En Canadá, según fuera la
modalidad de retribución la duración varía, de 10 a 15 minutos
en el pago por consulta y entre 20 y 40 minutos en el caso del
salario, lo que se explica porque el profesional tiende a
maximizar la unidad de pago.
En las unidades desagregadas como en el pago por consulta tiende
a aumentase la frecuencia; en el salario aumentan las horas con
baja productividad y en la cápita evitar la selección adversa, o
sea tener una población sana. En definitiva y en consonancia con
la bibliografía consultada se estima considerar un tiempo de 15
minutos por consulta o de 20 minutos en aquellas que incluyen
alguna práctica instrumental o manual como adecuados, en la
programación de los servicios de consultorio.
Bibliografía:
- La consulta médica y su duración. Rodríguez Torres, Jarillo
Soto, Casas Patiño. 2018.
https://www.medwave.cl/enfoques/ensayo/7264.html
- La atención centrada en el paciente. Armando M Reale. Revista
Médicos. Año XXIV N.º 134.
https://revistamedicos.ar/numero134/reale.htm
- Estimación del tiempo de consulta. Delia Outomuro, Andrea
Mariel Actis. Revista Médica de Chile 2013-
http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872013000300012
- Modelo de pago en servicio de salud. Rosenfeld, Tobar, Reale.
ISSN 0326 3525.
https://web.amr.org.ar/wp-content/uploads/sites/17/2023/03/n74a
341.pdf.
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