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Definimos la función de producción de
salud como la relación entre el nivel de salud alcanzado y los
“recursos” (factores de producción) empleados para conseguirlo.
(1) A diferencia de la de otros bienes y servicios, esta función
de producción es de naturaleza compleja, multifactorial y
multidimensional, aceptándose clásicamente que los resultados de
salud de la población están condicionados en los países
occidentales por cuatro grandes factores o determinantes:
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El primero de
ellos es la biología o la herencia. Con referencia a este
aspecto, sobre el que no opera la decisión o elección a
nivel de políticas colectivas o conductas individuales, un
panel de especialistas mundiales concluyó que en las
principales causas de muerte la genética es responsable por
aproximadamente el 27% de los casos (Asenjo, 1993).
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El segundo
condicionante de nuestra salud es el ambiente en que
vivimos. Es obvio que hay lugares más saludables que otros.
Aunque en general las áreas más pobres son también las más
insalubres e incluso ecológicamente adversas, hay factores
del deterioro ambiental que afectan casi tanto la salud de
los ricos como la de los pobres. Un ejemplo de ello es el
deterioro de la capa de ozono que cubre la atmósfera y está
directamente relacionada con la incidencia del melanoma o
cáncer de piel. Los factores ambientales representan, en
promedio, el 19% de los casos de enfermedad (Dever, 1993).
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El tercer factor,
que está muy relacionado con el anterior, son los estilos de
vida que incluyen entre otros, nutrición, tabaquismo,
sedentarismo, conductas de riesgo, adicciones, prácticas la-
borales, etc. Posteriores análisis del tema ampliaron la
discusión sobre en qué medida se trata de un problema
individual y en qué medida es un problema público, valorando
la real posibilidad y responsabilidad de los individuos de
modificarlos, en tanto sigan inmersos en las circunstancias
existenciales que los llevaron a adoptarlos. Desde un punto
de vista epidemiológico se ha cuantificado el peso de los
estilos de vida, concluyendo que un 43% de las veces la
enfermedad y aun yendo más lejos la muerte reconoce como
causa mediata a los hábitos nocivos que signaron a la
persona a lo largo de la vida.
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Por último, está
el sistema sanitario, constituido por los hospitales, se-
guros médicos, consultorios, médicos, laboratorios,
medicamentos, etc. El mismo es responsable por el 11% de los
casos de enfermedad o muerte, y ello conduce a reflexionar
la escasa incidencia que finalmente tienen los recursos
formales de los servicios de salud en contraposición al
monto de los recursos destinados a tal fin, que en todo
Occidente consumen aproximadamente el 90% de los recursos de
salud.
Se puede válidamente
agregar a nuestra función de producción de salud, componentes
menos clásicos, pero técnicamente convalidados:
“La salud de la población se ve influida simultáneamente por
factores generales tales como la organización social y política,
factores demográficos (edad promedio, distribución por grupo
etario), factores genéticos, factores ecológicos (ambiente de
trabajo, contaminación ambiental), factores económicos (el nivel
general de prosperidad), factores sociales (diferencias entre
ingresos (2), cohesión social, relaciones familiares y sociales,
estilos de vida, consumo), consideraciones culturales (valores
sociales dominantes, niveles de educación e in- formación), etc.
(...). Aunque los mismos determinantes se aplican a la salud
individual, de hecho, están ligados a la salud no en base a la
causalidad estadística sino por probabilidad estadística”. (3)
Se entiende ahora, y es importante haberlo mostrado digamos
desde el inicio, porqué decíamos que la función de producción de
salud es multifactorial y multidimensional, y cuál es el
verdadero peso relativo de los servicios de salud o, dicho de
otro modo, del mercado de la salud. (4)
No debemos olvidar que el efecto de un sistema de cuidados de
salud que funciona correctamente tiene un efecto relativo y que
es necesario en forma paralela trabajar fuertemente sobre los
determinantes de la salud de esa población (comportamientos
riesgosos individuales, ambiente, estilos de vida, e invertir en
investigación).
La mayoría de la población es sana se trata de que el sistema
público y/o privado mantenga y cuide la salud, además de
repararla cuando la misma se ha perdido. Ni siquiera el mejor
sistema puede cuidar la salud de una población que desconoce los
riesgos de comportamientos poco saludables. La introducción de
incentivos fiscales a las empresas y a los comportamientos
individuales riesgosos parece ser el camino elegido por el
Sistema Nacional de Salud Inglés y otros países anglosajones.
Desde la perspectiva de la demanda, los consumidores buscan
mantener o reparar su salud a través de los servicios médicos,
estando entonces dispuestos a adquirirlos a veces directamente,
o en la mayoría de los casos demandando seguros médicos que les
provean esos ser- vicios a través de un pago previo, buscando de
esta manera neutralizar el riesgo financiero además del
sanitario que saben que les ocasionará un evento de enfermedad.
Los comentarios vertidos en este trabajo están realizados desde
una perspectiva económica de mercado, por lo tanto deberemos
hacer una abstracción del sistema de salud que pudiera haber en
uno u otro país, ya que en un sistema nacional de salud de tipo
universal (Por ejemplo, el Reino Unido), la realidad es que las
personas tendrán un acceso libre y gratuito a los servicios o
bienes de salud que demanden y que ese sistema provea, en tanto
que la situación será muy distinta si estamos en un país que
considera que la salud es un bien privado que resulta una
obligación privada de sus ciudadanos y que éstos deben pagar por
lo que demanden (En este último caso, estaremos viendo al
mercado de la salud en acción...).
El Estado en estos casos tiene un comportamiento subsidiario
financiando la salud de los sectores que no pueden pagar planes
privados (es lo que sucede en Estados Unidos con Medicare y
Medicaid). Antes de que fueran organizados los sistemas de salud
si una persona se enfermaba, o tenía un accidente, o simplemente
iba a tener un hijo, debía acudir al mercado a buscar los
servicios y bienes que requería (consultorio médico, farmacia, a
internarse de urgencia, a sacarse una ecografía, o a internarse
para el parto...) y pagar por ello.
Después de la segunda guerra con el desarrollo de innovaciones
tecnológicas en los servicios de salud (cirugías,
procedimientos, dispositivos médicos, prótesis, antibióticos,
anestesia, etc.) que aumentó la perspectiva de vida pero también
los gastos de salud y posteriormente durante los años 70 con el
fracaso de los seguros puros que reembolsaban la atención de los
pacientes por parte de los prestadores se dieron las condiciones
para los cambios en el funcionamiento de los mercados de seguros
de salud.
En general, los planes prepagos que lograron desarrollar sus
propios servicios pudieron sobrevivir mejor en un ambiente
hostil. Tuvieron capacidad de crear un contexto con limitaciones
a la prescripción, tales como una oferta predeterminada de camas
hospitalarias, que influiría en las decisiones cotidianas de sus
profesionales. También pudieron proporcionar incentivos para
estimular a los médicos a identificarse con las necesidades de
la organización y participar en la política de control de
costos. Formas organizativas comunes definían la identidad de
este tipo de empresa: la financiación y provisión de servicios
se integraban en una sola estructura; la cuota mensual
preestablecida se destinaba a comprar servicios por adelantado a
un particular sistema de atención; se garantizaba atención
integral; ésta era proporcionada por un grupo de profesionales
que trabajaban en contacto, dando contenido sustancial a la
expresión práctica de grupo. (5)
Se puede mencionar especialmente el caso Henry H. Kaiser que
organizara en sus empresas de la Costa Oeste el Kaiser Health
Plan, que llegaría a ser la más exitosa práctica de grupo entre
las que se crean en las décadas de los 30 y 40 (Bodenheimer y
Grumbach, 1995). Luego en 1947 se implementará otra experiencia
exitosa en Nueva York - el Health Insurance Plan. Legisladores
republicanos y demócratas trabajaron intensamente para aprobar
una ley sancionada en 1973 que adopta una nueva denominación
para estos grupos que se estaban difundiendo: Health Maintenance
Organizations (HMOs).
El atractivo de una estrategia de mantenimiento de la salud,
como se la denominó, residía en que se trataba de un estímulo a
la iniciativa privada y no demandaría una nueva burocracia
gubernamental y mayor gasto público. (6)
El caso que nos ocupa es el mercado de planes de salud que son
típicamente un servicio privado que provee el mercado y cuya
demanda es voluntaria. Para la adquisición de un seguro de salud
es necesario mencionar dos cuestiones importantes:
Salud es un
bien superior, que es aquel bien que aumenta el con- sumo o
cantidad demandada cuando se incrementa el ingreso real de las
personas.
La aversión al
riesgo de las personas 7 que teme perder todo lo obtenido como
consecuencia de una enfermedad que lo obliga a gastar gran parte
durante las últimas semanas de vida.
En este caso, las personas (consumidores) que resultan ser muy
adversas a tolerar semejante riesgo con relación a su salud...)
decide adquirir un seguro y se asocia a un plan médico prepago,
paga su cuota mensual y accede a todos los servicios pactados
contractualmente en su cobertura cuando los necesita. En
realidad, el seguro, que es un problema eficiente a la respuesta
del riesgo, tiene una contrapartida y es el problema del riesgo
moral que esta dado por el exceso de consumo que genera tanto si
el seguro es público como privado.
Los servicios de salud que son la transacción principal dentro
de este mercado tan anómalo se califican como “credence good”
(bien de confianza), son servicios cuya utilidad o necesidad le
resulta difícil de evaluar incluso a la propia persona que lo
recibe. También puede ser considerado como un “bien
inmensurable” es por ello que la aparición de los terceros
pagadores (aseguradoras) que manejan el riesgo colectivo tiene
por objetivo intentar reducir la asimetría informativa entre el
paciente (demanda) y el prestador (oferta).
La presencia de seguros o prepagos modifica tanto a la demanda
(el precio aparentaría caer a cero para el que consume), como a
la oferta prestadora y proveedora ya que a la relación
médico-paciente (consumidor), se le suma la presencia del
financiador con su propio poder e intereses. Si pensamos aquí
que la demanda es principalmente decidida por el médico que
trata, decide y prescribe, aparece la conocida frase que
caracteriza a este mercado diciendo que “el que decide no
consume, el que consume no decide ni paga, y el que paga no
decide ni consume”, aludiendo al “tercer pagador” que es según
los casos la seguridad social, el prepago o el Estado si se
recurre a un servicio público.
Además, las diferentes formas de pago establecidas por los
seguros financiadores (por cápita, módulo, prestación,
presupuesto, etc.) se convierten en incentivos agregados ya que
determinan qué y cómo y cuánto es más rentable o no prestar
servicios. Desde la perspectiva de la oferta, la respuesta a la
demanda de los consumidores se organiza en distintos submercados,
que a su vez mantienen importantes inter- conexiones entre sí,
influenciando y modificando su accionar entre unos y otros por
distintos mecanismos.
Didácticamente, podemos identificar los siguientes “submercados”,
que la mayoría de los autores llaman directamente “mercados de
salud”: (8)
Mercado de
Recursos Humanos en Salud (educación).
Mercado de
Servicios Ambulatorios.
Mercado de
Servicios de Internación (hospitalización).
Mercado de
Medicamentos.
Algunos problemas comunes a estos mercados que caracterizan en
general su accionar complejo e imperfecto son:
1. Tanto sobre la oferta como sobre la demanda la tecnología
médica opera como un factor exógeno de alta influencia. El alto
ritmo de innovación que caracteriza al sector salud opera a
nivel de todos los mercados señalados, disminuyendo su grado de
competencia y eficiencia al introducir permanentemente nuevos
productos, procesos y formas organizativas de los servicios. La
necesidad de obtener rentas diferenciales por la introducción de
nuevos productos y servicios origina aumento de precios y
costos, a la vez que induce a una mayor demanda para recuperar
costos de Investigación & Desarrollo (I&D) y marketing,
apareciendo prácticas oligopólicas o monopólicas que aumentan
las barreras de entrada y salida al mercado.
2. Tanto los mercados como los actores de estos son dinámicos y
cambiantes, asumiendo alternativamente roles de oferta o de
demanda, ejerciendo entre ellos múltiples y variadas
influencias. Las agrupaciones, alianzas, integraciones
verticales y horizontales e incluso las cartelizaciones aparecen
con frecuencia. El poder de negociación y lobby de los grandes
grupos se reflejan en los precios con más fuerza que los costos
competitivos de producción.
Referencias:
1) González López- Valcárcel, Beatriz, Universidad de Las Palmas
de Gran Canaria.
2) Esto es el denominado gradiente socioeconómico: aún con
niveles de renta suficientes para todos, considerando la
pirámide socioeconómica, quienes están en los niveles más altos
se enferman menos y viven más tiempo y en mejores condiciones de
salud.
3) Haut Comité de la Santé, Rapport général: la santé en France.
Paris: La Documentation Française, 1994.
4) Ortún Rubio, Vicente en: La Economía en Sanidad y Medicina:
instrumentos y limitaciones, Cáp. III, pp 71 a 77, EUGE- Ed. La
Llar del Llibre, Barcelona, 1990.
5) Expansión y declinación del managed care. Argentina y EE. UU.
Susana Belmartino(2011).
6) Las HMO se convirtieron en importantes ejemplos de managed
care en la dé cada de los ’70, combinando a menudo los
principales elementos de la atención médica: financiamiento,
instalaciones, hospitales, y profesionales bajo una única
estructura de gestión.
Aunque el gobierno no pudo alcanzar su objetivo de llegar a 1700
HMO hacia 1976 con una cobertura de 40 millones de
beneficiarios, la expansión de esta forma organizativa
continuaría en las décadas siguientes. En los años ’80, cuando
los empleadores comienzan a preocuparse por la escalada de
costos de la atención médica, los aseguradores tradicionales
reconocen que el seguro por indemnización está en riesgo y los
profesionales comienzan a asociarse con planes de salud, el
managed care se expande en forma significativa. En esa dé cada
el enrolamiento en HMO aumentó de 10.2 millones a poco menos de
39 millones de beneficiarios en 1991 (Iglehart, 1992).
7) ¿Fonasa para Pobres, Isapre para Ricos? Un estudio de los
determinantes de la elección entre seguro público y privado.
Claudio Sapelli Arístides Torche Nº 183 Septiembre 1997.
8) Katz JM y Miranda RM, Mercados de la Salud: morfología,
comportamiento y regulación, Revista de la CEPAL 54, Diciembre
de 1994
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