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 Columna

       

La aceleración de la historia

“La creación del mundo no ocurrió al principio
de los tiempos, ocurre todos los días”.

Marcel Proust

Por el Dr. Mauricio Klajman (*) dr.mklajman@gmail.com


Según la mitología griega, Kronos hace al tiempo cronológico o secuencial, aquel que puede ser medido. Mientras que el tiempo Kairós representa un lapso, un momento indeterminado en el tiempo en que todo sucede, el tiempo de la oportunidad. (1)
Aquí contamos con elementos que se pueden asociar a las sociedades y a las civilizaciones.
La historia es algo más que una simple enumeración de hechos, nombres y fechas, cuidadosamente ordenados de acuerdo con su sucesión cronológica. “Tras el acontecer histórico, se desarrolla el drama más que milenario de la humanidad en brega constante por alcanzar su superación. La interpretación histórica no es otra cosa que un esfuerzo por descorrer el velo de ese drama. Es un estudio sistematizado del devenir de los hechos históricos, con objeto de arrancarles las leyes que presiden su sucesión”. (2)
Como no podía ser de otra manera, estas nuevas condiciones han tenido también un fuerte impacto sobre los consensos establecidos en el ámbito de la teoría y de la ciencia de las relaciones internacionales.
De acuerdo con la acepción empleada por Thomas Kuhn en su obra clásica “La estructura de las revoluciones científicas (1962)”, el paradigma (es decir, el consenso) dominante hasta comienzos de los ochenta ha sido incapaz de sobrevivir al reto de explicar lo sucedido en las últimas cuatro décadas. La realidad ha demandado, como siempre, nuevas explicaciones.
Surgidas unas veces en la academia y otras en la propia esfera política, o a medio camino entre ambas, son muchas las propuestas que, con mayor o menor fortuna, han pretendido concitar el consenso necesario para ser reconocidas como paradigmas explicativos del tiempo presente.
La referencia al “progreso” ha sido desplazada como eje articulador del discurso por la mítica “globalización”, aunque ambos conceptos comparten una misma connotación que hace referencia al carácter inevitable y potencialmente benéfico de los procesos que pretenden definir, concebidos como el resultado de tendencias naturales del desarrollo humano. (3)
En distintas etapas históricas del mundo, el tiempo parece haberse acelerado y los cambios fueron mucho más rápidos que en otros.
Esto sucedió a principios del siglo XX, sobre todo en el marco de la primera conflagración mundial. Empujado por la necesidad de cambios tecnológicos rápidos.
La Argentina de entonces, si bien ocupaba un lugar preponderan- te en el ranking de los países del orbe, era solo en el sector económico.
La distribución de la renta nacional per cápita era claramente desigual. Las clases representadas por la oligarquía, se llevaban el porcentaje más grande y el mito de la vaca atada empezó en ese momento: viajaban a Europa con una vaca para tomar leche fresca.
Todavía la ubicación histórica de la Argentina no estaba tan separada de los países importantes del mundo.
Los cambios sociales y políticos a partir de la Ley Sáenz Peña nos llevaron a un cierto grado de igualdad social, por lo menos en el acceso a la elección de quienes nos gobernaban. No así en cuanto a la situación social que seguía siendo precaria e injusta.
El mundo empezaba a cambiar y las leyes sociales de redistribución tanto en derechos en países avanzados, como en lo económico nos empezaron a alejar del mundo.
Se producía una aceleración del tiempo que las clases dirigentes de nuestro país no comprendían.
El período de entreguerras nos halló en un ir y venir de políticas, entre desigualdad creciente y bajo desarrollo.
Luego aceleramos el tiempo -pero solo en lo social- con el advenimiento de las leyes impulsadas bajo los dos gobiernos peronistas.
Además de un incipiente desarrollo industrial y de sustitución de importaciones, pero que no alcanzo para ponernos a la par de los países que ya eran potencias tanto en lo social como en lo económico y vanguardia en la cultura y las artes.
Volvimos a caer en crisis de las crisis, alejándonos de la aceleración de los tiempos del resto del orbe. (4)
Ni hablar de estos últimos años, con cambios drásticos entre las administraciones que se sucedieron.
Nunca pudimos armar un plan estratégico, de acuerdo con los intereses nacionales consensuados por todos los sectores. Como así lo hicieron muchos países después de la segunda guerra mundial.
La fragmentación generalizada fue una manifestación con mayúsculas en todos los sectores de nuestra sociedad.

¿Y con la salud?

El atraso en nuestro sistema es cada vez mayor, así como el avance de la fragmentación.
El mundo se acelera con el advenimiento de nuevas tecnologías, con el desarrollo de nuevas moléculas y con sistemas de salud más homogéneos, más humanitarios y sensibles a las necesidades de la gente.
Podrían responder los profetas de la fragmentación que no en todos los países... es verdad... sólo en aquellos a los cuales les importa la gente y no la ganancia extrema. Países que comprenden que el mercado no tiene que ver con la salud. Hay sobrados ejemplos de este modelo que todos conocemos.
Los que hemos trabajado en políticas de salud desde hace años, alcanzamos ciertos consensos, identificamos los problemas, hicimos diagnósticos bastante certeros y aportamos-con leves diferencias-las soluciones para llegar a un sistema integrado de salud. Este sistema no deja a nadie afuera, a ningún subsector.
También coincidimos en el papel de gobernanza y rectoría que debe tener el Ministerio de Salud de la Nación.
Llama la atención los dichos del actual ministro. Sobre todo, en su definición de acción e inacción. Parecería que sus ideas van a contramano del consenso de los especialistas en salud pública.
No comparto el criterio de que rectoría es solo con un COFESA: por lo general las decisiones de este organismo son erráticas y de implementación inequitativa según la zona geográfica donde se actúe.
Creer lo contrario es no conocer el país. No es lo mismo el área geográfica central que el norte grande o el sur patagónico. Es des- conocer que el 60% de la capacidad instalada prestacional está ubicada en los primeros 50 km que rodean CABA. A medida que nos alejamos de las grandes urbes la capacidad sanitaria es deficiente y esto aumenta directamente proporcional con la distancia. Además, si creemos que la capacidad de gestión de nuestras provincias es homogénea, es un enorme error.
La Argentina no necesita asesoramiento de la OPS. Nuestras universidades, así como la enorme cantidad de sanitaristas formados en ellas, están entre los mejores de la región.
El Ministerio actual dice “Con una mirada rectora muy clara, que el Ministerio había perdido. Es decir, nosotros creemos en la utilización de los datos, en bajar guías de estándares de calidad para todas las patologías. En este Ministerio tenemos que tomar las decisiones estratégicas de la salud de Argentina, fundamentalmente en el calendario de inmunizaciones y eso nada tiene que ver con la política”. (5)
¿Quién controlará que las supuestas guías en el caso del dengue -que no son tan complejas- se cumplan? Ni decir que el calendario de inmunizaciones se decida según la epidemiologia, también es una decisión política: una política de Estado.
Tendrá idea el Ministerio la enorme complejidad de la elaboración de guías para otras patologías, que necesitan referencias científicas incuestionables, además de enormes consensos entre universidades, ministerios provinciales y asociaciones profesionales.
¿Si esto no es política? ¿Qué es? Además del dengue, que ya sabíamos del ascenso de casos que se iba a producir.
Por otra parte, puso en tensión al sistema prestacional por no tener preparada-por ejemplo- una estrategia de elaboración nacional de repelentes a precios accesibles y dejarle al mercado que haga uso de una política de excesos en todos los aspectos, tanto en estrategias de elaboración y sobre todo en el precio del elemento (falta de regulación)... además de no reforzar la frontera geográfica del norte grande como barrera epidemiológica.
El ministerio tendría que contarnos que estrategias tiene para con el resto de las políticas faltantes, si es que las posee...
Seguiremos con los mismos problemas que hace años, largamente enumerados en estas páginas en números anteriores.
La administración actual se ocupa de un solo subsector-por lo menos es lo que aparece en los medios- la medicina prepaga. Nada más inequitativo que ese subsector. El que paga tiene prestaciones: son empresas comerciales cuya finalidad es dar prestaciones de salud.
La inequidad debe ser compensada por el Estado: la salud es un derecho además de un bien social y no una dimensión social individual. (6)
El Estado debe regular, invariablemente, garantizando un piso de igualdad que en el sistema de medicina prepaga no existe.
La salud es un tema político que no se puede dejar al mercado, ya que los sistemas biológicos son caóticos y se comportan en forma caótica, las leyes del mercado no pueden actuar sobre políticas de prevención, ya que su forma economicista no comprende que la inversión en ese rubro hará que menos gente se enferme o que menos gente llegue con enfermedades crónicas a períodos más agravadas.
En los otros subsectores es el Estado quien debe corregir la inequidad, por ejemplo, entre obras sociales sindicales chicas y grandes. Es verdad que el padrón de las grandes representa que el 5% de ellas comprenda alrededor del 50% del total.
Lo que hace que cuando se toman definiciones políticas se “converse” con las 10 primeras: pero son más de 300. El número de beneficiarios no tiene que ver con la calidad prestacional, ya que las estadísticas de calidad y de epidemiologia no son confiables.
El Ministerio de salud debe controlar y regular estos temas. La realidad-por todos sabida- es que la Superintendencia de Servicios de Salud de la Nación, no cuenta con personal suficiente ni con herramientas acordes a la enorme tarea que debe realizar.
El Estado entonces debería concentrarse en corregir las enormes asimetrías entre obras sociales, que por más que sean grandes, la calidad prestacional es otra cosa, ya que los ingresos de los trabajadores dependen del rubro y por lo tanto la financiación es directamente proporcional a dicho ingreso por el número de beneficiarios.
Otra de las asimetrías es en el sector público: no es lo mismo los hospitales en CABA y en los primeros cordones de la provincia de Buenos Aires, que en las zonas más alejadas de la República. La inversión en salud es irregular, por lo menos, cuanto más nos alejamos en la vasta geografía de la Argentina.

El tiempo es un bien escaso en este siglo XXI, la aceleración de las eras-que cada vez son más cortas- y los eventos que se suceden necesitan de líderes que posean pensamientos acordes y en paralelo con el devenir histórico de la Humanidad. (7)

Bibliografía:

(1) Los mitos griegos-Robert Graves/Alianza Editorial/1995.
(2) Una interpretación evolutiva de la historia/Roberto Lara Velado/Universidad Centroamericana/Costa Rica/2019.
(3) El paradigma del choque de civilizaciones/Fundamentos científicos e históricos/Julio Pérez Serrano/Revista de la Escuela de historia/Año 2 Volumen1/Universidad Autónoma de México/2003.
(4) Teoría cíclica sobre el desarrollo de las civilizaciones/Arnold Toynbee/Estudio de la Historia/ tomo 2/Alianza Editorial/ Edic.1997.
(5) https://www.infobae.com/salud/2024/04/02/el-ministro-de-salud-respondio-las-criticas-ante-el-brote-historico-de-dengue-confunden-trabajar-con-perfil-bajo-con-inaccion/
(6) La salud como bien social Cristina Godio/ Rosana Abrutzky/ Cristina Bramuglia* CONICET_Digital_Nro.d0bb7a52-131.
(7) La vida espectral/Eric Sadin/Edit. Caja Negra/2024.



(*) Director Médico Nacional - Obra Social de los Trabajadores de Televisión


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